Fernando Muñoz (ALN).- El régimen de Nicolás Maduro se ha granjeado muchos enemigos a lo largo de los años, tanto dentro como fuera del país. Desde que asumió el poder, Maduro vive una situación insólita: la conspiración y enemistad de casi todos los generales que en algún momento dirigieron la inteligencia política, la contrainteligencia militar, y se encargaron de velar por su seguridad.
El rumbo político de Nicolás Maduro ha provocado que varios de los hombres que le eran leales (a él, o a Hugo Chávez) hayan acabado por darle la espalda, llegando incluso a planificar la caída del gobierno. Dos directores del Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional (Sebin) y otros dos cabecillas de la Dirección General de Contrainteligencia Militar (DGCIM) durante su mandato han conspirado contra él o, como poco, se han manifestado públicamente en contra del régimen.
Miguel Rodríguez Torres, hombre de confianza de Chávez, fue director del Sebin entre 2010 y 2014. Su destitución se produjo después de que autorizara un operativo de seguridad en el centro de Caracas que incluía el allanamiento de la sede del Colectivo Escudo de la Revolución. En el operativo, cinco integrantes del colectivo cayeron abatidos y Rodríguez Torres fue señalado como máximo responsable del hecho.
El militar y político fundó entonces el partido Movimiento Amplio Desafío de Todos y, al mando de dicha formación, comenzó a hacer política en contra de Nicolás Maduro, ubicándose en lo que se llama el chavismo crítico, lo que le costó en 2018 la inhabilitación para ejercer cualquier cargo público durante un año. Rodríguez criticó también a la Asamblea Nacional Constituyente, de la que dijo “no resuelve los problemas de Venezuela”. En marzo de 2018, el general fue detenido, acusado de perpetrar “acciones contra la paz” y por participar en supuestos complots con el objetivo de atentar contra la unidad de la Fuerza Armada. Aún sigue preso por estos cargos. Se le ha cambiado de prisión y ahora se le ubica en una del Fuerte Tiuna de Caracas, de máxima seguridad.
Los venezolanos queremos un CAMBIO RADICAL en el manejo de la política nacional. Queremos DEMOCRACIA!!!! No un cambio del PSUV a MSV, eso es un problema de ustedes.
En unas elecciones limpias Maduro perdería 80/20.— Miguel Rodríguez Torres (@RodriguezTDDT) 21 de febrero de 2018
El caso del general Hugo ‘El Pollo’ Carvajal es más sangrante aún para el madurismo. Condecorado militar al mando de las tropas chavistas, se granjeó el honor de ser situado al frente de la contrainteligencia militar de la nación, cargo que ostentó entre 2004 y 2012, con Chávez, y hasta 2014 con Maduro. En 2015 dio el salto a la política nacional al convertirse en diputado de la Asamblea Nacional de Venezuela bajo la premisa de “mantener el legado del presidente Hugo Chávez”.
Fue entonces cuando, de manera paulatina, se hizo evidente su distanciamiento con respecto a Maduro. Sus diferencias cristalizaron el 21 de febrero de 2019, cuando Carvajal reconoció a Juan Guaidó como presidente de Venezuela de manera oficial y se puso a sus órdenes para “restablecer el orden constitucional que nos permita convocar elecciones libres”. Un mes más tarde, cargó con dureza contra Maduro en una carta abierta al “dictador mitómano” en la que le exige que asuma su responsabilidad por la terrible situación que vive el país.
Carta abierta al dictador mitómano. pic.twitter.com/lsPIKdKguC
— Hugo Carvajal (@hugocarvajal4f) 3 de junio de 2019
Al fugaz paso de Manuel Bernal por la inteligencia militar -fue destituido tras el asesinato del joven Bassil Da Costa– le siguió el del general Gustavo González López, que se ha desempeñado como director del Sebin en dos etapas con un punto de inflexión: su destitución sorpresiva en 2018. Cuando ya cumplía cuatro años en el cargo, cuatro funcionarios armados del servicio de inteligencia interceptaron la caravana presidencial, comprometiendo la seguridad de sus integrantes. El suceso se saldó sin víctimas, pero eso no evitó que sembrara la duda dentro del aparato de inteligencia. González López fue destituido de manera fulminante sin que nunca llegara a esclarecerse qué o quién estaba realmente detrás del asalto.
El encargado de sustituirle fue el general Manuel Ricardo Cristopher Figuera, que ya se había curtido como subdirector del DGCIM. Figuera asumía entonces la difícil tarea de dirigir un servicio de inteligencia envuelto en la desconfianza tras el incidente de la caravana de Maduro. Pero este general no tardó, también, en perder la fe: seis meses realizando el trabajo sucio del régimen -encarcelamientos, espionaje, tortura, etc.- le bastaron para cambiar de bando.
Fue entonces cuando tomó la determinación de planificar el alzamiento fallido del 30 de abril, que estuvo muy cerca de acabar con la salida del poder de Maduro. Como él mismo reconoció tras su exilio del país, fue la desmedida ambición de Maikel Moreno, presidente del Tribunal Supremo de Justicia, la que echó a perder la operación. Hoy, Figuera es uno de los grandes desertores del madurismo y se refugia en Estados Unidos, país con el que colabora estrechamente para, en sus palabras, “liberar a mi país de la desgracia que está viviendo”.
Precisamente en dicho alzamiento debía cumplir un papel importante el último en sumarse a la lista de ‘insurrectos’ de Maduro: Iván Hernández Dala. El aún jefe de la contrainteligencia militar, denunciado por la comunidad internacional por torturas y técnicas de extorsión, era uno de los hombres que debía propiciar “una transición de poder pacífica de Maduro al presidente encargado Juan Guaidó”, en palabras de John Bolton, asesor de Seguridad Nacional estadounidense. Pese a todo, el golpe no se concretó y Maduro prevaleció. Hernández Dala fue señalado por el general Cristopher Figuera de conspirar en la cara de Maduro, es decir, en el mismo Palacio de Miraflores. Sigue en el cargo, y hay expectativa por lo que pueda pasar con él en los próximos días.
Con este historial de enemistades y traiciones dentro de su propio círculo, cabe preguntarse: ¿Qué pasa con Nicolás Maduro para que todos sus generales y jefes de inteligencia se le vuelvan en contra? Y lo que es más importante: ¿Quién será el siguiente en levantarse contra el régimen? Y pensar todos esos generales juraron una vez el «leales siempre, traidores nunca»…