Juan Carlos Zapata (ALN).- Timochenko es claro. Las FARC se acercaron al narcotráfico para financiarse. Pero después, el narcotráfico debilitó las bases del movimiento. Pudieron más los intereses económicos y el delito que la ideología y la revolución. Timochenko simpatizaba con Chávez. Pero como Chávez está muerto, esta lección del exguerrillero va con Maduro. Y con Cabello.
¿Hoy cómo se ve la situación? La palabra más usada para cualquiera que vive y analiza Venezuela, es “complicada”. Y al punto como se observa el escenario, la respuesta siguiente es que queda tiempo por delante para salir de Nicolás Maduro. No hay solución a la vista. Y todos quieren una solución. Los actores internos como los externos. Inclusive dentro del chavismo hay quienes se inclinan por el cambio pero lo dicen en voz baja, y quienes lo señalan en voz alta, ya están fuera del país: poco pueden hacer.
Entre las debilidades del régimen de Nicolás Maduro, la gestión. Gestión en todos los servicios. Gestión en las empresas básicas. Gestión en la industria petrolera. Gestión en salud y educación. No hay área en la que el régimen de Maduro apruebe. ¿O sí? Claro que sí. Y no es ironía. El régimen aprueba en economía negra. Porque a pesar de todos los huecos, “con la economía negra puede subsistir”, está subsistiendo, dice una analista. El régimen ha reprobado hasta en derechos humanos y a pesar de todo ha ganado un puesto en el Consejo de Derechos Humanos de la ONU.
El régimen reprueba en corrupción, pero es la oposición de Juan Guaidó a la que uno, dos, o dos y medio escándalos de corrupción han puesto contra la pared. Al régimen le concierne uno de los escándalos, pues tiene que ver con el más emblemático personaje de la boliburguesía internacional, el colombiano Alex Saab; pero el régimen no se da por enterado. Guaidó reacciona y los partidos que apoyan a Guaidó reaccionan suspendiendo a los diputados que se han visto mezclados con los intereses de Saab, uno de los operadores empresariales y financieros de Maduro, pero el régimen sigue protegiendo al boliburgués internacional, señalado de ser testaferro de Maduro.
Pese a que las encuestas señalan que la corrupción es uno de los problemas del régimen. Y la gente identifica al régimen de Maduro con la corrupción, aun así, el régimen poco hace en el tema, y cuando emprende alguna iniciativa es porque hay venganza o revancha o purga de por medio. Al fin y al cabo fue lo que hizo Hugo Chávez. La corrupción es un arma. Para premiar la lealtad. O para combatir la deslealtad.
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El régimen no puede sacudir la alfombra. Porque la economía negra es su fortaleza. Con lo que recibe de petróleo, oro, y con las remesas que perciben los venezolanos de amigos y familiares en el exterior, con eso se sostiene la economía. Los boliburgueses ya están metidos en el oro. Y los militares metidos en el oro. Boliburgueses y militares. Todo un entramado de poder. La fortaleza del régimen. Fuerza Armada y dinero. Y también droga.
Economía de la droga, apunta uno de esos observadores, que entonces suelta otra vez la expresión. Esto hace más complicada la situación. De más difícil solución. La droga como elemento clave en los ingresos y en la distribución de los ingresos de ese entramado del poder. La droga que va contaminándolo todo. Y al final termina contaminando al entramado político. Al mundo político que comienza a depender de ello.
¿Cómo es que dice Hugo Carvajal? Que toda Venezuela está tomada por el tráfico de droga. Por todo el país se distribuye. Y el régimen lo sabe porque es cómplice. Carvajal lo sabe. Fue jefe de contrainteligencia militar con Hugo Chávez. El mismo está señalado por la DEA de coordinar operaciones para traficar e introducir droga en los Estados Unidos. “Toda Venezuela es ruta del narcotráfico”, ha declarado Carvajal, a quien llaman el Pollo Carvajal, y anda huyendo, está escondido desde que la Audiencia Nacional de España determinó que podía ser extraditado a Estados Unidos. Admite que la Fuerza Armada se beneficia del tráfico. Y que las estructuras, puertos, aeropuertos, están bajo influencia del narcotráfico.
La experiencia de Colombia parece que no contara. La experiencia de Colombia con los carteles de la droga. Y la experiencia de Colombia con las FARC. Nada más este fin de semana contaba Rodrigo Londoño en la Feria del Libro de Guadalajara cómo es que las FARC se metieron paso a paso en la droga.
El excomandante guerrillero, más conocido como Timochenko, señalaba, versión de El País de Madrid, que “con los años, y ante el creciente mercado de la droga, encontraron en ella una fuente de financiación. Negó -siempre lo ha hecho- que la guerrilla fuese un cartel de narcotraficantes, que sólo cobraba un impuesto para proteger a los campesinos que plantaban la coca… Londoño admitió que en un momento el narcotráfico penetró de tal manera en las bases guerrilleras que, por intereses económicos, las debilitó”.
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“El narcotráfico es incompatible con ser revolucionario”, dijo. Y es como si se tratara de un mensaje para el chavismo. Para ese poder que gobierna con Maduro. La expresión puede ampliarse de esta manera: “El narcotráfico y la corrupción son incompatibles con el ser revolucionario”.
No obstante, ya ambos problemas cogieron cuerpo. Hasta el punto de convertirse en dos de las fortalezas con las que cuentan actores del régimen. Con la droga perciben ingresos y controlan voluntades. Con la corrupción, controlan voluntades, corrompen voluntades, y también castigan y apartan.
Dice el exZar de PDVSA, Rafael Ramírez, en las conversaciones que ha sostenido con el diario ALnavío, que la extorsión se ha convertido en “el modus vivendi de generales, jueces, de todo”. Y que, por ejemplo, alguien puede tener una orden de liberación de la cárcel de El Helicoide, pero si no se le paga a Walid Makled, “que es el feje de El Helicoide, no sales”.
¿Y quién es Walid Makled? El mayor capo de la droga que haya tenido Venezuela. Surgió y cayó con Hugo Chávez. Lo encerraron en la cárcel de El Helicoide para que no siguiera acusando a ministros, militares, gobernadores, jueces y dirigentes chavistas a quienes había pagado o quienes lo habían ayudado, o quienes eran cómplices. Y ahí sigue, como dice Ramírez, como todo un poder en El Helicoide. ¿No lo sabe Maduro? ¿No lo sabe Diosdado Cabello?
Timochenko es claro. Las FARC se acercaron al narcotráfico para financiarse. Pero después, el narcotráfico debilitó las bases del movimiento. Pudieron más los intereses económicos y el delito que la ideología y la revolución. Timochenko simpatizaba con Chávez. Pero como Chávez está muerto, esta lección del exguerrillero va con Maduro. Y con Cabello.