(EFE).- La futura Comisión Europa tendrá que implementar la descarbonización del sistema productivo iniciada en los últimos años, asegurándose de relanzar la competitividad europea en la economía del futuro y operando desde un contexto de emergencia climática persistente, pero con apetito verde moderado respecto a hace cinco años.
La presidenta del actual y futuro Ejecutivo, la alemana Ursula von der Leye, nominó hoy a la española Teresa Ribera como primera vicepresidenta ejecutiva de la nueva Comisión en el área de Transición Limpia, Justa y Competitiva, en un reparto en el que también tendrá cargo de vicepresidente ejecutivo el francés Stéphan Séjourné, con una cartera de Prosperidad y Estrategia Industrial.
Esa relación se plasmará en el Pacto Industrial Limpio que la Comisión presentará tras sus primeros cien días de gobierno.
Las responsabilidades de Ribera estarán vinculadas a los comisarios designados para Clima, Cero Neto y Crecimiento Limpio, el neerlandés Wopke Hoestra; para Energía y Vivienda, el danés Dan Jørgensen; y para Medioambiente, Resiliencia Hídrica y Economía Circular Competitiva, la sueca Jessika Roswall.
El área de Clima también estará relacionada con áreas como Transporte Sostenible y Turismo, cartera para la que Von der Leyen ha nominado al griego Apostolos Tzitzikóstas; Agricultura y Alimentación, atribuida al luxemburgués Christophe Hansen; o Asociaciones Internacionales, para el que concurre el checo Josef Síkela.
Inversiones
El aspecto dominante del mandato comunitario será el económico, pues todos los análisis indican que la UE precisará niveles de inversión inédita para no seguir perdiendo terreno respecto a Estados Unidos o China en áreas como la digitalización o la defensa, pero también en clima, donde los bloques diseñan agresivas políticas de subsidios para atraer industrias verdes.
El célebre Informe del ex primer ministro italiano y expresidente del Banco Central Europeo Mario Draghi, una de las voces más respetadas en política económica en la UE, no ofrece dudas: la UE tendrá que elevar sus inversiones en 800.000 millones anuales, lo que anticipa que el debate presupuestario y fiscal será clave.
Energía
El talón de Aquiles de la economía comunitaria es la energía, pues los precios minoristas son mucho más elevados que en Estados Unidos y la Comisión Europea tendrá que intentar reducir esa brecha mediante el despliegue de renovables y fomentando el desarrollo de la “economía del hidrógeno”.
Agricultura
El sector agrícola es responsable de más del 10 % de las emisiones de CO2, por lo que reformar ese sector es esencial para alcanzar las metas climáticas.
Sin embargo, las protestas de los granjeros en los últimos meses contra la legislación climática y el exceso de burocracia del que se sienten víctimas ha llevado a la actual Comisión a relajar algunas medidas ya adoptadas y queda por ver cómo intenta Bruselas descarbonizar el campo manteniendo un equilibrio social y medioambiental y preservando la seguridad alimentaria.
Coches
La transición hacia un parque móvil descarbonizado es otra de las grandes asignaturas de la futura Comisión Europea, después de que la UE haya aprobado que no se puedan vender coches que emitan CO2 a partir de 2035, pese a reticencias de países como Alemania o Italia.
Los coches, camiones, autobuses y motocicletas representan más del 21 % de las emisiones de CO2, pero también suponen en torno al 11 % del PIB de la UE y casi 14 millones de empleos directos e indirectos.
En ese contexto, pesará el pulso comercial de la UE con China, pues Bruselas acusa a Pekín de beneficiar con subsidios a su poderosa industria de vehículos eléctricos y ha impuesto aranceles de hasta el 37,6 % a los vehículos eléctricos chinos.
Materias primas
Estrechamente ligado a los vehículos, pero también a otros sectores, se encuentra el acceso a las materias primas para fabricar baterías o chips.
China domina actualmente el mercado de tierras raras y la UE apuesta por el concepto de “autonomía estratégica abierta”, que consiste en utilizar herramientas como la diplomacia climática y el comercio para asegurarse el acceso a materias primas a través de acuerdos con los países productores a través de transferencias tecnológicas.
Adaptación
El continente europeo es el trozo de planeta que más rápidamente se calienta, y el aumento de las temperaturas lleva aparejado desastres cada vez más intensos y más frecuentes, como las grandes inundaciones que afectan estos días a países como Austria o República checa, los incendios de Portugal o las fuertes sequías de los últimos años.
Agua
Von der Leyen ha subrayado que “el agua es un recurso indispensable para la seguridad de nuestra alimentación, energía y economía, pero está cada vez más bajo estrés debido al cambio climático y las crecientes demandas” y su nuevo Ejecutivo otorgará protagonismo a la “resiliencia hídrica”.
Varios estudios técnicos de la Comisión avisan de que en el futuro habrá más conflictos relacionados con el agua entre Estados miembros y recuerdan que las sequías le cuestan 9.000 millones de euros anuales a la UE, que además ha gastado “más de 170.000 millones de euros en total desde 1980” por inundaciones.
Objetivo 2040
Una veintena de Estados miembros aún no han presentado sus planes nacionales de energía y clima actualizados, pese a la insistencia de Bruselas para que aceleren.
Después tendrán que decidir si respaldan el objetivo propuesto por la Comisión Europea para que la UE reduzca sus emisiones en 2040 un 90 % respecto a 2030, tras el 55 % comprometido para 2030.