Leticia Núñez (ALN).- Con el país en punto muerto y dividido tras las elecciones presidenciales celebradas el 26 de noviembre, ya hay quien advierte que “la situación de Honduras y Venezuela es bastante similar en cuanto a división y polarización política”. Según el profesor de Ciencia Política José Vicente Carrasquero, “el camino que está transitando el país centroamericano es muy peligroso y puede derivar en el desorden total”.
Dos semanas después de las elecciones presidenciales del 26 de noviembre, Honduras sigue sin presidente. Han sido 15 días de protestas, acusaciones de fraude, violencia en distintas ciudades, impugnaciones y un nuevo escrutinio que han abierto una crisis política que podría durar meses. Por ahora, el Tribunal Supremo Electoral (TSE) ha dilucidado el recuento de votos, pero no el ganador de la Presidencia. El país está en punto muerto. Dividido. Pero no sólo eso: Honduras enfila la arriesgada senda de la polarización que también tomó Venezuela.
Según José Vicente Carrasquero, profesor de Ciencia Política en la Universidad venezolana Simón Bolívar, “la situación de Honduras y Venezuela es, efectivamente, bastante similar en cuanto a división y polarización política”. En declaraciones al diario ALnavío, el experto advierte: “El camino que está transitando Honduras es muy peligroso, es un camino que puede derivar en el desorden total, en un Estado de anomia, en una pérdida de gobernabilidad y en la incapacidad de imponer la autoridad”.
La peculiaridad en este caso, tal como recuerda Carrasquero, es que “las fuerzas asociadas con el chavismo son las que están en la oposición y las que de alguna manera pretenden sacar provecho de una situación de violencia, de dificultad”.
En opinión del docente, el hecho de que hayan sido unos comicios muy reñidos, en los que el presidente Juan Orlando Hernández (Partido Nacional) consiguió el 42,98% de los votos frente al 41,39% de Salvador Nasralla, de la Alianza de Oposición contra la Dictadura, y que el Tribunal Supremo Electoral (TSE) tardara tanto en ofrecer los resultados definitivos (11 días), “se presta para momentos de incertidumbre que los afines a Manuel Zelaya, cercano al chavismo, quieren explotar”.
Se trata, además, de una polarización que se viene dando desde el golpe de Estado contra Manuel Zelaya en 2009. Las heridas de aquel episodio siguen abiertas. “Honduras entró en 2009 en un clima de gran tensión política que desestabilizó completamente el sistema político. Desde entonces no han logrado salir de la crisis”, sostiene Ilka Treminio, directora de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales en Costa Rica, en declaraciones a este diario.
En este sentido, Carrasquero recuerda que “el juego de replicar la polarización es un mecanismo a través del cual la izquierda de las últimas décadas juega a generar enemigos y con base en estos enemigos tener una especie de dinámica política que gira alrededor de que el otro es tu enemigo y tiene que ser enfrentado”.
Por ello, lamenta que Honduras “esté jugando a este tipo de políticas” y hace un llamamiento a los líderes políticos a “reaccionar” ante una forma de hacer política que califica como “bastante primitiva” y que, según advierte, “pone en peligro la estabilidad del país y el sistema político hondureño”.
“La situación de Honduras y Venezuela es, efectivamente, bastante similar”
También, dice, para evitar que la situación “llegue a cuestiones más graves que inclusive pudieran derivar en una intervención por parte de los militares”. Tras subrayar que lo deseable es que la resolución de los conflictos se haga por la vía del entendimiento, Carrasquero critica que la oposición en Honduras “está jugando a la desestabilización”. Y así, sostiene, “es difícil que se preste para una situación de diálogo de una manera sincera. Siempre van a hablar de diálogo, pero sus comportamientos no van a ser acordes con la necesidad de mantener una situación de estabilidad y tranquilidad para el país”.
Para Carrasquero hay dos fuerzas involucradas en la crisis de Honduras: “La internacional del narcotráfico y la ultraizquierda de Nicolás Maduro. Se sabe que enviaron elementos venezolanos a Honduras para jugar a la desestabilización, para protestar los resultados… La idea es tomar el poder por la vía de la fuerza, minar las instituciones, fracturar la democracia en Honduras para instaurar un régimen de corte bolivariano y, si no, generar inestabilidad que procure unas nuevas elecciones que ellos puedan controlar. El juego de esta izquierda es quebrar los mecanismos constitucionales”.
Preguntado por si la crisis política de Honduras podría desestabilizar a América Latina, el docente cree que no, pero señala que “sí introduce cambios en la geopolítica” de la región. “Desde el punto de vista geopolítico, a los bolivarianos les interesa tener países afines a su órbita política consolidando una especie de mecanismo de control. Esta crisis introduce elementos que hay que observar tanto en la geopolítica como en el asunto del narcotráfico y la amenaza que representa”, zanja Carrasquero al respecto.
Sin ganador
Pese a que los comicios se celebraron hace ya dos semanas, el Tribunal Supremo Electoral aún no ha proclamado vencedor a la espera de que se resuelvan recursos e impugnaciones sobre el proceso electoral. Este domingo finalizó el recuento de las 4.753 actas que no fueron transmitidas la noche electoral del 26 de noviembre. Según David Matamoros, presidente del órgano electoral, las actas originales “no presentaban inconsistencias y estaban muy bien elaboradas y refrendadas”. A lo que añadió: “En ningún momento se puso en precariedad el proceso, no hallamos evidencia de fraude”.
“El juego de replicar la polarización es un mecanismo a través del cual la izquierda de las últimas décadas genera enemigos”
El mismo día en que se celebraron las elecciones, tanto Hernández como Nasralla se autoproclamaron vencedores. Los primeros datos difundidos por el TSE al día siguiente daban una ventaja de casi cinco puntos al candidato de la Alianza de Oposición, pero el sistema dejó de actualizarse por casi 36 horas y cuando se volvió a poner en marcha la ventaja comenzó a desaparecer.
Según el resultado del último conteo publicado por el TSE, el presidente hondureño y aspirante a la reelección, Juan Orlando Hernández, ganó los comicios con un 42,98% de los votos contra el 41,39% de Nasralla, con el 99,89% de las actas procesadas.