María Rodríguez (ALN).- Los sondeos para la segunda vuelta de las elecciones presidenciales en Brasil le dan más de 50% de los votos al ultraderechista Jair Bolsonaro. Además, crece el rechazo a su rival, el candidato de Lula Fernando Haddad. La fuerza del anti-lulismo y los ataques a la corrupción y a la crisis económica explican el avance -aparentemente imparable- de Bolsonaro.
El candidato ultraderechista Jair Bolsonaro se afianza como el favorito para la segunda vuelta de las elecciones presidenciales enBrasil. Cuenta ya con 52% de apoyo según el último sondeo de Ibope, recogido por el diario O Globo. En la primera vuelta Bolsonaro obtuvo 46% de los votos.
Mientras, el candidato del expresidente Luiz Inácio Lula da Silva, Fernando Haddad, lograría en esta segunda vuelta 37% frente a 29% obtenido el 7 de octubre, según la misma encuesta.
¿Por qué este avance aparentemente imparable del ultraderechista? “Bolsonaro ha atrapado el principal sentimiento político que hay en Brasil, que es el anti-lulismo. Fundamentalmente ese ha sido el eje en torno al cual gira la campaña electoral de Bolsonaro”, explica al diario ALnavío Rogelio Núñez, investigador del Instituto de Estudios Latinoamericanos de la madrileña Universidad de Alcalá de Henares.
El porcentaje de rechazo de Haddad es superior al de Bolsonaro: 47% frente a 35%
Este anti-lulismo también se refleja en que el porcentaje de rechazo (encuestados que nunca votarían a un candidato en concreto) de Haddad es superior al de Bolsonaro: 47% frente a 35%, según el sondeo de Ibope. Esto no había ocurrido hasta ahora. A comienzos de octubre Bolsonaro tenía un rechazo de 42% y Haddad de 37%. En dos semanas han cambiado las cosas. “El rechazo a Haddad ha crecido, no por Haddad, que es una figura moderada, ortodoxa e intelectual, sino porque representa a Lula”, insiste Núñez.
Cabe recordar que Lula está actualmente en la cárcel por corrupción. De ahí que Bolsonaro, para atacar al candidato progresista Haddad, se refiera a este como “el mandado por el corrupto preso”, tal como recoge la agencia EFE.
La escalada de apoyo de Bolsonaro frente a Haddad también puede explicarse por los temas concretos que el ultraderechista trata en la campaña. Ataca la corrupción, la crisis económica y el desempleo. Mientras, Haddad le echa en cara que es “una amenaza” para la democracia brasileña, según publica EFE.
No obstante, “el triunfo o no de Bolsonaro en Brasil se enmarca en un proceso totalmente democrático. Eso hay que tenerlo en consideración. Lo que vaya a pasar es la voluntad expresa del pueblo, nos guste o no”, destacó este lunes Josette Altmann, secretaria general de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso), en un acto en la Casa de América en Madrid.
ELEIÇÕES 2018 – BRASIL
Nos votos válidos, Bolsonaro tem 59% e Haddad, 41%
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— IBOPE Inteligência (@IBOPE_In) 15 octobre 2018
Además de canalizar el anti-lulismo, “Bolsonaro se ha centrado en los principales problemas del país, como son la inseguridad y la corrupción”, explica por su parte Núñez. Aunque para ello, Bolsonaro utiliza “mensajes muy facilones, para llegar al gran electorado, y sin grandes definiciones de cómo gestionar el país”, matiza el investigador.
Núñez añade que el Partido de los Trabajadores (PT, el de Lula y Haddad) no ha logrado acabar con la corrupción. Y que con el escándalo de sobornos de la constructora brasileña Odebrecht (expandido por toda la región), la imagen más afectada ha sido precisamente la del PT. En cambio, “a Bolsonaro la corrupción no le ha alcanzado”, puntualiza el investigador.
Núñez también subraya como puntos fuertes para Bolsonaro “todo el lastre del PT en cuanto a ineficiencia del Estado a la hora de gestionar servicios públicos”. Igualmente menciona la crisis económica de los últimos años en Brasil, “que emergió con el Partido de los Trabajadores en el poder”, recuerda. Todo ello “lo ha sabido encauzar muy bien Bolsonaro” para sumar apoyo, precisa Núñez.
Por otro lado, “el PT también está pagando [con este menor apoyo de votos] la política de gran soberbia de Lula y Dilma Rousseff” en el sentido de que “aquí hemos llegado y aquí nos vamos a quedar”, apunta Núñez. Insiste en que “intentaron acumular y controlar el poder”, aunque matiza que “dentro de marcos democráticos”. En el ámbito externo “Lula trató de convivir y tendió la mano al bloque bolivariano”, subraya Núñez.