Juan Carlos Zapata (ALN).- La oferta de Nicolás Maduro ¿ha convencido a la oposición? La tal mesa de negociación propuesta ayer por el mandatario se le parece a muchos de los líderes de la Mesa de la Unidad Democrática, MUD, a la fallida mesa de diálogo de diciembre de 2016, y al fallido diálogo de mediados de 2014.
El expresidente de España José Luis Rodríguez Zapatero logró que representantes de Gobierno y oposición se encontraran tres veces esta semana -se supone que habría una cuarta en la noche en Caracas y la jornada continuará hoy- y debatieran los puntos que condujeran a un acuerdo. La propuesta de Zapatero es de largo alcance, y conduciría a un adelanto de las elecciones presidenciales.
Pero el punto de la discordia es la Constituyente. Es decir, la Asamblea Nacional Constituyente convocada por Nicolás Maduro y que, ha ratificado el mandatario, será votada este domingo 30 de julio. Para la oposición es vital -lo sigue siendo- la suspensión. Según el líder Leopoldo López es una amenaza. Persigue la destrucción de la República y la sumisión del pueblo al proyecto de Maduro y también del segundo en el poder, Diosdado Cabello.
Maduro le ha añadido un apellido a la mesa de diálogo. Que sea también de “acuerdo nacional y reconciliación de la patria”. Una mesa, dijo, en la que se debatan los grandes temas nacionales.
Pero antes, uno de esos temas, para la oposición, es precisamente la Constituyente, la cual va, puntualizó ayer Maduro, en tanto significa el “único camino a la paz”.
Ante esa afirmación impera la duda. Si la mesa de diálogo a la que llamó es para buscar la reconciliación nacional, ¿cómo es que la Constituyente es el “único” camino a la paz?
El punto de la discordia es la Constituyente convocada por Maduro y que, ha ratificado el mandatario, será votada este domingo 30 de julio
Para los líderes de la oposición es más bien la última iniciativa que conformaría la dictadura, régimen que se viene gestando con sentencias del Tribunal Supremo de Justicia, TSJ, y con el apoyo de la Fuerza Armada.
Se supone que en las jornadas de trabajo con la mediación de Zapatero, los representantes de la oposición plantearon suspender la Constituyente. Con anterioridad, Maduro había dado un asomo en otro sentido. Que tal vez sería pospuesta -que estaba dispuesto a ello- debido a que la oposición quería inscribir candidatos. Sin embargo, en el cierre de campaña de ayer la ratificó.
La oposición estaría dispuesta a acogerse a la mesa de negociación si en cambio se suspende. Y es que una vez electa, ¿qué garantías hay de que ese suprapoder haga lo contrario a lo que esté en mente del Presidente y en la mesa de negociación? Se supone, también, que Maduro cambiaría las bases de la convocatoria de la Constituyente, haciéndolas más flexibles, lo cual tampoco arroja garantías. Aquí hay aspectos a tomar en cuenta:
Por un lado, el poder chavista está dividido -igual que la oposición- en cuanto a negociar o no negociar. Diosdado Cabello, el segundo del régimen, ha ratificado que no hay nada que negociar y es de los más entusiastas por la Constituyente, ya que aspira a presidirla, y como presidente, tendría más poder que el propio mandatario. La Constituyente, concebida como está, es un poder soberano. ¿Le conviene a Maduro que Cabello detente más poder? ¿Más que el que se abroga hoy?
Por otro lado, si el poder chavista está dividido, también lo está el chavismo en cuanto movimiento. Y este es el evento inédito de los últimos meses. Fue la fiscal general, Luisa Ortega Díaz, la que refrendó la ruptura del hilo constitucional. Y es el llamado chavismo crítico o democrático, el que ha terminado de debilitar las bases de apoyo del régimen. La Constituyente tiene un rechazo de más del 80%, por encima del rechazo de los venezolanos a Maduro y a su gestión. El partido de gobierno, PSUV, también se ha descalabrado en las encuestas a índices por debajo de los 20 puntos.
Otro aspecto es que hay matices a la hora de hacer anuncios. Y ayer, muy bien, Maduro amplía las opciones de la mesa de diálogo pero al mismo tiempo agregó: “Yo sería feliz si la instalamos antes de la Constituyente porque si no fuera así yo le entregaría a la Constituyente todo el poder de convocar, de manera obligatoria, un diálogo nacional de paz, con una ley constitucional de obligación entre las partes”. ¿Cómo interpretar el agregado? ¿Amenaza? ¿Chantaje?
La MUD reacciona al anuncio de Maduro con más protestas
Lo último explica la reacción de la Mesa de la Unidad Democrática, MUD. Más protestas. La oposición viene de parar el país durante 48 horas, y suma ahora la convocatoria a manifestarse en las calles en las principales ciudades del país desde este viernes hasta el domingo, el día de la elección.
-No es verdad que el régimen nos ha participado que va a detener la Constituyente -señaló el primer vicepresidente de la Asamblea Nacional y miembro del partido de Leopoldo López, Freddy Guevara-. Todos a la calle este viernes, sábado y domingo contra la Constituyente de Maduro -apuntó.
Como se sabe, López hizo público esta semana un mensaje en el que reivindicaba la protesta, la protesta sin regreso, hasta la conquista de la libertad y la democracia. A la Fuerza Armada le solicitó que, por lo pronto, suspendieran el Plan República, el plan que protege los comicios, y que no se hicieran cómplices del fraude de la Constituyente. López, quien goza de la medida de casa por cárcel, no descarta volver a prisión. ¿Pero quién no iría a la cárcel si el régimen impone la Constituyente? Desde el chavismo se ha amenazado con “aniquilar” a la oposición. El propio Maduro ha ofrecido cárcel a dirigentes como es el caso de Guevara. Esto a pesar de que Guevara fue uno de los primeros dirigentes en asomar la posibilidad de la negociación, claro está, sin la Constituyente.
Zapatero, que partía ayer de Caracas a Madrid, se devolvió del aeropuerto a una nueva jornada de trabajo
La estrategia del partido de López, uno de los más importantes de los que conforman la MUD, parece estar clara: Negociación sin bajar la presión de calle.
Y es que en el terreno, en Venezuela no baja la intensidad del conflicto. El Gobierno sigue reprimiendo, aumenta el número de muertos y heridos, y ha prohibido el derecho a manifestarse y a reunirse; los Estados Unidos han ordenado a los familiares del personal diplomático abandonar Venezuela, las líneas aéreas suspenden operaciones, y el éxodo de venezolanos por la frontera con Colombia aumenta cada día.
Para Maduro, el escenario ideal sería el de la instalación de la mesa antes de la elección de la Constituyente. Para la oposición que no se avanzara con ella. El recelo es mutuo. No hay confianza en la palabra de Maduro, que no cumplió con la hoja de ruta de los acuerdos de diciembre de 2016. No es secreto que en privado Cabello le ha advertido a Maduro que con la oposición no se puede ceder, pues por más concesiones que se le haga siempre encontrará excusas para conspirar. Cabello también ha dicho en público que la oposición confunde negociar con claudicar. El problema es que la Constituyente se le convirtió a Maduro en una camisa de fuerza. No resuelve los problemas que pretende resolver, más bien los profundiza, y corre el riesgo de quedar disminuido ante Cabello.
No todo, sin embargo, está perdido. Zapatero, que partía ayer de Caracas a Madrid, se devolvió del aeropuerto a una nueva jornada de trabajo. El expresidente no tira la toalla. No ahora, cuando sus puntos de credibilidad están más altos entre la dirigencia opositora luego de conseguir el beneficio de casa por cárcel para López. Además, en esta ocasión, no es solo el Vaticano, no es solo la Casa Blanca, no son solo la OEA, La Habana y Unasur los actores involucrados e interesados en que se alcance un acuerdo. Hay más factores internacionales brindando apoyo a la salida negociada porque el otro escenario es el del conflicto. También, factores empresariales del país se han movido apoyando la negociación y la mediación, un aspecto con el que no contaba Zapatero en el pasado. Todos parecen remar en un mismo sentido. Excepto los extremos.