Daniel Gómez (ALN).- Las dudas sobre la tesis doctoral del presidente de España amenazan a su débil gobierno. Amenazado también está Martín Vizcarra en Perú por su frágil posición en el Congreso. Otro que está en problemas es Mauricio Macri en Argentina, amenazado por la economía. Y luego está el caso de Nicolás Maduro en Venezuela. El mandatario se aferra al poder porque no le queda otra.
La espada de Damocles también pende sobre el mandatario español, Pedro Sánchez. Con él, son cuatro los presidentes iberoamericanos en conflicto.
En Perú, Martín Vizcarra se está enfrentando al Congreso, de mayoría opositora. En Argentina, a Mauricio Macri la economía lo tiene amenazado. En Venezuela, Nicolás Maduro se aferra al poder ya que no le queda otra. Y en España, el escándalo de la tesis doctoral de Sánchez pone en jaque a su débil gobierno.
Albert Rivera, líder de Ciudadanos, desató la caja de los truenos en el Congreso español al cuestionar la legitimidad de la tesis doctoral de Sánchez. Entonces los periodistas se apilaron en fila india para revisar el documento en el archivo de la Universidad Camilo José Cela.
La tesis, titulada Innovaciones de la diplomacia económica española: Análisis del sector público, de 324 páginas, encuadernada en piel azul oscuro, no está digitalizada y sólo se puede consultar en persona. No está en una vitrina, pero casi. Para verla hay que ir escoltado por los funcionarios de la universidad, quienes dejan un tiempo de estudio limitado. Poco más de dos horas.
En ese tiempo los reporteros hicieron lo que pudieron. Algunos valientes sacaron fotos y otro se limitaron a leerla. El más audaz fue Javier Chicote, Doctor en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid y redactor de investigación de Abc. Él consiguió una copia íntegra de la tesis.
“Tras un exhaustivo análisis, en el que hemos utilizado herramientas informáticas de detección de plagios, este diario ha corroborado la existencia de decenas de corta-pegas que constituyen lo que se denomina ‘falta de integridad académica’, según varios expertos universitarios consultados”, explica Chicote en Abc.
Los escándalos académicos han ido mermando el débil crédito político de Sánchez
Sánchez expuso la tesis en noviembre de 2012, cuando aún no era nadie en su partido, el PSOE. Aun así, obtuvo la máxima distinción: Apto cum laude. Con unas prácticas, como ha revelado Abc, poco íntegras.
El presidente no se ha quedado quieto y contraatacó. Dice que denunciará a aquellos que le acusan de plagio, y este jueves dio la autorización para que la universidad publique su trabajo en internet. Mientras, PP y Ciudadanos piden a Sánchez que acuda al Congreso a dar explicaciones sobre la tesis.
La conclusión es que el Gobierno español está en riesgo a causa de los líos académicos. Es cierto que el virus de los másteres acabó con la carrera de la expresidenta de la Comunidad de Madrid, Cristina Cifuentes, y debilitó la imagen del presidente del PP, Pablo Casado, quien se resiste a dimitir a pesar de las irregularidades con sus estudios. Pero el virus de los másteres también fulminó a la ministra de Sanidad, Carmen Montón, quien renunció a su cargo el martes (Leer más: El virus de los másteres ya infecta a Pedro Sánchez).
No es la primera funcionaria del Ejecutivo de Sánchez que dimite. El ministro de Cultura, Màxim Huerta, apenas duró una semana en el cargo. De hecho, fue el ministro más breve en la historia de España. Su renuncia se produjo instantes después de que se descubriera que eludió el pago de 218.322 euros a Hacienda en 2006.
Estos escándalos han ido mermando el crédito político de Sánchez, que de por sí era poco. Llegó a La Moncloa apoyado por Podemos y los partidos nacionalistas en una exitosa moción de censura contra el gobierno de Mariano Rajoy. Ganó la votación con 180 votos a favor, una abstención y 169 en contra.
Hoy Sánchez gobierna en minoría con 84 escaños de 350 posibles, y tiene que entablar acuerdos con Podemos y el resto de fuerzas políticas para sacar adelante las iniciativas. El escándalo de la tesis podría debilitar más aún su posición en el Congreso, y terminar con su gobierno.
La silenciosa tormenta política de Perú
El incendio político que se vive en Madrid contrasta con la guerra fría que se está librando en Lima. Como Sánchez, Vizcarra llegó a la Presidencia de carambola. Sustituyó a Pedro Pablo Kuczynski, quien dimitió presionado por una moción de vacancia iniciada en el Congreso.
El Parlamento peruano, al igual que el español, es de mayoría opositora. Keiko y Kenji, los hijos del dictador Alberto Fujimori, son los líderes de las formaciones que confrontan al oficialismo. No obstante, Keiko Fujimori es la que más fuerza atesora pues lidera el principal partido del país, Fuerza Popular.
Con la llegada de Vizcarra al poder, Keiko rebajó la presión contra el Gobierno y el país entró en un periodo de normalidad. Hasta ahora. En las últimas semanas Perú ha iniciado una especie de guerra fría.
Todo comenzó cuando el presidente planteó, muy veladamente, la posibilidad de cerrar el Congreso ya que la oposición no le deja sacar adelante su agenda. La respuesta de la oposición no se hizo esperar. Miembros del partido de Keiko Fujimori consideran que Vizcarra baraja esa posibilidad para imponer sus medidas. De ahí que dentro del partido algunos pidan una nueva moción de vacancia (Leer más: El Presidente y el Congreso de Perú están a punto de chocar de nuevo).
Este conflicto estalla en silencio. Vizcarra sugiere y la oposición sugiere, al mismo tiempo que descarta medida alguna contra el Gobierno. “Con referencia a la vacancia, quiero señalar claramente que nadie ha hablado de esa posibilidad. Yo la descarto”, dijo Keiko Fujimori.
A Mauricio Macri le amenaza la economía
En Argentina hay otro presidente amenazado. Macri llegó al gobierno en 2015. Se impuso al candidato kirchnerista, Daniel Scioli, por apenas 2,68 puntos de diferencia. Fue una victoria ajustada que se agrandó con el tiempo.
A los argentinos les gustó la gestión de Macri. Abrió el país al mundo, mejoró su imagen internacional, y también, las cuentas estatales. El premio lo recibió en octubre de 2017, tras los resultados de las elecciones legislativas. Cambiemos, su partido, logró la mayoría parlamentaria y derrotó en las urnas a la todopoderosa Cristina Fernández de Kirchner, expresidenta del país, quien se presentó como senadora por Buenos Aires, y perdió ante los líderes del oficialismo.
Pero la luna de miel de Macri llegó a su fin. La incertidumbre que rodea a la economía mundial hizo que los inversores retiraran el capital de los países emergentes. Eso afectó al peso. Y generó una turbulencia financiera en mayo de 2018 que obligó al Gobierno a pedir 50.000 millones de dólares al Fondo Monetario Internacional (FMI).
La crisis monetaria se agudizó en agosto. Por eso Macri tuvo que acudir de nuevo al FMI. Y ahí, enWashington, se encuentra el equipo económico del presidente negociando un adelanto de ese préstamo.
Para lograr el adelanto, Macri emprendió un duro recorte y le subió los impuestos 10% al sector exportador argentino. Un sector que siempre ha confiado en el presidente, pero que ahora también tiene dudas.
A Macri los analistas le critican no haber aplicado reformas más duras en los primeros años de gobierno. Dicen que su laxitud en los primeros años trae como consecuencia lo de ahora. Un peso que se ha devaluado más de 20% y una economía que cerrará en rojo este 2018. Se contraerá 1%, confirman desde la Casa Rosada.
Sin el aval económico que le llevó a conseguir la mayoría en el Congreso, a Macri sólo le queda el apoyo internacional para recuperar el crédito político. Por lo menos el presidente de EEUU, Donald Trump, amigo personal, le apoya (Leer más: Trump tampoco quiere que Argentina sea otra Venezuela).
Nicolás Maduro sobrevive como puede
De los cuatro presidentes en conflicto, el que parece más tranquilo es Maduro. Quién lo diría. Llegó al poder como el sucesor del fallecido expresidente Hugo Chávez, y en el poder se quedó en 2013 después de ganar las elecciones del 14 de abril por un solo punto de ventaja al opositor Henrique Capriles.
Ya ahí hubo dudas sobre el triunfo. Ni la oposición, ni la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, ni el Centro Carter -creado por el expresidente Jimmy Carter y reconocido con un Premio Nobel de la Paz– reconocieron la victoria. Pero Maduro siguió al frente.
Sus cinco años de gobierno han estado marcados por el colapso económico, la inflación más alta jamás vivida en Latinoamérica (1.000.000% para 2018, según el FMI) y un éxodo de dimensiones bíblicas. Al menos 2,3 millones de personas han abandonado el país, según las Naciones Unidas.
Los desastres políticos no han pasado por alto para la comunidad internacional. Hoy toda la artillería diplomática apunta contra Maduro. Los tiros llegan desde Washington, Nueva York, Ginebra y Bruselas. Desde los mercados financieros. Desde los organismos multilaterales. Y también, desde buena parte de los países latinoamericanos.
Pero el régimen de Maduro aguanta. Su trinchera es una retórica disuasoria y el apoyo de contados aliados. ¿Por qué aguanta? Porque no le queda otra. Si el presidente cae, todo el Gobierno cae. Y caer significa terminar entre rejas (Leer más: Cuánta artillería diplomática en contra puede aguantar el régimen de Maduro).