Daniel Gómez (ALN).- Ante la comunidad venezolana en Miami, Donald Trump fue otro Donald Trump.El presidente de EEEU, lejos de ser ese político estridente, que acude al descrédito y al ninguneo para ganarse al auditorio, evidenció que es un líder comprometido. Preparado para afrontar la crisis que sufre Venezuela. Un país que analiza. Que sabe cómo llegó al desastre. Y que identifica como pieza clave en el tablero geopolítico de Latinoamérica. Trump también sabe que, si cae Venezuela, caen Cuba y Nicaragua. Es lo que define como “la muerte del socialismo en el hemisferio occidental”.
Este Donald Trump es diferente. Al menos su política hacia Venezuela lo es. El discurso de este lunes en Miami representa un cambio en el presidente de Estados Unidos. Este se muestra más comprometido que nunca con la causa venezolana. Más conocedor de la situación. Más preciso en el discurso.
“Sabemos la verdad sobre el socialismo en Venezuela, en Cuba, en Nicaragua y en todo el mundo. El socialismo promete prosperidad, pero genera pobreza. El socialismo promete unidad, pero ofrece odio y división. El socialismo promete un futuro mejor, pero siempre vuelve a los capítulos más oscuros del pasado. Eso nunca falla. Siempre sucede. El socialismo es una ideología triste y desacreditada, arraigada en la ignorancia total de la historia y de la naturaleza humana, por lo que el socialismo eventualmente debe dar lugar a la tiranía, como lo hace. Los socialistas profesan un amor por la diversidad, pero siempre insisten en la conformidad absoluta”.
Cada oración de Trump estalló en ovación. Es cierto. Estaba en la Universidad Internacional de Florida. Estaba entre su gente. En el centro de operaciones de la oposición venezolana -y cubana- en EEUU. Por así decirlo, jugaba en casa. Pero eso no le quita mérito.
El presidente de EEUU es un maestro de la comunicación. Domina el discurso. Frases cortas. Fáciles de entender. Contundentes como latigazos. Sonoras como latigazos. Ritmo. Aplausos. Trump se comió el escenario. Sonreía.
El análisis de la crisis en Venezuela
Sin un papel, sin ninguna pantalla a la vista, el presidente recordó: “No hace mucho, Venezuela era la nación más rica de América del Sur, pero los años de gobierno socialista han llevado a esta próspera nación al borde de la ruina”.
También recordó el desastre económico: “Casi 90% de los venezolanos viven ahora en la pobreza. En 2018, la hiperinflación en Venezuela superó 1.000.000%. La grave escasez de alimentos y medicamentos afecta al país. El socialismo ha devastado por completo a este gran país, incluso las reservas de petróleo más grandes del mundo no existen”.
Este Donald Trump es diferente. Al menos su policía hacia Venezuela lo es. El discurso de este lunes en Miami representa un cambio en el presidente de Estados Unidos. Este se muestra más comprometido que nunca con la causa venezolana. Más conocedor de la situación. Más preciso en el discurso
Lo que sorprende es que Trump, un hombre que huye del análisis, analice. Se remonte al pasado. A hechos concretos. Como el asesinato de Óscar Pérez, abatido por el régimen, pese a que se entregó a la policía. En su relato sobre Pérez, Trump citó la localidad de Baruta, haciendo referencia incluso a la ley venezolana. Aquí llama la atención el nivel de detalles que es capaz de procesar. Eso denota que no sólo oye, sino que escucha.
“En junio de 2017 Óscar pilotaba un helicóptero sobre Baruta en el que hacía referencia al artículo 350 de la Constitución de Venezuela. Él amaba al pueblo, peleaba por ellos. Pero a Óscar lo balearon, fue asesinado por estos matones venezolanos”.
El contraste con el discurso de Miami se puede apreciar echando la vista atrás dos semanas. Contemplando el discurso del Estado de la Unión ante el Congreso, en el que Trump se limitó a reconocer a Juan Guaidó como presidente encargado, y a condenar al socialismo como culpable de la crisis que vive Venezuela. Ahí se detuvo. No explicó más.
Esta ocasión fue diferente. Y quizá lo fue porque se trataba de un evento especial. La conferencia en Miami, de 30 minutos, fue su primer encuentro con la comunidad venezolana en EEUU. Con los 100.000 venezolanos que viven en el sur de la Florida, los cuales, junto a la comunidad cubana, se erigen como un feudo del poder latino en el país.
Los venezolanos que asistieron pedían esperanza, y Trump se la ofreció: “Se avecina un nuevo día en América Latina”, enunció para luego callarse. Sabía que tras la frase le tocaba recibir un estruendoso aplauso. Así fue.
El efecto dominó en Latinoamérica
Para Trump, ese nuevo día está ligado con “la muerte del socialismo”. Tanto en Venezuela, como en Cuba y Nicaragua. “Cuando Venezuela sea libre, y Cuba sea libre, y Nicaragua sea libre, este se convertirá en el primer hemisferio libre en toda la historia de la humanidad”.
La afirmación del presidente de EEUU no viene desencaminada. Joaquín Villalobos, exguerrillero salvadoreño y consultor para la resolución de conflictos internacionales, argumenta la siguiente tesis: si cae Venezuela, caen Cuba y la izquierda latinoamericana.
“La implosión económica de Venezuela ha desatado un efecto dominó que pone en jaque a los regímenes de Nicaragua y Cuba y a toda la izquierda continental”, explicó en un artículo de El País publicado en septiembre de 2018.
Hay que entender, y Trump parece que lo entiende, el rol que juega Venezuela en el tablero latinoamericano. Caracas era el banco. El financiador de la izquierda cubana y nicaragüense en tiempos de bonanza petrolera. Ahora la situación ha cambiado ya que el poder económico se ha diluido, en cierto modo, gracias a las sanciones que lleva aplicando la Casa Blanca desde los tiempos de Barack Obama.
Pese a la crisis económica en Venezuela, pese a la debacle petrolera, pese a estar casi en bancarrota, la materia prima, el petróleo, sigue estando ahí. Por eso Caracas sigue siendo el banco. Y esto, para regímenes como Nicaragua y Cuba, es suficiente.
El caso: hasta que no caiga Venezuela, no caerá el resto de los regímenes latinoamericanos. Esta es la tesis de Villalobos. Y es la tesis que defiende el senador de Florida, Marco Rubio.
De origen cubano, Rubio es conocido por su lucha contra el régimen de La Habana. Por eso ahora presiona a Caracas, pues confía en ese efecto dominó. El senador, firme conocedor de la situación, también es uno de los asesores de Trump en el pulso que libra contra el régimen de Nicolás Maduro. Así lo reconoció el propio presidente, quien lo llamó “amigo personal y “hombre de confianza para los asuntos de Venezuela, Nicaragua y Cuba”.
En el discurso, el presidente de EEUU agradeció el trabajo de Rubio, al igual que hizo con el gobernador de Florida, Ron DeSantis; con el senador Rick Scott; y con el legislador Mario Díaz-Balart. A estos les dedicó un aplauso, personal incluso, y les agradeció su trabajo definiéndolos como “campeones por la libertad”.
La evolución política de Trump
La influencia de Rubio, así como DeSantis, Scott y Díaz-Balart, se nota en el discurso del presidente. En cómo ha evolucionado. A Trump se le nota más comprometido con Venezuela que nunca.
Para apreciarlo toca remontarse a agosto de 2017. En ese verano, la tensión con Corea del Norte crispaba los ánimos en la Casa Blanca. Trump criticaba a su rival asiático. Lo amenazaba con fuego y furia, mientras aprovechaba la ocasión para decir que Venezuela también estaba en el punto de mira militar. Unas declaraciones de guerra que, para los cercanos a Trump en esos momentos, fueron “inexplicables”.
El periodista y escritor Michael Wolff contempló esa escena. Y es que Wolff pasó 200 días en la Casa Blanca, con la autorización del propio presidente, para relatar el funcionamiento de la Administración.
De esa experiencia nació Fuego y Furia, el libro en el que Wolff describe a Trump como un líder disparatado, incapaz de oír a nadie más que a su propio ego. A la vista de este relato, y aprovechando una conferencia que el escritor dictó en Madrid el 19 de febrero de 2018, hace justo un año, ALnavío le preguntó si Trump sería capaz de atacar militarmente Venezuela.
“A Donald Trump le encanta empezar con la guerra. Cuanto más fuego y furia mejor. Pero en el fondo, no le interesa para nada ir a la guerra. Sabemos que ir a la guerra requiere disciplina. Una disciplina que no tiene Donald Trump. Es muy difícil que los generales vayan a la guerra en tu nombre cuando Trump no es capaz de dedicarles un rato para escucharlos”, contestó Wolff.
Un presidente bien asesorado
Esta declaración evidencia lo mucho que Trump ha cambiado en un año. Invadir Venezuela no es una solución deseable, pero es una solución. De hecho, en la conferencia de Miami lo volvió a sugerir. “Buscamos una transición pacífica, pero todas las opciones están abiertas”.
Trump se ha estado informando sobre Venezuela. Además de Rubio, DeSantis, Scott y Díaz-Balart, tiene a sus asesores más cercanos. Mike Pence, vicepresidente de EEUU, ha recorrido Latinoamérica en dos ocasiones. Cada país que visitó le sirvió para pulsar los ánimos en torno al régimen de Maduro.
A Mike Pompeo, secretario de Estado de EEUU, también se le ha visto muy involucrado con Latinoamérica. Y en especial con la crisis venezolana. Desde la irrupción de Guaidó, ha sido un firme apoyo para el presidente encargado y uno de los que más presionan desde Washington a los militares de Maduro.
Otro hombre importante dentro del Ejecutivo de Trump es John Bolton. Basta con echar un vistazo al Twitter del asesor de Seguridad Nacional para comprobar lo comprometido que está con la causa venezolana.
Ultimátum de Trump a los militares y a Maduro
Bolton sólo tuitea para disparar contra Maduro. Y es que cuando escribe también amenaza. Para la historia quedará el ‘descuido’ con el que enseñó a las televisiones de todo el mundo una libreta amarilla que ponía en letra bien grande: “5.000 efectivos para Colombia”.
Trump está bien rodeado. Y, por tanto, bien asesorado. También es importante que este grupo de consejeros se haya mantenido estable. Lo cual es extraño en un mandato marcado por las renuncias de hombres importantes. Sin ir más lejos, Jim Mattis, jefe del Pentágono, y John Kelly, jefe de gabinete de la Casa Blanca, renunciaron en diciembre de 2018.
Un mensaje hacia la gente
Respecto a la estabilidad, y el discurso de Trump en Miami, hay que destacar el papel que jugó Melania Trump. La primera dama de EEUU participó junto al presidente y su “esposo”, como lo llamó en dos ocasiones, en el acto con los militares venezolanos.
No es habitual ver a la primera dama en actos de corte político. No obstante, su intervención sirvió para abrir fuegos: “Muchos de ustedes saben lo que es estar bendecidos por la libertad, luego de estar bajo la opresión del socialismo y el comunismo. En Venezuela están reclamando la libertad. Pronto, el pueblo de Venezuela será libre”, dijo antes de ceder la palabra a su marido.
Este por supuesto lo agradeció. Le dio hasta cuatro besos. Le dedicó un prolongado aplauso. Y agregó: “Muchas gracias, Melania. América está verdaderamente agradecida por tener una extraordinaria, ¿extraordinaria verdad? -preguntó dirigiéndose a un público que la vitoreó-, extraordinaria primera dama que se preocupa por la gente”.
Entonces Trump comenzó con el discurso. Tras analizar la situación en Venezuela, tras clamar contra los males del socialismo, Trump se dirigió al pueblo. “La gente de Venezuela está del lado de la democracia y EEUU está del lado de ellos”, dijo.
El presidente también hizo referencia al sábado 23 de febrero. Fecha señalada por Guaidó para el ingreso de la ayuda humanitaria que ahora descansa en la ciudad colombiana de Cúcuta. Y recordó: “Desafortunadamente, el dictador Maduro ha bloqueado el ingreso de esta ayuda que busca salvar vidas al país. Preferiría ver a su pueblo morir de hambre en lugar de darles ayuda”.
Así instigó al auditorio, y así reforzó un discurso que tuvo un foco claro: los militares de Nicolás Maduro. A estos les dice, en tono de ultimátum: o abandonan al régimen, o no les quedará otra. “No encontrarán un puerto seguro. Ni una salida fácil. Lo perderán todo”.