María Rodríguez (ALN).- De todo Mercosur, la economía peruana fue la que mejor gestionó el alza de los precios de las materias primas entre 2002 y 2011, según el último informe de Econométrica IE. La casa de análisis sitúa en el polo opuesto a Venezuela y le pone deberes para mejorar su macroeconomía. El ‘boom de las commodities’ de 2002 y 2011 tuvo un impacto especial en los países del Mercosur ampliado (Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Ecuador, Paraguay, Perú, Uruguay y Venezuela), por la especial vinculación de esta región con el sector de las materias primas. De todas estas economías, las que mejor gestionaron la particular burbuja fueron Perú, en primer lugar, y Colombia, en segundo, según constata el último informe de Econométrica IE, publicado esta semana. Peor parada quedó la macroeconomía venezolana con un desplome del 68% del salario real desde el inicio del auge hasta 2016 y con una productividad estancada.
Para llegar a estas conclusiones, la casa de análisis financiero se ha apoyado en varios indicadores macroeconómicos de los países de Mercosur. Ha estudiado desde la evolución del tipo de cambio nominal y real, la del salario real o la ratio de deuda externa hasta la velocidad de circulación del dinero, entre otros.
De todo Mercosur Perú fue el que mejor gestionó el alza de los precios de las materias primas entre 2002 y 2011
Tras la que se llegó a denominar como “la Gran Depresión de las commodities” en los años 80 y 90 del siglo XX, el precio de las materias primas volvió a subir con fuerza. Esta burbuja de los precios de las materias primas se inició en 2002 por varias razones, que la casa de análisis enumera en el propio informe: la entrada del nuevo milenio, los cambios en la política monetaria de Estados Unidos, la llegada del euro y, sobre todo, la creciente demanda mundial de mercancías provenientes de los BRICs (Brasil, Rusia, China e India).
Esta particular burbuja estalló en 2011. Desde Econométrica IE recuerdan que se debió “a la ralentización del crecimiento en China y la expectativa de culminación del período de tasas bajas y política monetaria laxa en EEUU”.
En este estudio se refleja el especial impacto del ‘boom de las commodities’ en Mercosur. Según el informe, todas las economías, salvo la de Perú y en menor medida la de Colombia, usaron los precios de las materias primas para revaluar sus tipos de cambio, “es decir, para dar un poder de compra artificial”, puntualizan.
El caso de Venezuela se torna especial. Desde Econométrica IE lo llegan a definir como “desastroso” y concluyen: “A pesar de los controles de cambio y precios y la descomunal revaluación del tipo de cambio oficial, el salario real se desplomó en un contexto en que la productividad se estancó”. Todo ello lo achacan a que el proceso de formación de precios se separó totalmente del cambio oficial “y pasó a depender del tipo de cambio del mercado negro, cuya cotización tiene lugar fuera de la frontera nacional”, argumentan en el informe.
Según la casa de análisis, Perú gestionó mejor la situación al no permitir que el incremento del precio de una de sus principales materias primas, la del cobre refinado, impactara fuertemente en su economía. El valor de esta materia prima se disparó un 466% durante el boom. Sin embargo, a finales de 2016, la nación se encontraba con una posición ligeramente más competitiva que en 2002. La lectura de Econométrica IE es que Perú no hizo depender el bienestar de sus ciudadanos de las fluctuaciones del precio del cobre. No obstante, sí constatan que incluso este país toleró cierto grado de revaluación cambiaria durante los últimos años del boom, que pudo revertir y superar a partir de 2012.
La macroeconomía venezolana experimentó un desplome del 68% del salario real desde el inicio del boom hasta el 2016
La mejor gestión de esta burbuja por parte de Perú se confirma, según el informe, con la inflación promedio anual desde el 2002 hasta el 2016: Perú alcanzó 3%, Chile 3,3%, Ecuador 3,8%, Colombia 4,5%, Bolivia 5,5%, Paraguay 5,7%, Brasil 6,3%, Uruguay 7,9%, Argentina 19,5% y Venezuela 54,5%. En definitiva, “el riesgo cambiario, es decir, el riesgo de depreciación de la moneda local, es mínimo en Perú por su buena gestión”, insisten en el informe. En el lado opuesto están Venezuela y Argentina, con un riesgo de depreciación máximo en el corto plazo, tal como califican desde la casa de análisis. En el caso de Uruguay, este riesgo es menor “por el amplio acervo de reservas internacionales con que cuenta para defender el tipo de cambio”, puntualizan.
A medio y largo plazo, “Venezuela y Argentina se verán obligadas a dar al traste con su política de tipos de interés reales negativos”, indican en el informe y apuntan una receta para mejorar la economía venezolana: el país latinoamericano “deberá afrontar el levantamiento de los controles de cambio y precios, así como de tipos de interés”, insisten. La buena noticia que ven desde Econométrica IE es que al haberse separado la dinámica de precios del tipo de cambio oficial, “los efectos inflacionarios de una unificación cambiaria en Venezuela podrían concentrarse fundamentalmente en el sector servicios, cuyos precios están muy por debajo de lo observado en la región”, concluyen.