Juan Carlos Zapata (ALN).- Nicolás Maduro pone todos los huevos en una sola canasta. Y esa canasta se llama Rusia. Maduro depende cada vez más del apoyo político que le brinda Rusia en la ONU, en el Consejo de Seguridad, en las declaraciones para contrarrestar la ofensiva de los Estados Unidos. Maduro quiere más de Rusia y se entrega a Rusia. No le basta con la presencia de Rosneft, soportando la producción petrolera. Maduro quiere que Rusia lo apoye en la explotación minera, en tecnología, en operaciones financieras, y lo siga asistiendo en cooperación militar. ¿Le conviene esta política a Maduro?
El general Vladimir Padrino López, ministro de la Defensa, y la vicepresidenta Ejecutiva, Delcy Rodríguez, han visitado Moscú en estos últimos días tras diversos acuerdos con Rusia. El militar y la vicepresidenta civil no han dejado de soltar frases de reconocimiento a Rusia. El general en Jefe del Ejército de Venezuela dice que el ministro de Defensa de Rusia, Serguéi Shoigu, es su amigo. Y Rodríguez, es generosa en palabras de reconocimiento y agradecimiento hacia el presidente Vladímir Putin.
Rusia responde. El canciller, Serguéi Lavrov, confirma la solidaridad con Maduro. Y sigue diciendo que Moscú hará lo posible por contrarrestar la posición de Washington. Los voceros rusos, en general, se han manifestado en contra de las sanciones impuestas por el gobierno de Donald Trump. Condenan el bloqueo contra el régimen de Maduro y dicen que Rusia siempre estará allí. Al lado de Maduro.
“Aterrizando yo, iba saliendo de Moscú el ministro de la Defensa, Padrino López, también afianzando las relaciones militares de cooperación técnico-militar entre Rusia y Venezuela. Luego tuvimos reuniones con empresarios rusos que tienen que ver con el área económica venezolana, la próxima semana nos estarán visitando distintas delegaciones en ámbitos muy importantes de la minería, de la agricultura, para seguir desarrollando el plan conjunto de beneficio mutuo, es muy importante, es una alianza basada en el beneficio mutuo». Delcy Rodríguez.
¿Será cierto? Putin ha dicho, en referencia a Siria, que Rusia no abandona a sus aliados. Pero en el caso venezolano, la fórmula puede no aplicarse. Es cierto que nadie imaginaba que Putin iba a jugar tan a fondo con Maduro. Pero no siempre puede ser así. El margen de acción es limitado. Y la Casa Blanca está dispuesta a que las cosas cambien en Venezuela y Maduro se vaya del poder. Rusia puede perturbarle los planes a Trump, pero hasta allí. Rusia no va a tomar riesgos de alto calibre por Maduro. Por ello es que para Maduro luce inconveniente colocar los huevos en una misma canasta, aunque la realidad lo obliga, pues a Maduro ya no le quedan aliados de peso. Desde China llegan señales contradictorias igual que de Turquía.
Maduro mira a Rusia y Rusia hace como que mira mucho a Maduro. Una fuente en Washington dice al diario ALnavío que a Maduro no le queda otra opción que vender la apariencia de que cuenta con Moscú. Pero a Rusia le saldría muy costoso echarse encima el régimen. Putin sabe que el modelo de Maduro fracasó. Que el modelo económico fracasó. Lo sabe hace tiempo por boca de Igor Sechin, el hombre fuerte de Rosneft, amigo de Putin. Sabe de los problemas en la producción petrolera, y sabe que es un problema mayor. Nadie podía imaginarse que se iba a llegar al extremo de destruir Petróleos de Venezuela, PDVSA. John Bolton, asesor de Seguridad Nacional de Trump, y Elliott Abrams, enviado Especial de Trump para Venezuela, coinciden en señalar que Maduro apela a Rusia para dar la sensación de que cuenta con el respaldo de esta potencia. Ese es el relato. Un relato. Pero un relato que en algunas áreas no es solo un cuento. Y es que, por ejemplo, hablando de Rosneft, esta empresa ha tomado posiciones estratégicas en producción, comercialización y exportaciones del petróleo venezolano, del poco que se produce, siendo clave en los envíos a China e India, dos de los compradores que aun le quedan a PDVSA a pesar de las sanciones.
La fuente en Washington apunta que lo que le importa a Rusia es una solución política y ordenada de la crisis en Venezuela. De allí todo el discurso de respaldo y toda la disposición de cooperar, firmando acuerdos de cooperación, que son acuerdos que al fin y al cabo ofrecerán resultados en el largo plazo, y a Maduro lo apremia la urgencia. Y dentro de esa urgencia aparece el detalle al que Rusia no quiere acceder. Seguirle prestando dinero a Maduro. Seguir apoyándolo con líneas de crédito. Maduro le debe dinero a Rusia. Más de 3.5000 millones de dólares. Y PDVSA más de 1.000 millones a Rosneft. Y en esta ocasión, en esta gira, a Delcy Rodríguez y al ministro de Finanzas, Simón Zerpa, que acompaña a la vicepresidenta, les quedó muy claro que no habrá ayuda económica, que habrá cooperación, pero nunca ayuda. Y si el vicecanciller ruso, Serguéi Riabkov, hizo la aclaratoria es porque el tema estaba allí, sobre la mesa. Y no puede haber ayuda económica ni financiera directa porque el futuro de Venezuela es incierto dada la disputa entre Maduro y Juan Guaidó, y dada las sanciones de Trump que tienen como colateral que el que hace negocios con Maduro no hace negocios con Estados Unidos. Los riesgos de un colapso de la economía venezolana están latentes, y si Rusia va a fondo con recursos financieros, qué garantías tiene de recuperarlos más tarde.
Para la fuente en Washington, Rusia también entiende que Maduro es una ficha de canje importante. Es una ficha que le importa a Donald Trump. Es una ficha de negociación. Por ello firma acuerdos con Maduro. Por ello Rusia lo hace más dependiente. Por ello lo atrae más a su órbita, y se aprovecha de que está solo en el mundo.
Rusia insiste con Maduro porque quiere ser parte de la solución y quiere que se le tome en cuenta en esa solución. Rusia no quiere convertirse en el problema. Con el apoyo a Maduro le envía el mensaje a la Casa Blanca de que se le tome en cuenta. Pero entiende que no pueden hacer más allá de lo que han hecho hasta ahora.
En un documento de trabajo, Rusia en América Latina, del Real Instituto Elcano y coordinado por la experta Mira Milosevich-Juaristi, se lee que Rusia no va a intervenir militarmente para mantener al régimen de Maduro -que sí fue el caso en Siria- porque Rusia no cuenta con recursos para ello y porque “los vecinos de Venezuela han optado por una posición común, junto con EEUU y la UE”. Y esa posición común pone a pensar a Rusia. De hecho, se señala que la posición de Rusia se ha ido “suavizando” desde el momento en que respalda el diálogo o la negociación entre Maduro y Juan Guaidó. “No hay un vacío de poder de Occidente en Venezuela que Rusia podría llenar”, se lee en el documento. Pero Maduro se hace ilusiones. Señala el documento que “Rusia no va a crear una alianza con países regionales que apoyan a Venezuela”. De hecho, no se lo ha planteado ni con Cuba ni Nicaragua, aliados de Maduro. En cambio, la desaparecida Unión Soviética apoyó a Cuba y a Nicaragua en los tiempos de la guerra fría. Cuba y Nicaragua, ni tampoco Bolivia, otro aliado -más crítico de Maduro-, no tienen recursos tampoco para sumarse a un proyecto de tal envergadura. Rusia está sola en América. Y Maduro solo en el mundo. Por ello se empeña en ponerse en manos de Rusia, en manos de Rosneft. Lo que decida Rusia más tarde en lo político aun está por verse.