Juan Carlos Zapata (ALN).- Rusia quiere ayudar al régimen de Nicolás Maduro con raciones de combate. O sea, comida de guerra. Comida de batalla. No es mentira. No es Fake News. En Wikipedia se lee: “Una ración de combate o ración de previsión es una comida empacada para ser fácilmente preparada y consumida por las tropas en el campo de batalla”. Pues Rusia acaba de anunciarlo. Llamó a licitación. Los proveedores se preparan. El plazo vence en menos de una semana.
Justo cuando en el PSUV, el partido de gobierno de Nicolás Maduro, se critican las fallas en que incurre el programa social CLAP, que consiste en la distribución de bolsas de comida, aparece la solución rusa. Lo refleja el sitio Sputnik: “La agencia estatal rusa para exportación e importación de productos de defensa Rosoboronexport anunció la búsqueda de proveedor de raciones de previsión para Venezuela por unos 225.000 dólares”.
Se supone que toda esta mercancía muy particular irá a reforzar la “ayuda humanitaria” que Rusia le brinda al régimen de Maduro. Venezuela sufre una devastadora crisis humanitaria, según ha dicho en un reciente informe la alta comisionada para los Derechos Humanos de la ONU, Michelle Bachelet, quien todavía no ha logrado garantías para visitar Caracas.
Justo cuando en el PSUV, el partido de gobierno de Nicolás Maduro, se critican las fallas en que incurre el programa social CLAP, que consiste en la distribución de bolsas de comida, aparece la solución rusa. Lo refleja el sitio Sputnik: “La agencia estatal rusa para exportación e importación de productos de defensa Rosoboronexport anunció la búsqueda de proveedor de raciones de previsión para Venezuela por unos 225.000 dólares”.
Llama la atención la cantidad. 225.000 dólares. Maduro, crítico de que, por ejemplo, Estados Unidos aporta pocos recursos a países como Colombia para atender al éxodo venezolano –hay 1,3 millones de venezolanos en Colombia- puede verse en este espejo ruso. Porque la crisis, que ya es emergencia humanitaria, que ya es catástrofe humanitaria, requiere mucho más de lo que Rusia acaba de anunciar. Ni siquiera el apoyo reciente de la Cruz Roja Internacional ha sido suficiente. Esta ayuda llegó y se diluyó en el maremágnum de la gran tragedia.
Rusia es aliado de Maduro. Lo apoya con armas. Lo respalda en el discurso político internacional. Lo apoya denunciando los planes injerencistas de Donald Trump en Venezuela. Lo respalda oponiéndose a un cambio de régimen por vía de fuerza. La posición de Rusia ha hecho que Venezuela sea prioridad en la agenda de ambas potencias. Dicen los expertos que Rusia le ha enredado el escenario a Washington, y que no le facilitará sus planes en Venezuela. Rusia mantiene inversiones petroleras en Venezuela, y ayuda técnica militar. La semana pasada se reunieron en Sochi, Mike Pompeo, secretario de Estado, y Vladimir Putin. Caracas también le debe a Moscú.
Señala Sputnik que la ración de combate “debe incluir galletas o pan tostado, carne y verduras enlatadas, paté, mermelada, chocolate, café instantáneo, té, sal, pimienta, utensilios, etc”. Bueno, quizá el menú no refleja lo que aspira un habitante de los barrios pobres de Caracas, sobre todo el paté, el té y la pimienta. Tampoco es lo que comerían Maduro y Diosdado Cabello, presidente de la ilegítima Asamblea Nacional Constituyente. La humanidad de ambos delata lo que comen. Pero a lo mejor sí puede estar en línea con el componente militar que también sufre la penuria de la escasez provocada por años de pésima gestión económica de Maduro. Los militares también reciben bolsas CLAP.
El PIB de Venezuela ha caído en casi 50% desde 2013. Venezuela sufre la mayor inflación del mundo. Las sanciones de los Estados Unidos han agravado el panorama, y se agravará todavía más.
Señala Wikipedia que “este tipo de alimento suele ser muy útil en las operaciones de ayuda en caso de desastres, porque pueden ser transportadas en grandes cantidades y ser distribuidas fácilmente. Cubren las necesidades nutricionales básicas a los damnificados hasta que se puedan instalar cocinas más permanentes”. Lo de las cocinas más permanentes es una aspiración muy remota en la Venezuela de Maduro.
Habría que pensar si las raciones van dirigidas fundamentalmente para la Fuerza Armada, lo cual es una señal de que el régimen de Maduro sigue explotando la idea de la invasión militar por parte de los Estados Unidos. La Casa Blanca ha dicho: Todas las opciones están sobre la mesa. Hace unos días se vio a Diosdado Cabello, el segundo en el poder del régimen de Maduro, haciendo ejercicios militares.
Anuncia Sputnik que “según la documentación publicada en el portal de contratación pública, en un plazo de seis meses deben llegar al puerto venezolano Puerto Cabello 16.500 raciones de comida”. Una cifra realmente pequeña. Sólo la Guardia Nacional de Maduro está conformada por 100.000 hombres.
El plazo también llama la atención, pues se estima que después de septiembre, la situación del régimen de Maduro se hará más crítica en cuanto a la consecución de recursos para seguir comprando alimentos y soportar el programa CLAP de asistencia alimentaria. De hecho, la cantidad de productos ha disminuido así como la periodicidad de la entrega, que es una de las críticas formuladas en unas recientes jornadas del PSUV, según reveló el exministro de Maduro, Elías Jaua. Este escribió entonces: “Manifiestan con preocupación que al Presidente se le informe que los Claps, lleguen cada 15 días, cuando hay lugares que este año no han llegado; proponen que se hable con la verdad”. Se calcula que el programa incluye 10 millones de bolsas CLAP, cuyo costo es de 32 dólares cada una. Así que la cantidad ordenada por Rusia no ayudará sustancialmente.
Señala Wikipedia que “este tipo de alimento suele ser muy útil en las operaciones de ayuda en caso de desastres, porque pueden ser transportadas en grandes cantidades y ser distribuidas fácilmente. Cubren las necesidades nutricionales básicas a los damnificados hasta que se puedan instalar cocinas más permanentes”.
Sputnik informa que “las ofertas se aceptarán hasta el 27 de mayo y los resultados de la contratación se anunciarán el 11 de junio”.
Vale la pena recordar la dieta del soldado soviético en la II Guerra Mundial. La cita es de Russia Beyond: “Tanto las raciones diarias para los soldados del Ejército Rojo como para los comandantes de las unidades fueron adoptadas el 12 de septiembre de 1941 y quedaron plasmadas en una lista específica de alimentos: pan (800-900 g), harina de trigo de segunda calidad (20 g), avena (140 g), macarrones (30 g), carne (150 g), pescado (100 g), grasas combinadas y manteca de cerdo (30 g), así como aceite vegetal, azúcar, té, sal y verduras (patatas, repollo, zanahorias, remolacha, cebolla y hierbas). Curiosamente, también se racionó el tabaco (20 g diarios) y hasta los fósforos (tres cajas al mes). Las mujeres no fumadoras recibían mantequilla, galletas y chocolate. El menú para los pilotos era más variado y con más calorías. Además de las raciones diarias básicas, recibían leche fresca o condensada, requesón, crema agria, huevos, mantequilla y queso, así como extracto de fruta y fruta desecada”.
Estas raciones son un sueño para los soldados, pilotos y milicianos de la Fuerza Armada de Venezuela.