Juan Carlos Zapata (ALN).- La oposición se ha quedado sin política. Y sin unidad. La plataforma unitaria está rota. Y lo confirma la renuncia del principal partido opositor a mantenerse en la MUD. Mientras, Maduro sigue en el poder. Y se afianza en el poder. Pero, ¿a qué se debe esta movida de Acción Democrática? ¿Por qué este partido rompe con la MUD? ¿Qué hay detrás? ¿Qué historia secreta?
“No vas a pasar, hermano. No vas a pasar, el Country Club no te quiere”. Se lo decía su amigo y excompañero de partido, Timoteo Zambrano. Henry Ramos Allup escuchaba y calculaba. Ramos Allup es el secretario general de Acción Democrática (AD), el principal partido de la oposición en Venezuela.
Timoteo Zambrano apelaba a un antecedente. El caso suyo. Censurado por los partidos Voluntad Popular (VP) y Primero Justicia (PJ) para presidir la Asamblea Nacional en 2018. Tampoco contó con el apoyo de su propio partido, Un Nuevo Tiempo (UNT), al que renunció, como renunció también a seguir formando parte del equipo de la plataforma opositora, MUD, que negociaba un acuerdo con el gobierno de Nicolás Maduro en República Dominicana.
El tema es la candidatura presidencial opositora
El punto era la candidatura presidencial. La oposición negociaba con el gobierno la fecha y las condiciones electorales. Con Leopoldo López preso en casa y el excandidato presidencial, Henrique Capriles, inhabilitado, lo más lógico era que Ramos Allup se convirtiera en el abanderado. No había otro con mayor fuerza, imagen nacional, estructura partidista y pegada en el discurso. Venía de ser presidente de la Asamblea Nacional y uno de los baluartes de la derrota que la oposición le propinó al chavismo en diciembre de 2015, arrebatándole la mayoría parlamentaria.
Y pensar que la MUD pudo haber tenido una oportunidad. ¿Con Ramos Allup? ¿Con Borges? Tal vez el nombre quede al margen hoy
En reuniones bilaterales, por separado, tanto VP como PJ habían asomado el compromiso de respaldarlo. UNT era más abierto en el apoyo. A lo que se refiere Timoteo Zambrano es que VP y PJ son dos partidos con mayores vínculos con el vapuleado capital venezolano. Con lo que se conocía como los amos del valle de Caracas. Con el Country Club. El partido de Ramos Allup es el partido que forjó la democracia, de tendencia socialdemócrata. Ni Hugo Chávez ni Maduro pudieron desaparecerlo del mapa social, político y electoral del país. Tampoco los que desde el mismo campo de combate contra el chavismo lo atacaban en el afán de impedir que volviera al poder. Y eso es lo que estaba en juego comenzando este 2018. A alguna dirigencia no le cabía en los cálculos que una figura de AD volviera a la presidencia. Eso sería la “restauración”, comentaban. Y lo que se quería era el cambio. El cambio definitivo. Lo nuevo. Y lo nuevo implicaba: Ni chavismo ni AD.
Y toda esta historia es porque AD anunció la semana pasada que se retiraba de la plataforma unitaria que ya no es unitaria. Ramos Allup ofreció una serie de puntos que explican la decisión. Entre otras, la incapacidad -ni siquiera eso- de que la MUD pudiera escoger al nuevo secretario Ejecutivo. VP y PJ le cerraron el paso a Vicente Díaz –un calificado ex Rector del Consejo Nacional Electoral– porque no estuvo de acuerdo con la política abstencionista propuesta por algunos líderes de PJ y VP, y otros sectores más radicales como el movimiento de María Corina Machado y el exalcalde Antonio Ledezma, quien ya residía en Madrid y hacía activismo desde el exilio. Tal posición conducía, entonces, a que no hubiera candidato. Y aunque Ramos Allup no aspiraba a que se le designara por “dedazo” o acuerdos de “laboratorio”, en cambio solicitaba que se cumpliera el pacto firmado –y esta es otra de las causas anotadas en la ruptura- de celebrar primarias para la escogencia de quién iba a enfrentar a Maduro. Y vuelve el punto. Con López preso en casa y Capriles inhabilitado, el seguro ganador iba a ser Ramos Allup. El pacto de celebrar primarias era clave en la estrategia de enfrentar a Maduro. Mostraba a una oposición unida y movilizada y la consecuencia era un candidato totalmente legitimado. Inclusive, AD y UNT estimulaban al jefe de PJ y entonces presidente de la Asamblea Nacional, Julio Borges, para que se contara.
Varias operaciones en paralelo
Este cuadro se desarrollaba a la par que la negociación en República Dominicana, con la intermediación del presidente Danilo Medina y el expresidente de España, José Luis Rodríguez Zapatero. Y había un acuerdo en marcha. Y había otra operación en marcha que Ramos Allup no explicó al hacer pública la renuncia a la MUD, pero sí uno de sus hombres de confianza, el diputado Edgar Zambrano. Este declaró el 9 de julio que la decisión de no hacer primarias tenía el propósito de “direccionar” una política contra AD, y que no era otra que impedir que Ramos Allup se alzara con la victoria. Estaba claro que esto era una prioridad. Y aunque no era una política manifiesta, abierta, constituía un escenario real, “amparado”, en cierta forma, por otra operación en marcha: Detonar la negociación y plegarse a la ruta abstencionista que con el apoyo de la comunidad internacional conduciría al desconocimiento del gobierno de Maduro quien se vería cercado y, bajo presión, obligado a negociar otras condiciones que conducirían al cambio al que aspiraba y que sigue aspirando un sector de la oposición, y es barrer al chavismo, o sencillamente, sacarlo del poder, desalojarlo del poder. ¿Y cómo han evolucionado los hechos?
– Se detonó la negociación. No se firmó el paquete de acuerdos.
– No hubo primarias en la oposición.
– Sin acuerdo, de todas maneras, el régimen convocó a elecciones el 20 de mayo.
– La oposición mayoritaria se negó a participar.
– Pero un sector de la oposición lanzó la candidatura de Henri Falcón.
– Las elecciones las ganó Maduro.
– La abstención superó el 50%.
– La MUD y los otros sectores que habían promovido la abstención no la pudieron capitalizar. La desunión ya era un hecho.
La mentira del Frente Amplio
Así la MUD se quedó sin política interna. De hecho, al día siguiente de que el jefe de PJ, Julio Borges, se negara a firmar el acuerdo de República Dominicana, anunció en un programa de televisión la conformación de un Frente Amplio que jamás cuajó. También anunció que se escogería un candidato antisistema que llegaría hasta al final en caso de haber condiciones electorales o que se retiraría en caso de que no, y este candidato recorrería el país, hablando de la crisis, denunciando los problemas. Pero ni acuerdo, ni Frente Amplio ni candidato, pues de haberlo, igual hubiera sido Ramos Allup. La propuesta de Borges hoy no se antoja a otra cosa que la justificación de la negativa a firmar el acuerdo de República Dominicana porque había que cerrarle el paso al dirigente de AD, porque había que quitar a los incómodos Zapatero y Danilo Medina del medio, porque había que confiarse a la estrategia de la presión internacional y de las sanciones contra los funcionarios del gobierno. Porque eso era lo que iba a arrojar los resultados. ¿Y cómo han evolucionado los hechos?
– Maduro sigue en el poder.
– La MUD destruida.
– La dirigencia opositora sin credibilidad. Ahora toda.
– Los que promovían un gobierno en el exilio no han logrado ponerse de acuerdo en quién lo preside.
– La crisis se profundiza y con ello las penurias del país, lo cual aumenta el éxodo de venezolanos.
– Porque la Iglesia Católica ha descubierto en la gente más resignación que rabia.
– La comunidad internacional afloja la presión, aunque las sanciones de EEUU, Canadá, Europa y Suiza se mantienen vigentes.
– No se han sumado más países a desconocer a Maduro.
– Gobiernos solidarios con la oposición se han negado a que en sus territorios se efectúe la “gran asamblea del exilio”.
– El cuadro latinoamericano se complica en las tres potencias regionales: México, Brasil y Argentina.
– En Colombia, llega Iván Duque a la Presidencia con un discurso antichavista pero el cuadro interno no lo tiene todo a su favor.
– Las potencias aliadas del régimen, China y Rusia, resisten al lado de Maduro.
¿La oposición pudo haberle ganado a Maduro?
Este cuadro obliga a la oposición a recomponerse. A comenzar de nuevo. A plantearse de nuevo qué política seguir. Si concurrir o no a las nuevas elecciones. Si plantearse otra negociación. Apostar a la implosión del régimen es apostar a lo impredecible. Es como apostar –de hecho, algunos los han hecho- a la intervención extranjera. Apostar a la guerra es apostar a un mundo oscuro. Plantearse si la línea de la presión y las sanciones internacionales alargan el conflicto pero no lo resuelven. Plantearse qué va a pasar después de la coyuntura electoral de noviembre en los Estados Unidos, y si la política de la Casa Blanca cambiará una vez quede atrás la retórica electoral que determina la acción de algunos factores de Florida.
Y pensar que la MUD pudo haber tenido una oportunidad. ¿Con Ramos Allup? ¿Con Borges? Tal vez el nombre quede al margen hoy. Al fin y al cabo, lo importante era la política unitaria. La unidad en todos los tiempos y todos los terrenos. No a conveniencia, como ha repetido en varios discursos en la Asamblea Nacional el propio Ramos Allup. Entonces, a principios de año era la política de la negociación. Y los acuerdos. El documento de República Dominicana conducía a un cuadro electoral y político que ofrecía mejores resultados que los alcanzados con la otra política que se siguió. Distinto al cuadro de soledad actual. Una MUD unida frente a Maduro, ¿le hubiera ganado? Comenzando porque la unidad habría estimulado la participación. La participación opositora de manera fundamental. El chavismo tiene un techo, y quedó demostrado el 20 de mayo. En este sentido, en el propio chavismo calculaban –dice una alta fuente del poder- que si la oposición hubiese concurrido con un solo candidato, la victoria no sólo era factible sino amplia: por dos millones de votos. Si algo le reclaman algunos a Ramos Allup –inclusive dentro de su partido- es no haberse decidido a lanzarse por cuenta propia. Que en eso le faltó visión histórica. Sin embargo, la verdad es que la unidad era la garantía de triunfo.
– ¿Hubieran entregado el Gobierno? –le pregunto a la fuente.
– Se supone que el acuerdo estaría firmado y vigilado por los mediadores y los países garantes.
– ¿Y no hubiesen temido persecuciones una vez fuera del poder?
– Eso no se descarta. Pero en la negociación jamás solicitamos garantías. Jamás incluimos el punto de las garantías.
– ¿Por qué?
– Porque estamos seguros de lo que somos. Es la oposición y sus aliados internacionales los que han hecho mal el diagnóstico. Somos un movimiento político y social. Representamos una ideología. No somos unos forajidos.
La fuente explica. Se lanza un largo discurso sobre chavismo, Hugo Chávez, el imperio, la resistencia, Cuba y Simón Bolívar que no viene al caso. Sin embargo, hay tres elementos a rescatar. Asegura que Maduro estaba convencido de cumplir el acuerdo. Que en República Dominicana no se terminó de firmar el acuerdo no por el problema de las sanciones sino porque la MUD no estaba en condiciones de apoyar a Henry Ramos Allup como candidato, en el entendido de que -cree esta fuente cercana a Maduro- el secretario general de AD no comparte la política de la venganza a todo trance y todo evento contra el chavismo, y eso se lo cobran, se lo cobraron, y se lo siguen cobrando. Por último, señala que nunca se sabrá –“sabremos”- si la oposición, y Julio Borges en particular, “sucumbe al Departamento de Estado” o la “oposición más radical” convence al Departamento de Estado de que antes que acuerdo había que tumbar a Maduro, y de allí las opciones de la intervención militar, el golpe de Estado y la revuelta social. Lo que pasa es que Maduro sigue ahí. Mandando.