Ysrrael Camero (ALN).- La decisión del presidente Donald Trump de reconocer la soberanía marroquí sobre el Sahara Occidental, a cambio de que Marruecos estableciera relaciones con Israel, ha obligado a Pedro Sánchez a postergar el viaje planificado para el 17 de diciembre. Este viaje pretendía fortalecer la relación entre ambos gobiernos, sometida a tensión por las declaraciones de Pablo Iglesias apoyando un referéndum de autodeterminación para el pueblo saharaui.
La decisión de Donald Trump pretende fortalecer la posición de Israel, aprovechando las discordias existentes en el mundo árabe, pero contraviene amplios consensos de la comunidad internacional para buscar una solución negociada sobre el Sahara Occidental.
En noviembre, en medio de una crisis migratoria del Sahara hacia Canarias, el vicepresidente Pablo Iglesias presionó al gobierno del que forma parte, para que impulsara una consulta a la población saharaui, como cumplimiento de la Resolución 690 de las Naciones Unidas.
Esta posición ha sido la que Unidas Podemos ha venido sosteniendo consistentemente respecto al tema del Sahara Occidental, donde el Frente Polisario ha reactivado su enfrentamiento con Marruecos. Las declaraciones de Iglesias fueron mal recibidas por el gobierno marroquí, agriando las relaciones entre ambos países.
Desautorizando las palabras del vicepresidente Iglesias, el gobierno de España ha ratificado que la política exterior la dirige personalmente el presidente de gobierno, Pedro Sánchez, y que la única vocera autorizada es la ministra de Asuntos Exteriores, Arancha González Laya. Inmediatamente, los detalles del próximo viaje de Pedro Sánchez a Marruecos incrementaron su importancia.
Durante la democracia, ha sido costumbre que el primer viaje al exterior de un presidente español tras su investidura, sea a Marruecos, reflejando la prioridad que el Estado español le otorga a esta relación bilateral. Pedro Sánchez varió la costumbre, y se dirigió a Francia a entrevistarse con Emmanuel Macron, reflejando la vocación europeísta de su gobierno. Esa decisión fue criticada por la diputada Ana Oramas, de Coalición Canaria, preocupada por la disposición marroquí a extender su dominio marítimo en la frontera con Canarias.
Históricamente, con Marruecos existe una relación muy estrecha, constituyendo un puente al África, al Magreb, y al mundo árabe. Esas relaciones tienen una dilatada historia, pero durante las últimas décadas han estado marcadas por la decisión española de abandonar el Sahara Occidental, al tiempo que el gobierno marroquí lo tomaba a través de la Marcha Verde el 6 de noviembre de 1975. El status quo de la región pasó del dominio hispano al de Marruecos a través del Acuerdo Tripartito de Madrid del 14 de noviembre.
Este acuerdo contó con el rechazo de la población saharaui, y de su brazo político, el Frente Polisario, que tradicionalmente ha recibido apoyo de Argelia, quienes exigen la autodeterminación de la población que habita la región. Esta es la postura que ha defendido Unidas Podemos y que expresó Pablo Iglesias en su momento.
Sin embargo, los distintos gobiernos españoles, han sido muy prudentes al tratar las relaciones con Marruecos, dada la importancia que tienen en varios temas, como el migratorio, la política antiterrorista, o la lucha contra el comercio ilegal de drogas. De igual manera, las cercanas relaciones entre las casas reales de ambos países han facilitado un clima más armónico entre los gobiernos.
Para Marruecos su prioridad es la aceptación internacional de su dominio sobre el Sahara Occidental lo que hace muy efectiva la decisión de Trump. Mohamed VI, rey de Marruecos, ha proyectado una imagen de modernidad y estabilidad que ha derivado en un reconocimiento por parte de los gobiernos europeos, inició un proceso de modernización y apertura política, en 2011, que coincidió con el inicio de la Primavera Árabe, en una política para fortalecer a la monarquía parlamentaria con estabilidad y sin debilitar la capacidad del Estado para resguardar sus fronteras y mantener el orden público.
Luego del resultado adverso de la Primavera Árabe, que desestabilizó la región, con la guerra civil en Libia y Siria, el Estado español está muy interesado en preservar la estabilidad de Marruecos, por las consecuencias adversas que podría traer para España un derrumbe de su régimen político. El Acuerdo de Asociación Estratégica firmado en 2012, apoyando la gobernanza democrática del proceso de modernización de Marruecos, ratificó esa vocación hispana.
El gobierno de Marruecos tiene mecanismos para presionar a España. Por ejemplo, con su pretensión de incrementar su frontera marítima, que impacta directamente sobre el archipiélago canario. La ministra González Laya ha sostenido que la delimitación fronteriza tiene que realizarse a través de un acuerdo bilateral, ajustado al derecho marítimo.
Política de Estado
Por otro lado, como tratamos en ocasión previa, el tema de la migración a Canarias ha pasado por una política común entre España y Marruecos, que incorpora a Mauritania, entre otros países, en la decisión de tercerizar las fronteras, fortaleciendo los controles en los países de origen, para evitar la llegada masiva de migrantes a las islas españolas. En un sentido similar, la apertura de las fronteras en Ceuta y Melilla será también un punto clave en la agenda común.
En Marruecos se han realizado, desde diciembre de 2018, tanto la 11a Cumbre del Foro Mundial sobre Migración y Desarrollo, como la Conferencia Internacional para el Pacto Global para una Migración Segura, Ordenada y Regular. La Unión Africana designó al rey marroquí Mohamed VI como vocero común del tema migratorio regional. Todo esto refleja el alto perfil que Marruecos tiene en este tema, aspecto que será aprovechado en la visita.
No se había confirmado una entrevista personal del presidente Sánchez con el rey Mohamed VI, quienes ya se habían reunido en noviembre de 2018. Lo que sí ha quedado claro es que no asistirá Pablo Iglesias a esta visita, siendo la ministra Yolanda Díaz la única representante de Unidas Podemos invitada a estas jornadas.
Las frecuentes visitas de autoridades españolas a Marruecos refleja la alta prioridad que tiene para España esta relación. Entre el 13 y el 14 de febrero de 2019, los reyes Felipe VI y Letizia realizaron una visita oficial. Durante ese mismo año, varios miembros del gobierno visitaron oficialmente Marruecos. En enero, José Luis Ábalos, como ministro de Fomento; en febrero y en junio, Luis Planas, ministro de Agricultura; Meritxell Batet, como ministra de Política Territorial y Función Pública, del 12 al 14 de marzo; pocos días después, María José Segarra, fiscal general, realizó un encuentro con el ministro de Justicia y otras autoridades, entre el 25 y el 27 de marzo.
Josep Borrell, siendo ministro de Asuntos Exteriores, estuvo en varios eventos en junio. María Teresa Fernández de la Vega, presidenta del Consejo de Estado, visitó el país en junio, octubre y noviembre. Reyes Maroto, ministra de Economía, estuvo en Casablanca, el 24 y el 25 de junio. Fernando Grande-Marlaska, ministro de Interior, se entrevistó con su homólogo, en Rabat, el 3 y 4 de septiembre.
Para España la relación con Marruecos constituye toda una política de Estado, que ha sido consistente durante más de cuatro décadas, de allí la importancia que tenía este viaje, y la reprimenda política que Pedro Sánchez le ha dado a Pablo Iglesias, quien con demasiada frecuencia, confunde su rol de jefe de partido con el de vicepresidente de un gobierno de coalición, extralimitándose en sus competencias, y poniendo a otros a enmendar sus errores, dentro y fuera de España.