Daniel Gómez (ALN).- A la expresidenta de Chile y alta comisionada para los Derechos Humanos de la ONU le llueven las críticas. Desde Chile, desde Venezuela, desde el mundo de la música. Le piden más dureza contra Nicolás Maduro. Que compruebe en primera persona el sufrimiento de los venezolanos. Y eso hará la semana próxima. Pero dicen que llega tarde. ¿Acaso es culpa suya? No. Es culpa del régimen de Maduro, que no facilitó una misión de la ONU hasta ahora que se encuentra acorralado.
Un equipo técnico de las Naciones Unidas visitará Venezuela la semana que viene por encargo de la alta comisionada para los Derechos Humanos de la ONU, Michelle Bachelet, también expresidenta de Chile.
La misión, anunciada este miércoles, generó tres reacciones. Los más radicales la criticaron porque dicen que Bachelet llega tarde. Los otros, entre ellos el presidente encargado, Juan Guaidó, la celebraron, aunque no sin incluir una velada advertencia.
“Hemos solicitado en todo momento que sea la oficina de la alta comisionada que venga a verificar in situ lo que sucede. Así que bienvenidos a revisar sin ideologías, sino en pro del pueblo venezolano”, comentó el presidente encargado de Venezuela, Juan Guaidó, en respuesta al anuncio de Bachelet.
Ocurre que Nicolás Maduro se define como socialista, pero no lo es. Su movimiento es el chavismo y este ha derivado en tiranía. No en democracia. Socialista o socialdemócrata sí es la alta comisionada de la ONU.
Bachelet lo dice sin tapujos, y eso le molesta a muchos venezolanos hartos de oír a Hugo Chávez y a Nicolás Maduro definirse como socialistas cuando lo que han hecho es establecer un régimen que viola los derechos humanos.
Esto último lo admite hasta la propia Bachelet. Y no lo admite ahora, que ha estado en el punto de mira mundial después de que el cantante español Miguel Bosé le instó a “mover sus nalgas a Venezuela”. Bachelet lo lleva diciendo desde que en septiembre de 2018 tomó posesión como alta comisionada para los derechos humanos de la ONU.
Bachelet siempre condenó a Maduro
En un comunicado difundido por la misma Bachelet dijo lo siguiente: “El Gobierno [de Maduro] no ha demostrado apertura a medidas genuinas de rendición de cuentas respecto de cuestiones documentadas por la Oficina durante las protestas masivas de 2017”.
Bachelet señaló al régimen, y también explicó por qué lo hizo. “Desde la publicación de nuestro último informe sobre Venezuela, en junio, la Oficina ha seguido recibiendo información sobre violaciones de derechos sociales y económicos, como casos de muertes relacionadas con la malnutrición o enfermedades prevenibles, así como sobre violaciones de los derechos civiles y políticos, incluidas las detenciones arbitrarias, los malos tratos y las restricciones a la libertad de expresión”, precisó en el comunicado.
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Como se ve, el discurso de Bachelet no es nuevo. Tampoco aislado. Lo ha sostenido los seis meses que lleva en Ginebra. Y lo ha ratificado ahora que anuncia la nueva misión de la ONU.
“La situación en Venezuela ilustra claramente la manera en que la violación de los derechos civiles y políticos, incluyendo la falta de respeto a las libertades fundamentales y a la independencia de instituciones claves, puede acentuar el declive de los derechos económicos y sociales”, dijo este miércoles la alta comisionada.
Bachelet atacó al régimen. Anunció la visita. Pero ni aún así se libró de las críticas. Molestó que dijera que la crisis de Venezuela “ha sido exacerbada por las sanciones”. ¿Acaso esto es mentira?
El objetivo de las sanciones no es otro que debilitar al régimen. El régimen es el poder. El poder emana de una fuente llamada petróleo. Y al petróleo es hacia donde han apuntado buena parte de las sanciones impuestas por Estados Unidos.
Con la petrolera estatal PDVSA cercada por las sanciones, el sector petrolero, ya ineficiente a causa del chavismo, se precipita hacia mínimos históricos. Y esto en Venezuela -un país que sólo exporta petróleo, que ahora no tiene cómo conseguir divisas- tiene un impacto directo en la calidad de vida de los ciudadanos.
La demora la provocó el régimen
A Bachelet también se le critica por la demora. ¿Por qué no mandó antes una misión a Venezuela si era consciente de la crisis? La alta comisionada de la ONU dio respuesta a esta pregunta en un acto celebrado en la Casa de América de Madrid hace tres meses.
Era diciembre de 2018. Entonces Bachelet recibió una carta que le envió Maduro. En ella, el gobernante la invitaba a visitar Venezuela “para conocer al detalle las repercusiones negativas que las medidas coercitivas unilaterales impuestas por factores adversos han tenido contra los derechos humanos del pueblo venezolano”.
Eso decía la carta. Y esto le respondió Bachelet. “Estuve hablando en Marruecos con el canciller venezolano, Jorge Arreaza, para ver cuándo y en qué condiciones se puede generar una visita en tema de los derechos humanos. Aunque no sin que antes acuda una misión allí”.
Esta fue la condición de Bachelet. Que antes un equipo técnico de la ONU acuda a Venezuela a constatar lo que ocurre en el país. Pero una misión que debía cumplir “una serie de condiciones” que ahora aclaró la alta comisionada.
“Siempre que me invitan a un país, antes de ir, quiero asegurarme de que las condiciones garanticen que puedo desempeñar mi papel como debería, que puedo ir y hablar con todo el mundo”, dijo la expresidenta chilena en un vídeo colgado este miércoles en Twitter. “Sería inútil ir y una vez allí no poder reunirme con cualquiera que necesite reunirme. Creo que sería un fracaso de mi función”.
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Ahora Maduro garantizó las condiciones. Ahora permitió a técnicos de la ONU comprobar lo que está pasando en Venezuela. Ahora podrá hablar con el equipo de Juan Guaidó, con el chavismo, y también con los venezolanos libremente. De ahí saldrá un informe y un veredicto. De lo que está ocurriendo en el país, y de si Bachelet tiene o no un sesgo ideológico en un cargo que requiere neutralidad.
El papel de Bachelet en la ONU
Una neutralidad que quienes le critican “no han respetado”. Así lo piensa Juan Gabriel Valdés, excanciller durante la Presidencia de Eduardo Frei Ruiz-Tagle y militante, al igual que Bachelet, del Partido Socialista chileno.
“Debiera saber perfectamente que ni el secretario general de Naciones Unidas ni nadie puede estar calificando a un país miembro de Naciones Unidas”, dijo el exministro en radio Pauta Final de Chile refiriéndose al presidente, Sebastián Piñera, duro con Bachelet por su rol como comisionada al considerar que todavía no ha condenado a Maduro.
Bachelet: “Sería inútil ir y una vez allí no poder reunirme con cualquiera que necesite reunirme. Creo que sería un fracaso de mi función”
“Comparto que la ONU y la oficina del alto comisionado de la ONU para los Derechos Humanos deben deben jugar un rol más activo y eficaz en recuperación de libertades y respeto de los derechos humanos en Venezuela”, dijo Piñera en un tuit en el que se refirió a las declaraciones de Bosé para criticarlas.
Como dijo Valdés en la entrevista, los protocolos en la ONU importan mucho. Bachelet no sólo habla por Chile, o por América Latina, sino que es la voz de los derechos humanos de los 190 países representados en el organismo.
Cabe recordar que, hasta hoy, 60 países reconocen a Guaidó. Apenas una decena a Maduro. La mayoría, no se pronuncian sobre lo que ocurre en Venezuela. Y es que al margen de lo que está ocurriendo en el país latinoamericano, Bachelet tiene que atender las denuncias que le llegan desde Austria, Italia, Afganistán, Siria, Sudán, Birmania…
La ONU es burocracia. Y la burocracia es procedimientos. Si no, que se lo digan a Estados Unidos. Con argumentos como los tienen para convencer a Rusia y China de que la alternativa Guaidó es más favorable para sus intereses que seguir del lado de Maduro, los funcionarios estadounidenses siguen sin convencerles en el Consejo de Seguridad.
Como reiteran los países del Grupo de Lima y EEUU, el cambio en Venezuela es imparable. Pero no inmediato. Tumbar a un régimen que acumula 20 años en el poder no se consigue en tres meses.
Todo esto lo sabe Bachelet. A quien se le puede reprochar su falta de dureza en los discursos, pero no la celeridad en los procedimientos. Para que la ONU fuera a Venezuela tenía que contar con todos, y Maduro no se lo permitió hasta ahora. Por eso el régimen está en deuda con la alta comisionada.