Rogelio Núñez (ALN).- Perú abre este domingo el ciclo electoral latinoamericano de 2020 con unas elecciones legislativas, donde los diputados electos tan sólo están llamados a completar un año en el cargo, hasta 2021. Se trata de unos comicios extraordinarios producto de la decisión del presidente Martín Vizcarra, quien el 30 de septiembre decidió cerrar el anterior Legislativo para acabar con el bloqueo institucional que se prolongaba desde 2016. Un prolongado choque de trenes entre el Ejecutivo (antifujimorista) y el Legislativo (controlado por el fujimorismo y sus aliados) que había sumido en la parálisis al país andino.
Esta medida presidencial fue, por lo tanto, la culminación de un largo bloqueo entre el Legislativo y el Ejecutivo cuando el primero quedó conformado por una mayoría absoluta fujimorista mientras que la presidencia ha estado en manos del antifujimorismo: primero con el expresidente Pedro Pablo Kuczynski (PPK) en 2016 y luego por su entonces vicepresidente, Martín Vizcarra, a partir de 2018 tras la caída de PPK.
Pese a que son unas elecciones legislativas para un Congreso que sólo va a durar un año, se trata de unos comicios importantes: hay mucho en juego para los diferentes actores, se van a transformar en un test de cara a las presidenciales de 2021 e incluso para la supervivencia del proyecto de reformas que encabeza el Ejecutivo de Martín Vizcarra.
Esa decisión de Vizcarra provocó incertidumbre a corto, medio y largo plazo. A corto por saber si el cierre del Congreso había sido constitucional. Al final, y tras casi cuatro meses, el Tribunal Constitucional de Perú resolvió a sólo 11 días para los comicios por mayoría que la medida fue legal. Por cuatro votos a favor y tres en contra, el tribunal declaró infundada una demanda de inconstitucionalidad presentada a fines de octubre por el jefe del Congreso disuelto.
La incertidumbre a medio y largo plazo, sin embargo, no se ha disipado: a medio por los resultados que se prevén y que indican que se pasará del bloqueo por la existencia de una fuerza mayoritaria (2016-2020) opuesta al gobierno, a una posible inacción del futuro Legislativo por la elevada división del próximo Congreso.
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Un nuevo Congreso fragmentado
La fragmentación y la alta abstención se alzan como las dos características que van a marcar este proceso electoral. Los sondeos apuntan a la victoria del partido de centroderecha Acción Popular que ronda entre 10% y 25%, con una segunda fuerza, el fujimorismo (Fuerza Popular) de Keiko Fujimori, excarcelada tras una polémica sentencia del Tribunal Constitucional, con entre 8% y 20%. Las terceras fuerzas serían los centroderechistas Alianza para el Progreso (APP) y el Partido Morado de Julio Guzmán.
Sin candidatos presidenciales que empujen a los partidos y con una población crecientemente desafecta con respecto a unas fuerzas políticas a las que les persigue la sombra de la corrupción (el escándalo Lava Jato que ha golpeado al fujimorismo, al humalismo y al APRA), los sondeos adelantan que la indecisión y la insatisfacción con las opciones superan los porcentajes que logran los partidos en pugna: según el Instituto de Estudios Peruanos (IEP) e Ipsos más del 50% de los electores no saben por quién votarán, tienen decidido hacerlo en blanco o, incluso, viciar el voto. Otras encuestas señalan que blancos, nulos y viciados sumarán un 63%.
Como apunta en el diario La República Augusto Álvarez Rodrich, “la verdad, sin embargo, es que nadie sabe qué va a pasar este 26 de enero. Hernán Chaparro, jefe del área de estudio de opinión del IEP, tuvo una oportuna crítica a esta maraña de encuestas, incluyendo la de CPI, sobre la cual señaló que se ha difundido de una manera equivocada. Lo único cierto en este momento es que la mayoría aún no decide su voto y que el 26 de enero la elección traerá grandes sorpresas para todos”.
A la incertidumbre a corto plazo (ya disipada) y a la de medio plazo (aún existente) se unen las del largo plazo ya que el año que viene es de elecciones presidenciales. Las grandes reformas políticas, económicas y sociales van a quedar a expensas de quien resulte ganador no tanto de la cita de este domingo sino de la que tendrá lugar en 2021.
La fragmentación se da entre las opciones a elegir (hay hasta 21 partidos que se postulan) y en cuanto a cómo quedará el nuevo Congreso donde el partido fujimorista Fuerza Popular, que dominó el último Congreso, verá reducida su presencia y el APRA del expresidente Alan García, quien se suicidó el año pasado cuando lo iban a arrestar por presuntamente recibir sobornos, se enfrenta a la pérdida de su registro.
De hecho, las últimas encuestas muestran un Congreso muy fraccionado pues todos los partidos quedan lejos de la mayoría absoluta (cifrada en 66 de los 130 diputados): AP rondaría los 35 congresistas (subiría unos 30 con respecto a 2016), Fuerza Popular sobre 25 (por debajo de los 73 de 2016), el Partido Morado oscilaría entre 22 y 26 (no participó en 2016), APP entre 20 y 24 (superaría los 13 de 2016) y Somos Perú podría superar los 15 (no obtuvo ninguno en 2016). El APRA y Frente Amplio, si ingresan, lograrían 10 cada uno.
Lo que hay en juego
Estas elecciones legislativas son importantes para todos los actores involucrados de una forma u otra.
1-. En primer lugar para los partidos políticos
Para ellos es una forma de posicionarse de cara a la larga precampaña y posterior campaña con vistas a las presidenciales de 2021:
-. Para el fujimorismo será un test para saber cuán debilitado ha salido tras el encarcelamiento (y posterior puesta en libertad) de su lideresa y el bloqueo legislativo que ha padecido el país producto de su posicionamiento contra los Ejecutivos de Kuczynski y Vizcarra.
-. Para la centroderecha son unas elecciones que servirán para rearticularse tras el colapso de la administración Kuczynski (2016-2018). Ahí la batalla se dará entre una fuerza histórica y otra emergente. Entre Acción Popular (AP), del presidente de los años 80, Fernando Belaúnde Terry, y el emergente Partido Morado, fundado por el tecnócrata Julio Guzmán, que aspira a convertir su fuerza en una especie del Ciudadanos español de los buenos tiempos, pero a la peruana. En ese espectro también desea pescar la Alianza para el Progreso de César Acuña, una fuerza que es mucho más fuerte en las provincias mientras los morados lo son en la capital.
-. La izquierda vivirá su propia guerra interna para conocer cuál es la formación más fuerte dentro de ese espectro ideológico, posición a la que apunta Nuevo Perú de Verónika Mendoza.
2-. En segundo lugar, es una cita importante para el presidente Vizcarra
Para el presidente Vizcarra estas elecciones son una cita clave para tener un Congreso más dialogante con el que negociar para poder sacar adelante su agenda de reformas. El mandatario ha ratificado que mantendrá en su último año de gestión su proyecto de cambios estructurales, para lo cual necesita un Legislativo más proactivo: “Esas reformas tienen que continuarse. Se han empezado, están avanzadas, pero no están concluidas… son muy importantes para tener una democracia fuerte, representativa, que genere la confianza de la población”.
Sus dos grandes reformas son la judicial, cuya comisión ad honorem presidió el embajador Allan Wagner, y la política, que encabezó el politólogo Fernando Tuesta. Para que prosperen Vizcarra depende de que se forme un bloque pro-reformas dentro de una cámara muy fragmentada, y de cómo evolucionen los tiempos electorales pues en abril de 2021 hay presidenciales y desde la segunda mitad de 2020 empezarán los movimientos tácticos de los candidatos y las fuerzas políticas. Miko Lauer, en el diario La República, señala que “las encuestas sugieren que no podrá lograr una mayoría constantemente a favor en el Congreso, sino sólo por momentos. La prueba ácida del apoyo serán los proyectos que enviará a la Plaza de la Inquisición, apenas las brumas legislativas se disipen”.
Vizcarra aspira a vivir al margen de los vaivenes del bienio 2020-21, para lo cual ya ha anunciado que no se postulará a la reelección como presidente de la República para el siguiente periodo: “Tranquilidad, soy una persona de palabra. Seré presidente del Perú hasta el 28 de julio del 2021 y no hay posibilidad de reelección, en absoluto. Independientemente del análisis legal, es una decisión tomada”.
Sin embargo, sí necesita aliados. Vizcarra, sin partido en el nuevo Congreso, va a tener que acercarse a fuerzas como el Partido Morado o AP si desea ver aprobados sus proyectos más emblemáticos.
Por lo tanto, a la incertidumbre a corto plazo (ya disipada) y a la de medio plazo (aún existente) se unen las del largo plazo, ya que el año que viene es de elecciones presidenciales. Las grandes reformas políticas, económicas y sociales van a quedar a expensas de quien resulte ganador no tanto de la cita de este domingo sino de la que tendrá lugar en 2021.