Leticia Núñez (ALN).- Los sondeos en Costa Rica predecían dos cosas: que las elecciones presidenciales las ganaría el evangélico Fabricio Alvarado y que habría una alta abstención. Finalmente se impuso el oficialista Carlos Alvarado y votó más gente que en la primera ronda. Entonces, ¿están fallando los sistemas de recepción y procesamiento de datos? ¿O es que hay mucho voto oculto? Expertos consultados por ALnavío señalan que cada vez son más las personas que evitan decir a quién votarán para no ser criticadas y eso distorsiona los análisis previos.
Al nuevo presidente de Costa Rica, Carlos Alvarado, sólo le dio ganador la encuesta del Instituto de Estudios Sociales en Población (Idespo). Hubo otra, la del Centro de Investigación y Estudios Políticos (CIEP), que habló de empate técnico. Todas las demás le relegaron al segundo puesto. Señalaban como vencedor al evangélico Fabricio Alvarado. Tal fue el caso de los sondeos de CID Gallup, dos mediciones del CIEP y las siete realizadas por Opol Consultores.
Este domingo se despejó la incógnita: el candidato del gobernante Partido de Acción Ciudadana (PAC) se impuso al de Restauración Nacional (PRN) por 60,8% de los votos. Incluso en la primera vuelta ninguna encuesta proyectó la lucha entre los Alvarado. Uno de los últimos sondeos publicados antes de la votación del pasado 4 de febrero reflejó un empate técnico entre el populista Juan Diego Castro (Partido Integración Nacional) y Antonio Álvarez Desanti (Partido Liberación Nacional).
Pero no sólo eso. Las encuestas también pronosticaron que la abstención en el balotaje sería superior a la de la primera vuelta, cuando 34,3% de los costarricenses optó por no votar, y tampoco acertaron. En la segunda ronda, la cifra disminuyó levemente hasta 33% (Ver más: En Costa Rica la continuidad le gana al fanatismo religioso).
Como ya sucedió el pasado noviembre en Chile, donde muchos sondeos daban como ganador en primera vuelta con mayoría absoluta a Sebastián Piñera y luego hubo balotaje, o en las elecciones generales de 2016 en España donde se esperaba que Podemos se convirtiera en segunda fuerza en detrimento del PSOE y tampoco fue así, en Costa Rica, una vez más, los analistas patinaron con los sondeos.
“La mayoría de los electores han elegido el mal menor pero no se han atrevido a decírselo a los encuestadores”
“Hay que preguntarse dos cosas”, plantea David Redoli, miembro del Consejo Directivo de la Asociación de Comunicación Política (ACOP), al diario ALnavío. La primera es si hay mucho voto oculto. Y la segunda, si están fallando los sistemas de recepción y procesamiento de datos, es decir, los diseños muestrales y la elaboración de estudios demoscópicos, dice.
Redoli se inclina “más por lo primero”. Lo argumenta así: “Creo que muchos votantes se activaron el 1 de abril cuando intuyeron la posibilidad de que un pastor evangélico, con ideas que rozan el ultraconservadurismo, pudiera alcanzar la Presidencia”.
Esta es una idea que también comparte Alfredo Rodríguez, director del Master Internacional en Políticas Públicas de Seguridad en la Universidad Camilo José Cela. “Predecir un resultado electoral siempre es complicado porque el encuestador, y después el analista, no saben hasta qué punto el encuestado responde la verdad, ni hasta cuál la muestra es suficientemente representativa de todos los estratos sociales”, explica a este diario.
En este sentido, Rodríguez señala que a tenor de la abismal diferencia entre lo que reflejaban las encuestas y el resultado final, “parece que Carlos Alvarado ha sabido movilizar a sus votantes y, desde luego, que la mayoría de los electores han elegido el mal menor pero no se han atrevido a decírselo a los encuestadores”.
Pero, ¿por qué mienten los ciudadanos cuando se les pregunta por su intención de voto? Pablo Carballo, investigador de Sociología y Comunicación Política de Flacso (Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales), sostiene que son muchas las personas que “cuidan su imagen”. Es decir, que evitan manifestar a quién votarán para evitar críticas. “Como el PAC está asociado a corrupción, por casos como el Cementazo, tal vez usted quiera votar por el PAC pero no lo dice. Se reserva su voto y entonces quien contabiliza la encuesta lo incluye en indecisos y resta fuerza a Carlos Alvarado”, comenta a ALnavío.
“No es que no sepa a quién va a votar, simplemente se cuida de no ser criticado”, continúa al respecto, para agregar: “Si digo que votaría a Fabricio Alvarado me tacharían de ignorante y doctrinal, y si dijera que por Carlos, me llamarían corrupto. Entonces, ¿para qué me voy a exponer a eso?”. Este es un factor que, según Carballo, “distorsiona los análisis previos”.
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No obstante, más allá de las encuestas, el sociólogo afirma que si Fabricio Alvarado perdió las elecciones se debió a su “desastrosa” campaña. “Fue tan pésima que era cuestionable que fuera adelante en las encuestas”.
– La religión terminó siendo “contraproducente”
En opinión de Carballo, uno de los elementos que perjudicaron al cantante evangélico fue la religión. “Aunque dijo que no, la usó en muchos sentidos. Su partido está vinculado a ello y sus seguidores así lo expresan. Pero en segunda ronda hubo un movimiento religioso apartidista que le enfrentó. Fue el catolicismo. Es decir, le pagaron con su misma moneda. Así que la religión terminó siendo contraproducente para Fabricio”.
– Tierra arrasada
El sociólogo rescata el concepto de tierra arrasada que suele emplearse en contextos bélicos. “Cuando uno está en guerra, va perdiendo y ve que el enemigo está próximo a tomar su terreno, lo arrasa todo para que no lo aproveche el ganador. Es algo parecido a lo que ha hecho Restauración Nacional”, asegura. Pone como ejemplo la credibilidad institucional y el cuestionamiento que hicieron desde el partido evangélico a la labor del Tribunal Supremo de Elecciones. “El PRN cuestionó la institucionalidad y si un grupo de personas cree que hay fraude será más difícil para el nuevo presidente hacer ciertas cosas”.
– Infantilismo político
Finalmente, Carballo subraya que Fabricio Alvarado “utilizó todos los mecanismos de un niño para conseguir sus objetivos”. Así, dice que decidió no ir a los debates ni hablar a la prensa o “jugar de fuerte” en la primera ronda y “hacerse la víctima” en la segunda. Con todos estos elementos, concluye que el evangélico “no tiene madurez política” y que Costa Rica “votó por el menos perjudicial” pero aun así recuerda que consiguieron 14 diputados y que eso “ya es ganar”.