Fernando Mires (ALN).- La que se pensó iba a ser la salida política al estallido social, la aprobación de un plebiscito que decidirá en abril la apertura hacia una Nueva Constitución que sustituya a la de 1980 puede resultar, de acuerdo al objetivo trazado, un remedio peor que la enfermedad. Sólo ha postergado un conflicto que, todos pronostican, se agravará en los tres primeros meses del 2020.
El llamado “estallido social” de fin de año no se planteó originariamente el tema de una Nueva Constitución. Los partidos, sobre todo los de izquierda, lo sacaron del cajón de los recuerdos con el objetivo de abrir cauces políticos a movilizaciones que estaban lejos de controlar. Lo que no programaron fue que ese plebiscito, celebrado con el pomposo título de “acuerdo político nacional”, iba a alterar todo el paisaje político chileno. Esa es la opinión al menos de dos destacados comentaristas: Gonzalo Rojas, representante de la derecha-derecha y Eugenio Tironi, de la centro-izquierda. Habría sido interesante introducir en este texto la opinión de alguien de la izquierda-izquierda, pero ese sector padece por ahora de sequía mental.
La opinión de Rojas es aparentemente pesimista para la derecha. Aunque de acuerdo a las posiciones que el publicista representa, es más bien optimista. Veamos:
Para Rojas, el acuerdo en torno al evento plebiscitario ha sido una victoria de la izquierda por sobre la coalición gubernamental. Esa izquierda (Rojas habla de izquierda sin hacer diferenciaciones) ha logrado dividir a los dos partidos principales de “Chile Vamos”, la UDI y RN, “sembrando el germen de la división más rotunda que pueda experimentar un partido en su interior: la desavenencia sobre el contenido de las normas que fundamentan la democracia”. “Efectivamente” -afirma- “no puede haber cosa más grave para una colectividad que el hecho de que sus parlamentarios estén divididos sobre votar Apruebo o Rechazo el próximo mes de abril, lo que significa obviamente ‘quiero cambiarlo todo’ versus ‘quiero mantenerlo todo’”.
Según Gonzalo Rojas lo que unía a la UDI y a RN era el principio constitucional. Sin ese principio la unidad ya no se justifica. Por eso vaticina: “cuando avance la campaña para el plebiscito, tanto la UDI como RN se seguirán quebrando en dos sectores (…) enfrentados por la concepción de la persona humana, el Estado subsidiario o el rol de las Fuerzas Armadas. Y esa quiebra, que durante el periodo constituyente será sólo una fractura, puede convertirse para la UDI y para RN en auténtica insolvencia después de las elecciones parlamentarias de 2021”.
El estallido en Chile es por la desconexión de los partidos, el liderazgo, el Estado y las universidades con la sociedad
Ante esa situación, Rojas cree ver confirmada una de sus tesis, a saber: que la derecha, de ahora en adelante, deberá dividirse en tres partidos. Hacia la derecha extrema, el Partido Republicano. Hacia la derecha-centro, Evópoli. Los republicanos integrarán a gran parte de la UDI y Evópoli a lo que quede de RN. Ese desplazamiento abriría el paso, según Rojas, a una tercera tendencia, la socialcristiana.
En breve: lo que está proponiendo Gonzalo Rojas es una suerte de frente amplio de derecha dividido en tres franjas, todas unidas en contra de “la izquierda”. Cabe deducir entonces que, más que un vaticinio, el de Rojas parece ser un proyecto estratégico. De hecho avista una oportunidad para un recambio ideológico en el campo de “las derechas” en donde, en virtud de la zanja que abrirá el plebiscito, el Partido Republicano saldría muy fortalecido pues de hecho pasaría a convertirse en heredero de las tradiciones portalianas (léase pinochetistas) y en depositario del legado ideológico de Jaime Guzmán. Una derecha pura y dura subordinando a la centro-derecha. En otras palabras: un desplazamiento según el cual la hegemonía ya no residiría en la centro-derecha sino en la derecha-derecha. Visto así, el estallido y su corolario, el plebiscito por el cambio constitucional, laboraría a favor de la reconstitución de la derecha. De tal modo, lo que presenta Rojas como un triunfo de la izquierda sobre “las derechas” puede ser revertido y convertirse, después del plebiscito y de cara a las parlamentarias de 2021, en un triunfo de la derecha dura en contra de la derecha blanda y sobre esa base, en un triunfo de las derechas en contra de “la izquierda”:
El análisis de Eugenio Tironi es algo más diferenciado que el de Gonzalo Rojas. Por de pronto coincide en un punto con el opinador derechista: “La UDI casi fue excluida del gobierno de cierto modo; o sea, hoy día, el principal partido de gobierno es el Evópoli”. También coincide en que la fractura del bloque gubernamental ocurre frente a diferentes posiciones con respecto al reto constitucional: “mientras la UDI rechaza una nueva Constitución, RN decide libertad de acción y Evópoli está a favor”. En lo que Tironi no coincide con Rojas es que él no ve a la izquierda como un bloque monolítico y unitario. Por el contrario: esa izquierda, como consecuencia del “estallido”, aparece más fragmentada aún que la derecha.
El Partido Comunista pasó la raya roja. En lugar de mantener un mínimo de solidaridad con la centro-izquierda donde pisaba con un pie, se sumó a las posiciones más extremistas de la izquierda excéntrica (lejana al centro) representada en el Frente Amplio, lo que convierte en una imposibilidad el mantenimiento de una vinculación, aunque sea indirecta, entre el PC y los socialcristianos. De este modo se abren las condiciones para la formación de una centro-derecha (democristianos más Evópoli) que podría articularse en diversos puntos con la centro-izquierda (PS más PPD y algunos fragmentos socialdemócratas del FA).
Concluyendo:
1. De acuerdo a los dos autores mencionados ha quedado claro que el ganador inmediato de los “estallidos” de 2019 no ha sido la izquierda sino la derecha más alejada del centro representada en los republicanos de José Antonio Kast convertidos en un polo de atracción magnético que atraerá a la UDI y a los sectores más derechistas de RN.
2. Para Gonzalo Rojas, lo que él llama triunfo de la izquierda es en realidad el triunfo de la derecha más recalcitrante. Para Eugenio Tironi en cambio, puede ser el triunfo de la centralidad política en tanto se abre un arco situado sobre un campo de arenas movedizas en donde son posibles diálogos y concertaciones que involucran desde el Evópoli hasta los socialistas, pasando por la DC y el PPD.
3. La izquierda excéntrica puede quedar muy desconectada. De hecho no es un polo magnético hacia la izquierda como son los republicanos hacia la derecha. Sólo podrían establecer una conexión con la centro-izquierda si determinados caudillos del PS, en su afán por lograr poder de calle y/o de voto, se abrieran aún más hacia la izquierda.
4. El plebiscito de marzo determinará la nueva correlación de fuerzas entre izquierdas y derechas vistas en bloques conjuntos. Por eso, antes de que comience a tomar forma la campaña plebiscitaria, todo el mundo sabe que lo que menos importará en ese trance será la Nueva Constitución a la que a casi nadie interesa y muy pocos leerán. Si triunfa el “sí”, ocurrirá algo políticamente previsto por los demiurgos de la opción plebiscitaria. Si llegara a triunfar el “no”, o si simplemente ese “no” perdiera por pocos votos, tendrá lugar una crisis de grandes proporciones en el campo de la izquierda. Lo cierto es que todavía nadie sabe para quién trabaja. Si el “no” llegara a obtener un buen resultado no sería la primera vez en la historia de Chile en que las acciones de la izquierda terminarían por favorecer a las derechas más extremas y militantes.
Aunque es verdad que los capítulos de la historia nunca se repiten, no menos verdad es que muchos de sus capítulos se parecen entre sí.