Elizabeth Fuentes (ALN).- El vídeo lanzado poco después de la visita del expresidente español José Luis Rodríguez Zapatero y los hermanos Jorge y Delcy Rodríguez a la cárcel militar de Ramo Verde en Caracas, donde está preso López, dejó ver a un hombre calmado y seguro, como si pareciera tener la certeza de que su libertad está cada vez más cerca.
En pocas horas, el vídeo de Leopoldo López desde la cárcel militar de Ramo Verde en Caracas, llamando a mantener la protesta callejera, se convirtió en tendencia nacional en Venezuela. Apenas apareció, ya llevaba casi 300.000 visitas en YouTube, 150.000 retuits y una cifra incalculable de difusión por los millones de personas conectadas a las redes sociales, números que crecen y se multiplican a cada segundo.
“Zapatero, Delcy y Jorge Rodríguez ingresaron a ver a Leopoldo. En minutos quiere informar y enviar un vídeo que con mucho riesgo realizó”, escribió su esposa Lilian Tintori en su cuenta de Twitter y acto seguido enviaba el vídeo. Delcy Rodríguez es la canciller de Venezuela y Jorge Rodríguez es alcalde de Caracas.
Las especulaciones queman: ¿Le dio el vídeo a Zapatero para que lo difundiera? ¿Sabían los visitantes que el vídeo estaba grabado? ¿Qué hablaron en esa visita para que la posición de Leopoldo siga tan firme y apoyando lo que más teme el gobierno de Nicolás Maduro, que son las protestas populares?
¿Qué hablaron en esa visita para que la posición de Leopoldo López siga tan firme y apoyando las protestas populares?
Lo único cierto es que sorprende la firmeza de Leopoldo López. La coherencia con la que expresa una postura que podría generarle, otra vez, el castigo de no ver a sus hijos por meses, como ya ha pasado. No se ve allí a un hombre derrotado ni débil. No inspira conmiseración ni luce como una víctima. La imagen es impecable: la franela blanca, limpia. Un crucifijo al cuello, la cara lavada, el tono comedido y una sonrisa final que no le costó mucho lucir, apretado como estaba en aquel espacio pequeñito donde apenas podía mover los brazos. Tampoco se le vieron los músculos en el pecho y en los brazos que lucía aquel presunto Leopoldo López en un vídeo de imagen borrosa que propagó el gobierno para dar “fe de vida” de su preso favorito, considerado por muchos como un montaje propagandístico nacido en el Palacio de Miraflores.
En este vídeo, la imagen es nítida, pero sobre todo el discurso de Leopoldo. Sin estridencias, sin atisbos de odio, sin consignas fáciles, el líder de Voluntad Popular -que antes de caer preso tomaba clases de boxeo a diario- le ha propinado un duro golpe al régimen y en su tono optimista no se vislumbra que tenga entre sus planes inmediatos tirar la toalla.
Como le aconsejó la lingüista Rosa Amelia Asuaje -la que el gobierno utilizó en el juicio para condenarlo a pesar de que ella declaró a su favor-, Leopoldo parece repetir a diario el mantra Panta Rhei (“todo fluye”), y todo parece indicar que su realidad va a fluir y va a cambiar