Leticia Núñez (ALN).- Expertos consultados por ALnavío no se fían de la distensión que reina entre el mandatario de Estados Unidos y el presidente electo de México. Creen que es una estrategia de Trump, dada la cercanía de las elecciones de mitad de mandato. Subrayan también que López Obrador no asumirá el poder hasta diciembre y que después cada uno buscará proteger sus propios intereses.
Andrés Manuel López Obrador es una excepción. Por ahora, el presidente electo de México se ha convertido en uno de los pocos mandatarios extranjeros que ha escapado a las críticas de Donald Trump. Desde la abrumadora victoria que cosechó el pasado 1 de julio, Trump ha enterrado los insultos y amenazas hacia México. El presidente de Estados Unidos calificó a López Obrador como “una persona estupenda” y el mexicano dijo: “Ambos sabemos cumplir lo que decimos. Conseguimos poner a nuestros votantes y ciudadanos al centro y desplazar al establishment”.
Reina una política de no agresión. Trump y López Obrador han intercambiado llamadas de teléfono y un par de misivas. Y eso que hasta el próximo 1 de diciembre no será la investidura del presidente mexicano. Trump contó a la prensa que conoció hace años al mexicano y que ya entonces había pronosticado su éxito. “Le vi en otras campañas y le dije que algún día sería presidente. Acerté”, señaló. Sin embargo, los expertos no se fían de la sintonía entre ambos.
Hablan de pura estrategia, de intereses y recuerdan, por ejemplo, que Trump no ha renunciado al muro que prometió construir en la frontera con México.
“No hay que confiarse. No es lo mismo el trato entre un presidente electo y un presidente que entre dos presidentes”, asegura Samuel Aguilar, analista político mexicano, en declaraciones al diario ALnavío. En su opinión, “es una estrategia, son formas diplomáticas de relación por conveniencia”.
“Con el fin de ganar en noviembre, Trump hará lo que crea conveniente. Y eso puede ser celebrar a López Obrador”
No obstante, admite que “es un buen augurio que en este momento exista cordialidad. Las formas cuentan y este momento de distensión es favorable para el próximo presidente de México”. Eso sí, recuerda que los temas que afectan a México y Estados Unidos son tan complejos y estructurales que “no bastan las buenas intenciones”.
En esta línea también se expresa Alicia Puyana, profesora investigadora de Flacso México y doctora en Economía. “No es de extrañar que Trump cambie el discurso formal y mantenga las propuestas de construir el muro, expresión de su racismo respecto a los mexicanos”, expone a este diario.
Destaca que Trump se encuentra en plena campaña. El próximo 8 de noviembre afrontará una prueba de fuego: los estadounidenses votarán para renovar la Cámara de Representantes y un tercio del Senado. El Partido Republicano controla ambos hemiciclos. Pero un cambio de color político pondría en jaque la agenda legislativa de Trump. Por tanto, los comicios serán un termómetro social sobre el mandatario dos años antes de las presidenciales de 2020.
“Debemos fijarnos más en la agenda nacional de Trump. Quizá el cambio de tono sea: con López Obrador se puede negociar y voy a hacerlo en los términos que convienen a EEUU; por ejemplo, negociar más apertura en el sector agrícola para satisfacer a sus votantes amenazados por la respuesta de China de restringir las compras de soja estadounidense”, apunta Puyana, para rematar: “Está en campaña y ese podría ser el foco para analizar el discurso”.
Macario Schettino, economista en el Instituto Tecnológico de Monterrey, también subraya la importancia de las elecciones estadounidenses: “Trump funciona alrededor de una sola idea: demostrar que él es el mejor ser humano que ha existido. En segundo lugar, le importa ganar la elección intermedia para poder reelegirse. Con el fin de ganar en noviembre, hará lo que crea conveniente. Y eso puede ser celebrar a López Obrador, criticarlo, atacar a México, defenderlo, etcétera”.
Las negociaciones del TLCAN
Hasta ahora, uno de los temas en los que Trump y López Obrador han mostrado mayor sintonía es el ámbito comercial. En la carta que el presidente mexicano le envió el pasado 22 de julio, lanzó puentes de entendimiento y ofertas de colaboración en esta materia. López Obrador, como Trump, se ha mostrado a favor de revisar el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) entre Canadá, EEUU y México.
“Me parece que vale la pena hacer un esfuerzo por concluir la renegociación del TLCAN. Pienso que prolongar la incertidumbre podría frenar inversiones a mediano y largo plazo. En este punto le propongo reanudar las negociaciones con la participación de los representantes de México, Canadá y Estados Unidos. Nuestro equipo de transición participaría en coordinación con los funcionarios del actual Gobierno mexicano”, dijo López Obrador en la carta.
“Ambos sabemos cumplir lo que decimos. Conseguimos poner a nuestros votantes y ciudadanos al centro”, dijo López Obrador
Por su parte, Trump ya había manifestado la buena sintonía al decir que “estamos teniendo una muy buena comunicación con México y su nuevo presidente”, pero deslizó su interés por un acuerdo bilateral, que excluya a Canadá.
“Con la presencia de la ministra de Relaciones Exteriores de Canadá en México, López Obrador ratifica que el acuerdo deberá ser trilateral”, apunta Samuel Aguilar. Hasta ahora, el gobierno de Trump tan sólo ha señalado que hay mayores avances, como dijo el presidente ante empresarios reunidos en la Casa Blanca.
En materia de inmigración y seguridad, el líder de Morena apuntó que su intención es dar oportunidades de trabajo a la gente “de Panamá al Río Bravo para que no tengan necesidad de migrar. Ese es nuestro planteamiento central”. No ofreció más detalles.
Días después, Trump respondió a la carta de López Obrador con otra misiva. “Estoy de acuerdo con las cuatro prioridades que han identificado: comercio, migración, desarrollo y seguridad. Mi equipo ha trabajado duro los últimos 18 meses para incrementar la relación con México en estas áreas”.
De momento todo son hipótesis. Toca esperar al 1 de diciembre. Mientras, Samuel Aguilar insiste: “Lo que hay es una distensión como estrategia de Trump para presionar al gobierno de turno y endulzar al presidente electo”.