Ysrrael Camero (ALN).- El gobierno de Pedro Sánchez ha sido consistente en su política de apoyo a las fuerzas democráticas venezolanas. En continuidad con la decisión de desconocer los comicios del 20 de mayo de 2018, el gobierno de Pedro Sánchez reconoció a Juan Guaidó como Presidente encargado en febrero de 2019, ratificando su apoyo en medio de las difíciles coyunturas del año pasado. En ese mismo sentido, el 6 de enero de 2020, siguió expresando el apoyo a Guaidó contra la directiva fake de Luis Parra. Sin embargo, el establecimiento del gobierno de coalición entre PSOE y Unidas Podemos, parece haber introducido dificultades a la hora de tomar decisiones por parte de Pedro Sánchez.
El intento fallido de Nicolás Maduro de tomar control del Parlamento venezolano, a través de diputados tránsfugas, volvió a proyectar internacionalmente la figura de Juan Guaidó, ratificado como Presidente encargado de la República por la Asamblea Nacional.
Este fracaso de Maduro generó la oportunidad para la más importante gira del presidente Guaidó, buscando mejorar la coordinación internacional contra el régimen de Maduro, factor clave para hacer posible una negociación que conduzca a la democratización de Venezuela. Juan Guaidó sale a alinear el apoyo internacional a favor de la causa venezolana.
Una comunidad polarizada
El contexto geopolítico está tensionado por una batalla cultural que, a través de temas como la guerra comercial, la política frente al cambio climático y el reto feminista, amplían la distancia entre los dos grandes aliados del movimiento democrático venezolano: la Unión Europea y los Estados Unidos. Este distanciamiento ha tenido expresiones en la tesitura de la presión internacional contra el régimen de Maduro y en respaldo al Presidente Guaidó.
Superada la expectativa de una intervención humanitaria que desplazara a Maduro por la fuerza desde el exterior, que estuvo presente en los primeros meses de 2019, la política giró hacia un fortalecimiento de las sanciones, a la movilización popular interna contra la autocracia, y hacia un proceso de negociación amparado por los noruegos.
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Hasta ahora no ha sido suficiente, y la crisis venezolana se convirtió, primero en un tema hemisférico, de la mano de la presión de los venezolanos desplazados por Sudamérica, y luego mundial, en la medida en que salen a la luz los vínculos del régimen venezolano con organizaciones terroristas, y su violación sistemática de los Derechos Humanos.
Ante la coyuntura electoral
Para el año 2020 parece claro que la presión, tanto interna como externa, girará alrededor del hecho electoral. Tanto las decisiones de la Asamblea Nacional presidida por Guaidó, como las acciones de la directiva fake de Luis Parra, respaldadas con declaraciones de Maduro, apuntan a la realización de unas elecciones el presente año.
Allí se presenta la necesidad de alinear las posiciones de Estados Unidos y la Unión Europea. A pesar de las dificultades para que la Unión Europea defina una política exterior consistente, por sus propias divergencias internas, frente al caso venezolano ha desarrollado una línea de acción clara: impulsar una salida política a la crisis venezolana, que pase por una negociación y unas elecciones libres, limpias y abiertas, evitando cualquier tipo de acción armada.
Las sanciones contra los funcionarios de Maduro, para los europeos, apuntan justamente a crear condiciones para una negociación que conduzca a las elecciones. Los esfuerzos del Grupo de Contacto, así como de Enrique Iglesias, y el apoyo a los noruegos en la iniciativa de negociación expresan la aplicación del soft power europeo al caso venezolano. Frente a la posibilidad de una coyuntura electoral en 2020, incluso limitada al Legislativo o con un nivel sub-óptimo de garantías, es probable que la Unión Europea le recomiende participar a los grupos opositores.
Por otro lado, Donald Trump, quien tiene un manejo personalísimo de su política exterior, prescindiendo de los consejos de los equipos del Departamento de Estado, y apoyándose en consejeros escogidos por voluntad presidencial, ha venido optando por una política de presión dura, impulsando una escalada que se inicia en las sanciones y se eleva hasta amenazar con el uso del hard power americano.
Desde su creación el Grupo de Lima ha sido frontal contra Maduro, exponiendo la conexión de su régimen autoritario con el terrorismo y el narcotráfico, así como el carácter sistemático de la violación de los derechos humanos contra la disidencia.
Tampoco ha sido suficiente, pero la política exterior estadounidense no se mostraría proclive a la participación de la oposición democrática en unas elecciones con Maduro en el poder.
La voluntad presidencial de Guaidó
Partiendo de que no hay salida viable a la crisis venezolana sin algún tipo de negociación, sin mucha movilización, sin presión internacional y sin pasar por un evento electoral, la labor de Juan Guaidó para articular y desarrollar una estrategia consistente es titánica. Esta gira forma parte del despliegue de una labor de coordinación de los aliados externos de la causa democrática venezolana.
El primer paso fue el Foro Hemisférico contra el Terrorismo realizado en Bogotá, consolidando el apoyo de los gobiernos democráticos de América Latina. Con el apoyo del presidente colombiano Iván Duque, para quien el tema Venezuela es prioridad de política interna, Juan Guaidó aportó insumos al consenso latinoamericano respecto al carácter filo-terrorista del régimen venezolano de Maduro, lo que incrementa las dificultades de este último para moverse en el continente.
El encuentro de Guaidó con Mike Pompeo el lunes 20 en Bogotá ratificó el compromiso del gobierno de Estados Unidos con cercar a Maduro y respaldar la democratización de Venezuela. El aislamiento y la soledad de Maduro se consolidan.
En una entrevista, el vicepresidente Pablo Iglesias, quien no tiene competencias para hablar en materia de política exterior, desconoce imprudentemente a Guaidó como Presidente de la Asamblea Nacional. No hubo desmentido público, aunque la ministra de Asuntos Exteriores ratificó la posición original posteriormente.
El encuentro con Boris Johnson fue el inicio de la gira europea. El Reino Unido, que está a pocos días de salir de la UE, mantendrá su política exterior frente a Venezuela, continuará apoyando las sanciones contra quienes son responsables de violación de los derechos humanos y corrupción. No se menciona el tema del terrorismo, pero se impulsa la salida política negociada que pase por la realización de unas elecciones.
El desplazamiento de Guaidó a Bruselas, para su encuentro con Josep Borrell, ahora como Alto Representante de la Unión Europea para Política Exterior y de Seguridad, vino precedido por la decisión del Parlamento Europeo, del 16 de enero, de reconocer la Presidencia de Guaidó y aupar la política de sanciones de la UE contra el régimen de Maduro.
Las palabras de Borrell son significativas, respaldando “un proceso genuino que conduzca hacia una solución pacífica y democrática de la crisis, basada en elecciones presidenciales y legislativas creíbles y transparentes”. El discurso de la comunidad internacional se va alineando ante la expresión concreta de un liderazgo claro de las fuerzas democráticas venezolanas, representado en el Presidente Guaidó.
La presencia de Guaidó en el Foro Económico Mundial de Davos, con el apoyo de Ricardo Haussman y de Moisés Naím, quienes están comprometidos con la causa de la reconstrucción de Venezuela, proyectó a un público distinto el tema de la crisis venezolana, poniendo énfasis en la capacidad de la sociedad para reemprender el camino del progreso y la modernidad.
En el marco de este foro el Presidente Guaidó, no solo tuvo una intervención, sino que entró en contacto con la canciller alemana, Angela Merkel, y con el exprimer ministro británico Tony Blair. Sectores empresariales vinculadas con el impulso globalizador, hoy en crisis, tuvieron la ocasión de entrar en contacto con el joven mandatario venezolana, mostrando empatía por la lucha de los venezolanos, tanto por la libertad política, como por el progreso económico y social.
El laberinto español
La mayor colonia de venezolanos en el continente europeo se encuentra residenciada en España. No podría estar completa la gira europea del Presidente Juan Guaidó sin pasar por Madrid.
El gobierno de Pedro Sánchez ha sido consistente en su política de apoyo a las fuerzas democráticas venezolanas. En continuidad con la decisión de desconocer los comicios del 20 de mayo de 2018, el gobierno de Pedro Sánchez reconoció a Juan Guaidó como Presidente encargado en febrero de 2019, ratificando su apoyo en medio de las difíciles coyunturas del año pasado. En ese mismo sentido, el 6 de enero de 2020, siguió expresando el apoyo a Guaidó contra la directiva fake de Parra.
Sin embargo, el establecimiento del gobierno de coalición entre PSOE y Unidas Podemos, parece haber introducido dificultades a la hora de tomar decisiones por parte de Pedro Sánchez.
En primer lugar, las declaraciones de la ministra de Asuntos Exteriores, Arancha González Laya, han sido claras, el gobierno español sigue reconociendo a Juan Guaidó como Presidente de la Asamblea Nacional y Presidente encargado de Venezuela, e impulsa la realización de elecciones libres y democráticas para resolver la crisis.
Inmediatamente, en una entrevista, el vicepresidente Pablo Iglesias, quien no tiene competencias para hablar en materia de política exterior, desconoce imprudentemente a Guaidó como Presidente de la Asamblea Nacional. No hubo desmentido público, aunque la ministra de Asuntos Exteriores ratificó la posición original posteriormente. Primer error.
La información de un encuentro informal, en el área internacional del aeropuerto de Barajas, del ministro y secretario de Organización del PSOE, José Luis Ábalos, con Delcy Rodríguez, aun siendo en el marco de un contacto personal con el ministro venezolano de Turismo, constituyó un segundo error imprudente.
¿Qué se esconde detrás del encuentro entre la mano derecha de Pedro Sánchez y la mano derecha de Nicolás Maduro?
Ante esos errores e imprudencias, un encuentro personal entre Pedro Sánchez y Juan Guaidó hubiera sido lo oportuno y necesario para ambas partes, haciendo expresión gráfica de su respaldo político. La ausencia de este encuentro, aunque no cambia lo sustancial del apoyo del gobierno español a Guaidó, sí lo afecta en el sentido simbólico y en la percepción de la opinión pública y de los venezolanos presentes en España.
Pedro Sánchez se equivocó, dando oportunidad a quienes se le oponen para marcar una diferencia. El alcalde de la capital, José Luis Martínez Almeida, y la vicealcaldesa, Begoña Villacís, le entregarán a Guaidó la Llave de Oro de Madrid.
Tras esta gira, como Presidente encargado, Juan Guaidó vuelve a proyectar una imagen clara del liderazgo de las fuerzas democráticas contra el régimen de Maduro, quien se encuentra más aislado y solitario que antes, encerrado entre el Palacio de Miraflores y el Fuerte Tiuna, metido en la trampa que él mismo construyó.
Este año tendremos elecciones, que estas sean las necesarias para avanzar dependerá de las decisiones que se tomen las próximas semanas, y esta gira ayudó a alinear al mundo en la dirección correcta: la de la democratización.