Oscar Medina (ALN).- El proyecto Mushroof estima producir 52 toneladas al año de alimentos en una superficie de 7.000 metros cuadrados y promete las primeras cosechas para el tercer trimestre de 2019. De los llamados “roof garden” impulsados por preocupaciones medioambientales y de ornato, se derivó esta tendencia que apunta a una necesidad elemental: las ciudades tratan de autoabastecerse. Y la capital francesa se lo ha tomado muy en serio.
Existe un consenso en torno a la idea de dónde y cuándo empezó a desarrollarse el concepto moderno de algo que realmente es un legado de tiempos muy remotos: Alemania, en la década de los años 60. Allí fue donde comenzaron los proyectos de esto a lo que hoy se le llama “techos verdes”, o “roof garden”. La herencia se rastrea hasta los célebres Jardines Colgantes de Babilonia y pasa por una costumbre de los antiguos pueblos nórdicos, pero en las urbes contemporáneas sembrar plantas en lo alto de los edificios tiene que ver con asuntos medioambientales y hasta de ornato público.
Interesantes desarrollos en este sentido se pueden encontrar en ciudades como Copenhague. Y Alemania sigue dando el ejemplo: se estima que cada año se agregan a la cuenta 11 millones de metros cuadrados de techos verdes. Francia es otro caso importante, con más de un millón de metros cuadrados anuales, de acuerdo a los datos de la World Green Infraestructure Network.
El Chicago City Hall, en Estados Unidos; el aeropuerto de Frankfurt, en Alemania; la Biblioteca Pública de Vancouver, en Canadá; el Centro de Danza Laban, en Londres; y el Banco Santander de Madrid, en España, se cuentan como emblemas de esta tendencia.
Tienen efectos beneficiosos sobre la temperatura de la ciudad, generan oxígeno, procesan las emisiones de carbono, alegran la vista: las ventajas son múltiples
Hace ya algún tiempo que esto devino en saludable “moda” acogida en Latinoamérica, especialmente por Brasil, Argentina y México, donde hay legislaciones que ofrecen descuentos y exenciones impositivas como una manera de incentivar la inversión en esta práctica. Bogotá también trata de sumarse y Montevideo, la capital uruguaya, celebró con entusiasmo cuando en 2010 las torres del World Trade Center presentaron sus 2.500 metros cuadrados de “techos vivientes” tras una inversión de 125.000 dólares.
Tienen efectos beneficiosos sobre la temperatura de la ciudad, generan oxígeno, procesan las emisiones de carbono, alegran la vista: las ventajas son múltiples. Y la tendencia de los roof garden plantea otra posibilidad: la de producir alimentos.
Tras algunas experiencias exitosas -74- París decidió apostar a lo grande. El año pasado el ayuntamiento capitalino lanzó un concurso de proyectos para construir una enorme granja en el techo del hotel Chapelle Internationale, en el distrito 18. Y finalmente la empresa Cultivate fue la seleccionada para hacer el huerto más grande de la ciudad. Mushroof es el nombre del proyecto que consiste en sembrar en 7.000 metros cuadrados de techo y que promete una producción de 52 toneladas al año. Los primeros resultados de esta iniciativa se verán en el tercer trimestre de 2019.
El Mushroof se enmarca dentro de una iniciativa que tiene a la capital francesa entre las más entusiastas y productivas. La plataforma Les Parisculteurs reúne a un grupo de empresas, instituciones y organizaciones que impulsan el trabajo de jardinería y agricultura urbana y que en 2016 se propusieron la meta de plantar 100 hectáreas (un millón de metros cuadrados) de edificios para 2020.
Allá arriba
“Upfarming”. Ese es el concepto que se ha venido desarrollando. La investigadora Claire Diebels lo propone en la web upfarming.net. Y allí explica las razones: “En 2010, un informe agrícola mundial preparado por 500 científicos y encargado por las Naciones Unidas y el Banco Mundial concluyó que nuestra forma actual de agricultura no está equipada para alimentar a los países occidentales y los países en desarrollo en el futuro. Como la población de personas que viven en áreas urbanas crecerá del 50% al 75% en los próximos 35 años, es crucial producir alimentos locales. La agricultura urbana se da en terrenos de la ciudad, techos y fachadas. El principio subyacente es el crecimiento de los alimentos urbanos y el consumo local, ya que producir alimentos donde uno los consumirá establece un equilibrio saludable y sostenible”.
El principio subyacente es el crecimiento de los alimentos urbanos y el consumo local, ya que producir alimentos donde uno los consumirá establece un equilibrio saludable y sostenible
También aporta argumentos económicos: “Las parcelas de jardín pueden ser hasta 15 veces más productivas que las explotaciones rurales. Un área de solo un metro cuadrado puede proporcionar 20 kilogramos de alimentos al año (FAO 2017). Los productores de hortalizas urbanos gastan menos en transporte, empaques y almacenamiento, y pueden vender directamente a través de puestos de comida callejeros y puestos en el mercado”.
Diebels ha venido estudiando casos en los que basa su optimismo. El Paristech TP4, que desde 2012 produce en 600 metros cuadrados de techo; AMAS, en Copenhague, que cosecha 25 toneladas de alimentos cada verano; B. Bylon, en Amsterdam, con 1.750 metros de techo; Garten Deck, con 1.400 metros cuadrados en Hamburgo; y otras iniciativas más pequeñas en lugares como Tokio, Shanghai, Singapur y Milán.
Las posibilidades son múltiples, en grandes o en modestas proporciones. Y las ideas dejan servidas oportunidades de negocio: “La producción de alimentos en el área urbana puede operar en una escala agrícola con fines de lucro, produciendo alimentos frescos de alta calidad en cantidades relativamente pequeñas de espacio. Es cierto que es poco probable que la agricultura urbana compita alguna vez con la agricultura rural, pero no tiene por qué hacerlo. Las granjas urbanas exitosas utilizan los recursos de desechos del medio y aprovechan la pequeña escala para reducir la necesidad de mecanización y costos de los insumos químicos. Esto conduce a un aumento en las actividades empresariales y la creación de puestos de trabajo, así como a la reducción de los costos de los alimentos”.