Nelson Rivera (ALN).- El canadiense Philip E. Tetlock es el más reputado estudioso del trasfondo y las operaciones mentales involucradas en la práctica de pronosticar. El autor de ‘Superpronosticadores. El arte y la ciencia de la predicción’ es co-director del megaproyecto ‘Good Judgment Proyect’.
A diario, en medios de comunicación y eventos de carácter público, se dan a conocer centenares o miles de pronósticos. Estos se refieren a cuestiones fundamentales en nuestras vidas:
1.- el desenvolvimiento de las finanzas;
2.- los resultados de un próximo proceso electoral;
3.- la resolución de un conflicto político;
4.- el impacto que un cambio legislativo podría tener en la formación escolar.
El experto, cada vez más, lo es en función del futuro. Cada vez se le exige ser portavoz de lo que viene. Pronosticar se ha convertido en un negocio. Un modo de ganar fama. De sentarse ante los micrófonos. La sociedad, asediada por las incertidumbres, aspira a enterarse de lo que va a ocurrir. Ya no le bastan los astrólogos. Ha llegado el turno de los pronosticadores.
La sociedad, asediada por las incertidumbres, aspira a enterarse de lo que va a ocurrir. Ya no le bastan los astrólogos. Ha llegado el turno de los pronosticadores
Más que un pronosticador, Philip E. Tetlock es el más reputado estudioso del trasfondo y las operaciones mentales involucradas en la práctica de pronosticar. Canadiense, es un estudioso de la psicología y las ciencias políticas. Además, autor de varios títulos precedentes, entre ellos uno de fama, El juicio político de los expertos (escrito junto a Aaron Belkyn). El que aquí se comenta, Superpronosticadores. El arte y la ciencia de la predicción (Editorial Katz, Argentina, 2017), ha sido escrito con la colaboración de Dan Gardner, periodista especializado en temas afines. Tetlock es co-director del megaproyecto Good Judgment Proyect, investigación sobre la predicción.
Meteorología variable
Está ocurriendo esto: mientras más numerosos y profundos son los conocimientos, menos predecible se vuelve el mundo. Pronosticar es de audaces. No es una capacidad innata: debe cultivarse. Y, como todo en la sociedad, tiene límites: ni la realidad es un reloj, ni las cosas se repiten.
La ansiedad por conocer anticipadamente lo que ocurrirá, alcanza este extremo: pronosticar es un capítulo más de la industria del entretenimiento. Los pronósticos se producen en tal cantidad y a tal velocidad, que no se verifican. Cada uno desplaza al anterior. Tetlock revisa casos ampliamente difundidos -como aquellos que aseguraban que Irak poseía un arsenal nuclear- y evalúa los dos fenómenos: por qué especialistas del más alto nivel se equivocan, a veces de forma patética; y por qué profesionales de distinta experiencia, logran niveles de acierto que resultan asombrosos.
Las razones por las que hasta los más formados científicos se equivocan, son múltiples:
1.- confianza extrema en ciertos paradigmas o indicios;
2.- dificultad psicológica para aceptar las dudas;
3.- prácticas que resisten al cambio, propias de los establecimientos;
4.- “el complejo de creerse Dios”;
5.- el apuro, que impide la reflexión sosegada; 6.- el magnetismo, a veces irrebatible, que generan las primeras impresiones;
7.- la dificultad de introducir elementos que irrumpan en relatos ya conocidos (y tranquilizadores);
8.- predominio de la compulsión de explicar sobre la exigencia de preguntar;
9.- la tendencia del interrogado a simplificar las preguntas que se le formulan;
10.- la tendencia a igualar los indicios; el uso de un lenguaje -esto es clave- impreciso, proclive a la ambigüedad (“existe una alta probabilidad”);
11.- la resistencia a convertir los pronósticos en números, etcétera, etcétera.
Algunos factores imprescindibles
Quienes logran mejores resultados responden a una cierta caracterología básica:
1.- son personas con un bajo nivel de prejuicios, predomina en ellos la curiosidad y una actitud mental de apertura;
2.- tienen capacidad de concentrarse en el análisis y seguimiento de los temas;
3.- se apasionan, aunque no se alejan nunca de la prudencia;
4.- tienen habilidades numéricas -o en su defecto, no temen a las proyecciones estadísticas;
5.- piensan con actitud permanente de autocrítica;
6.- carecen de escrúpulos al momento de corregir sus propias estimaciones;
7.- no se conforman con formular un pronóstico, sino que avanzan con varios a un mismo tiempo;
8.- evitan los planteamientos dilemáticos o de tres factores;
9.- hacen seguimiento a los temas de forma sistemática;
10.- escuchan las opiniones de otros, especialmente de aquellos que piensan de forma opuesta; y
11.- muy importante, evitan el pensar ideológico (lo cual no quiere decir que el pronosticador debe carecer de ideología).
Además del necesario uso de herramientas estadísticas, Tetlock recomienda:
1.- no adoptar ninguna tesis sin verificarla antes;
2.- desconfiar de ideas que violan principios de conductas conocidas;
3.- no ofrecer estimaciones sin límites de tiempo;
4.- dudar cada vez que un pronóstico desafía las leyes de la inteligencia;
5.- subdividir las preguntas en cuestiones cada vez más específicas;
6.- pensar, en cada caso, cómo puede contrastarse el pronóstico con un factor o una mirada externa; y
7.- entre muchas otras que no consigno aquí para no extender este comentario, no desactivar nunca el lado lúdico de los pronósticos: que sea siempre una ocasión de disfrutar del pensamiento, aun cuando el tema sobre el que se está trabajando sea peligroso y alarmante.