Juan Carlos Zapata (ALN).- “Cuando salieron del poder y se vieron huyendo, refugiándose en apartamentos de amigos, en casas de amigos, en humildes ranchos de simpatizantes de la causa, y sintiéndose además limpios, sin dinero, ahí, sin que nadie se los dijera, se lamentaron de haber confiado en que el poder era para siempre. Como corrieron con la suerte de retomar el poder, se prometieron no desaprovechar la oportunidad que una vez más se les abría. Pero se les pasó la mano. Le cogieron tanto gusto al dinero que no han parado. La excusa es que el dinero es para el partido y la revolución. Todos lo saben. Y lo que comenzó como un seguro de vida se convirtió en un gran negocio y como todo negocio ofrece sus complicaciones: la competencia, la lucha por los espacios para acumular más, para tener más”.
Cuando se descubre la ruta del dinero malo
Entre 2005 y 2006, la quiebra de la casa de corretaje Refco y luego la paralización de las operaciones del dólar permuta a raíz del affaire Rosemont en Estados Unidos marcan las primeras evidencias de la ruta de las cuentas de los nuevos amos del dinero. Después, el derrumbe del castillo de naipes de Allen Stanford confirma que había mucho dinero de la nueva corrupción, en tanto que Stanford era entonces una de las vías para sacar y ocultar dinero. El Stanford Bank de Caracas era la joya del grupo del exmagnate americano. Más tarde, las autoridades norteamericanas establecen la conexión del dinero por Andorra y los bancos de este paraíso fiscal -escondite, más bien- colaboran aportando información de cuentas supuestamente ligadas al entorno chavista. Esta frase, en negritas, fue escrita en 2012, mucho antes de que en marzo de 2015 se comenzara a hablar de la BPA y Banco Madrid, aunque lo de Andorra era un secreto a voces en los círculos de negocios en Caracas. Lo que nadie podía sospechar -o muy pocos podían calcular- era el monto trasvasado desde PDVSA hasta la Banca Privada de Andorra: 4.200 millones de dólares, según el informe realizado por la Red de Investigaciones de Delitos Financieros (FitCen). Y es el monto que la semana pasada corroboró el fiscal general de Venezuela, Tarek William Saab. El doble de lo señalado en el reportaje de El País de Madrid según el cual exministros de Hugo Chávez ocultaron 2.000 millones de euros en Andorra. Entonces, decíamos en 2012 -porque así lo señalaban los gestores de cartera, los operadores de los mismos bancos de Andorra y otras versiones bancarias locales e internacionales- que lo que sí es seguro es que Andorra es el vehículo preferido de los operadores del dinero del petróleo, es decir, del dinero cuyo origen estaba en la corrupción con los recursos de Petróleos de Venezuela (PDVSA). Es lo que ahora confirma la investigación de El País, tomando como base averiguaciones judiciales. Y tanto dinero. Tal volumen de dólares, le confería un poder especial a la red petrolera para actuar a sus anchas en el paraíso fiscal. ¿De dónde el trasvase de tales cantidades? ¿Cómo acumularlas? ¿Específicamente de qué operaciones provenían? Hay tela que cortar en esta historia de contratos eléctricos, operaciones de deuda, en los negociados de los seguros y reaseguros, sobreprecio en la adquisición de equipos petroleros, arbitraje con los tipos de cambio, comisiones provenientes del pago de empresas estatizadas, compras en el exterior a través de Bariven -filial de PDVSA-, y también de una conducta increíble del mismo Chávez, tan increíble como los 120 millones de dólares que solicitaba cada semana de PDVSA. Ya lo he escrito: PDVSA funcionaba como caja chica para el proselitismo y los favores políticos internacionales. Y cuando se ponía en marcha una operación de esta naturaleza, Chávez ordenaba la cantidad -pongamos 50 millones de dólares- que había que enviar al destinatario de ocasión. La maquinaria en PDVSA obedecía sin chistar, solícita, a la velocidad de la luz, y claro, había descubierto que Chávez no deseaba enterarse de cómo se ejecutaba el favor, ante lo cual, en vez de 50 millones de dólares, la maquinaria de la boliburguesía petrolera duplicaba o multiplicaba la cantidad, sin dar explicaciones. ¿A dónde iba a parar el resto del dinero? Los miles de millones de dólares en Andorra pueden ser una explicación. Los millones que se supone perdió la boliburguesía petrolera en acciones y papeles del holding de Luxemburgo del Banco Espirito Santo, pueden arrojar otra parte de la explicación. Ya para aquella fecha de 2012 las averiguaciones estaban en marcha. En 2014, corre la especie en Caracas de que a Dieguito Salazar -el primo del expresidente de PDVSA, detenido en Caracas- se le han congelado cuentas en Andorra. La cifra de la que se habla es 350 millones de dólares. En consecuencia, se afirmaba -lo adelantamos entonces- que si Stanford fue una alarma roja, Andorra puso a correr al entorno más cercano al poder. Buena parte del dinero pudo escapar de BPA y Banco Madrid. Pero es en 2015 cuando sale a flote que la congelación de fondos de Salazar data de 2012. O sea, hubo tiempo más que suficiente para gestionar, negociar, y escapar. El portal venezolano Cuentasclarasdigital.org, especializado en seguirle la pista al lavado de dinero, y asociado a Carlos Tablante, autor del libro Estado Delincuente, ofrecía a finales de marzo de aquel año detalles sobre que “Dominique de Villepin, ex primer ministro francés (2005-2007) es el abogado de Diego Salazar en Francia, o por lo menos lo era en 2012 cuando le bloquearon 200 millones de dólares de una cuenta en Banca Privada de Andorra”. Apuntaba que “sería uno de los principales artífices de la defensa del cuestionado operador de seguros de PDVSA que conllevó a que el Tribunal de Corts, la instancia judicial penal de Andorra, autorizara hace 10 meses a BPA la devolución de fondos multimillonarios por falta de pruebas a exfuncionarios del gobierno de Hugo Chávez y otros miembros de la denominada boliburguesía venezolana. Así queda reflejado en las grabaciones que la Guardia Civil española realizó al ejecutivo de cuentas y consejero delegado, Luis Pablo Laplana Moraes, hoy detenido y acusado de lavado de dinero junto con otros dos empleados del banco andorrano. Las mismas fueron autorizadas por el Juzgado Central de Instrucción número 6 de Madrid”.
Un estilo capital en República Dominicana
Se puede afirmar que en Stanford la plata quedó atrapada; con Rosemont, el sistema de pagos se paralizó y hubo señales de lavado y seguimiento específico de dinero más que sospechoso; en Andorra se habían congelado cuentas bajo la sospecha de pertenecer a “personas políticamente expuestas”, según ya informaba mucho antes de 2015 el Diari d’Andorra. Pasado el tiempo, el Fitcen revisa de manera particular la BPA y revela la averiguación en 2015, pero desde antes al menos cuatro bancos llevaban cuentas de boliburgueses venezolanos en Andorra. Desde el antecedente de Refco hasta Andorra lo que ha quedado al descubierto es la pista del dinero, quedando la información a disposición de las autoridades, generando miedo y temores, hasta el punto de que las cuentas comenzaron a migrar hacia destinos más seguros, hacia los aliados bancos iraníes, rusos y bielorrusos, o hacia Hong Kong y Singapur, entre otros; y cuando se destape el caso Bandes en 2013, queda al descubierto otra ruta, la de Estados Unidos a Panamá y viceversa. Con la investigación de los Panamá Papers de 2017, más detalles salen a flote, de los cuales se ha colgado el fiscal venezolano para profundizar en las averiguaciones. Entre uno y otro caso, entre uno y otro tiempo, aparecían maletines llenos de dinero. En Buenos Aires y en Miami. Todo se va juntando. Todo va apareciendo. Banco Espirito Santo, Banco Peravia en República Dominicana y la BPA y Banco Madrid. Fue poco el ruido que hizo la caída del Banco Peravia en Venezuela. Aquí lo destacable no son los montos sino el esquema del típico fraude bancario liderado por un venezolano, José Luis Santoro, que llegó a Dominicana prometiendo la nueva fórmula del éxito, amparado en las conexiones con el poder chavista -el exministro de Finanzas Rafael Isea, antes de su huida a Estados Unidos- y en la buena imagen de los venezolanos que han invertido miles de millones en esa nación. Santoro y su socio, Gabriel Jiménez, pudieron escapar. Jiménez a Miami y Santoro a Venezuela, donde por un tiempo siguió siendo un protegido de algunas figuras del chavismo hasta que ellas mismas lo destinaron a una celda de la policía política, Sebin. Muy pocos de quienes le habían confiado el dinero -bajo un esquema de fuga de capitales en un país con control de cambio- se atrevieron a reclamar la devolución porque, la verdad, se trataba de dólares de militares que habían hecho fortuna de manera ilícita. Designaron un apoderado, Luis Ríos Virla, que asumió la causa sin revelar el nombre de sus clientes. Santoro y Peravia son una referencia. Una más, de este entramado que alcanza el punto de ebullición con Andorra, con los depósitos detectados en HSBC y con el Banco Espirito Santo.
PDVSA y el Banco Espirito Santo
Distinto a la BPA y Banco Madrid, la caída del Banco Espirito Santo en cierto modo sí cogió de sorpresa al mundo financiero. Lo que perdió la boliburguesía petrolera se calcula en más de mil millones de dólares. Un operador de ese círculo contaba a este reportero que siendo “yo el más pendejo perdí 60 millones de dólares. ¿Te imaginas lo que perdieron quienes en verdad movían el negocio?”. Lo que estaba en acciones y papeles fue directo a pérdida, y estaba en papeles y acciones porque el esquema de esconder el dinero consistía precisamente en ello, que buena parte del monto en refugio se destinara a la compra de acciones, aspecto que convenía a la familia dueña de la entidad para mostrar fortaleza en el mercado. Por otro lado, lo que perdió PDVSA era un misterio. De hecho, uno de los analistas del portal KonZapata escribía el 13 de octubre de 2014 que “con el anuncio ayer de los administradores del Espirito Santo Group-Luxemburgo (ESG) de declararse en bancarrota, las opciones que tiene PDVSA para recuperar su inversión en esa compañía financiera del fallido grupo financiero del mismo nombre se reducen. A PDVSA se le plantean tres escenarios, dependiendo del reconocimiento de la carta compromiso que el anterior presidente del Banco Espirito Santo en Portugal entregó a PDVSA. Esa carta comprometió al Banco Espirito Santo a honrar las inversiones de PDVSA en el ESG en caso que éste no pudiese hacerlo. La emisión de esa carta fue calificada como reñida con los procedimientos internos del Banco Espirito Santo tanto por el Banco de Portugal, banco central, como por KPMG, firma auditora que elaboró el informe que sirvió de base para la intervención del banco. Si como se desprende de las declaraciones del presidente del Banco de Portugal, no se reconoce la legitimidad de la carta compromiso, PDVSA entraría a la masa de acreedores del ESG, con remotas posibilidades de recuperar su inversión, dado el fuerte déficit patrimonial que presenta. Aún en el caso que los interventores del Banco Espirito Santo reconozcan la validez de la carta compromiso, eso no significa que la inversión de PDVSA deja de correr peligro, pues dicho banco fue separado en dos, el que lleva el mismo nombre pasó a ser el banco malo, a donde trasladaron los activos dudosos, en su mayoría préstamos e inversiones al grupo familiar Espirito Santo, mientras que en el pasivo quedaron aquellos acreedores que se supone tenían capacidad de analizar los riesgos del banco. Dada la forma en la cual la inversión de PDVSA entra al pasivo del Banco Espirito Santo, es muy probable que su acreencia quede en ese banco malo. El tercer escenario, el más improbable, es que además de ser reconocida la carta compromiso, su acreencia pase a conformar parte del pasivo del “Novo Banco”, el banco bueno surgido de la escisión del banco intervenido. Al mover PDVSA sus cuentas operativas a un banco chino, perdió su atractivo como cliente para los portugueses”. Lo grave, al final, es ¿por qué PDVSA manejaba su flujo de caja con un banco que no poseía las credenciales necesarias? No hay que descartar que pudo haber sido una decisión concertada con el mismo Chávez en el marco de los lobbies y favores que se había planteado para ganarse aliados; en este caso Portugal, empresas portuguesas, al mismo Banco Espirito Santo que llegó a abrir tienda en Caracas, y al presidente José Socrates, al que Chávez recibió siete veces en el Palacio de Miraflores, le prometió villas y castillos en acuerdos y contratos, y que terminó siendo investigado por corrupción. Pero una cosa calculaba Chávez y otra calculaban los encargados de llevar adelante los negocios. Y es así como los caminos conducen a Andorra.
Los síntomas perverso del chavismo
En el cronograma del poder, consolidado el gobierno, desde el 2000 y hasta el periodo 2002-2003, que incluye los hechos del golpe de abril que sacó a Hugo Chávez del poder por horas, y el paro petrolero empresarial, los síntomas de la corrupción se hacen más evidentes, apareciendo las figuras de los negociados y perfilándose los liderazgos de las tribus. En este sentido, abril de 2002 es clave. Uno de los grandes operadores de dinero lo dice con cierta ironía sin que deje de ser aguda la observación. “Cuando salieron del poder y se vieron huyendo, refugiándose en apartamentos de amigos, en casas de amigos, en humildes ranchos de simpatizantes de la causa, y sintiéndose además limpios, sin dinero, ahí, sin que nadie se los dijera, se lamentaron de haber confiado en que el poder era para siempre. Como corrieron con la suerte de retomar el poder, se prometieron no desaprovechar la oportunidad que una vez más se les abría. Pero se les pasó la mano. Le cogieron tanto gusto al dinero que no han parado. La excusa es que el dinero es para el partido y la revolución. Todos lo saben. Y lo que comenzó como un seguro de vida se convirtió en un gran negocio y como todo negocio ofrece sus complicaciones: la competencia, la lucha por los espacios para acumular más, para tener más”. Lo anterior, sin embargo, es una verdad parcial. La corrupción ya iba montada en la caravana del triunfo chavista. Los celos de los militares y civiles jóvenes contra las viejas figuras del pasado eran más por competencia que por pulcritud. De hecho, subiendo Chávez al gobierno en 1999 y aflorando los primeros señalamientos hacia el contralmirante Hernán Gruber Odremán, líder de la asonada del 27 de noviembre de 1992, designado gobernador de Caracas. Luego viene el caso del general Víctor Cruz Weffer -nuevamente acusado por el fiscal Tarek William Saab- y luego el del ingeniero Rafael Gruszka, ambos en el Fondo de Desarrollo Urbano, Fondur, señalados de desviar recursos, montar sobrefacturaciones, contratos asignados a dedo, viviendas mal construidas, compra de terrenos sin licitaciones, aprovechándose de la tragedia del deslave del estado Vargas de diciembre de 1999. Y en Vargas, según denuncia de ese tiempo del diputado Pedro Castillo, al recién electo gobernador, capitán Antonio Rodríguez Sanjuan, se le vincularía a la compra de terrenos afectados por el deslave, en sociedad con el empresario Carlos Parmigiani, financista del chavismo, fallecido tiempo después. También las denuncias en torno a un grupo de militares responsables de la ejecución del Plan Bolívar 2000 se dieron antes del 11 de abril. Y aún antes, en 1999, la Disip, bajo la dirección del comandante Jesús Urdaneta Hernández, colocaba bajo la lupa tanto al capitán Pedro Carreño, después diputado y ministro, como a quien llegaría a ser presidente de la Asamblea Nacional, canciller, vicepresidente y el sucesor escogido por Chávez, Nicolás Maduro. Por otro lado, el teniente William Fariñas aparecía en escena en el Fondo Único Social, FUS, en el Plan Bolívar 2000 y en el Fondo de Crédito Industrial, Foncrei, dejando atrás una estela de presuntas irregularidades. Para nada se denunció a Fariñas. Después esto: Chávez, en 2008, lo lanzó como candidato suyo a la gobernación del estado Nueva Esparta, donde por obra y gracia del pueblo, salió derrotado. En el libro de Teodoro Petkoff con Elías Pino Iturrieta e Ibsen Martínez, Segunda Opinión, el primero hace referencia a las actuaciones de los muchachos, militares, de Chávez en las aduanas, algo que el mandatario no podía creer. Corría el año 2000. De modo que los apetitos ya estaban desatados aunque desde el chavismo -es el ejemplo de Alí Rodríguez, protector de Rafael Ramírez– se busque justificar la corrupción catalogándola de un “fenómeno planetario”. La frase está en el libro Antes de que se me olvide, en el que agrega que el dinero “genera la codicia, la tentación, en realidad está muy asociado a la propiedad privada. Provoca una especie de ánima en la gente, el ánima de la apropiación y, sobre todo, con el surgimiento de las clases y del poder que otorga el dinero, siempre hay una especie de aspiración intrínseca”. Llevó razón el hoy flamante presidente honorario de PDVSA: La corrupción chavista pasó a ser un fenómeno planetario. Y no deja de ser irónico, si se recuerda que a Chávez se le llama el comandante eterno, el líder galáctico, y el jefe político que quería construir una nueva sociedad en el planeta Marte. En otros aspectos no le faltan razones al antiguo guerrillero. El poder. La nueva clase en el poder. Y lo que esto conlleva: el sostenimiento de ese poder. El pacto por mantenerse en el poder. La orden de que hay que coger para asegurar la revolución. Y este asunto trasciende elucubraciones al voleo, pues otra hubiera sido la conducta, por ejemplo, de Chávez, en el ataque de la corrupción. Siempre que fue contra alguien acusándolo de irregularidades (general Raúl Baduel, general Luis Felipe Acosta Carlez, magistrado Luis Velásquez Alvaray), lo hizo más por purgarlos del poder que por sentar el precedente de la lucha contra el flagelo. Es más, desaparecido Chávez, con Maduro en el gobierno, varios exalcaldes chavistas llevados a juicio por delitos de corrupción curiosamente eran los que habían desatendido la línea electoral del partido propiciando victorias opositoras. Y es ahora lo mismo que deja entrever Rafael Ramírez, el expresidente de PDVSA: que las averiguaciones van más por la purga que por la corrupción. De modo que la práctica impuesta por Chávez sigue en pie. El asunto, y esto hay que repetirlo hasta el cansancio, es que después de abril de 2002 la corrupción alza vuelo. Se asoman hechos que comprometen a la alta estructura ministerial y parece que son ejecutados con prisa y alevosía creyendo que el gobierno otra vez se caía; así, en el apuro se cometieron errores, participando en negocios en los que nunca debieron estar, ni siquiera escuchar. Aquí a lo mejor se aplique esta cita de un artículo publicado en El País de Madrid el 28 de octubre de 2013 por Josep M. Colomer, autor del libro Ciencia de la Política: “En los políticos sin poder real de decisión, la búsqueda de fortuna y modus vivendi adquiere más relieve”. En verdad por esas fechas de 2002 creían que el poder se les escapaba de las manos y es cuando se produce el acuerdo de los lobos. Más tarde, en el paro cívico y empresarial lo que va a ocurrir es una especie de deslave en las relaciones de los empresarios con el poder gubernamental y, en consecuencia, las figuras que hicieron más por sacar al gobierno del atolladero de la huelga formarán la primera línea de los privilegiados, desplazando a quienes por años habían sido los beneficiarios del Estado. Armando León, exdirector del Banco Central de Venezuela, me analizaba lo ocurrido con estas palabras: “Aquí ha habido un gran ajuste. Sí, un ajuste gigantesco. Pero lo interesante es que normalmente los ajustes son inducidos por políticas y posiciones gubernamentales. En esta oportunidad lo que se vivió fue un ajuste esquizofrénico y loco de un sector que se fue por un barranco. El sector privado produjo un ajuste de naturaleza inédita en América Latina. Lo interesante de esto es que el costo político del ajuste que siempre lo asumen los gobiernos, terminó asumiéndolo el sector privado, además de una manera muy bondadosa”. No sólo resulta un ajuste desde el punto de vista del impacto macroeconómico por el paro de dos meses, sino un ajuste en las relaciones de poder por el costo político, como decía León, asumido de manera exclusiva por el sector privado. En el nuevo escenario del ajuste aparece la boliburguesía: funcionarios y empresarios con decisión y operaciones, contratos y negocios milmillonarios con el gobierno de Chávez. Se consolidan los operadores, los traficantes de dinero. Y se despeja la ruta de las relaciones del dinero con los actores de la revolución, o sea, los jefes de las tribus comienzan a quitarse las máscaras. Por otro lado, el paro le brinda a la dirigencia gubernamental, incluyendo a Chávez, la evidencia de que dinero, política y poder constituyen un mismo entramado, y la excusa de que el régimen chavista para sostenerse está obligado a contar -al menos coyunturalmente- con un entramado de boliburgueses, sean banqueros, industriales, operadores del dinero. Después, confirmado el poder, Chávez acabará con los aliados, despojándose de todo nexo y toda deuda anterior. Pero ya estaba demostrado que en función de mantenerse en el poder no bastaban su carisma, su verbo, sino el uso de la maquinaria y todas las herramientas del Estado, incluidos el dinero, los petrodólares, los negocios, la corrupción. Ocurre, sin embargo, que la solución termina siendo el problema, pues a más dinero y a más tribus de poder y negocios, menos dirigencia trabajando en pro de la construcción del llamado socialismo del siglo XXI, aunque se aparente lo contrario. Como quiera que la codicia es un virus pandémico, ofrece ejemplos interesantes: el de un expresidente del estatal Banco Industrial de Venezuela que se cita con el intermediario que ha manejado los contratos de seguros de la institución mientras él estaba a cargo. Con las cuentas escritas en una libreta, solicita su porción del botín ante la urgencia de adquirir un piso en Madrid para la familia. ¿Qué responde el operador? Tú no tienes nada. Esta plata es de la revolución. Pero mentira. Tampoco. El dinero se lo terminó quedando el intermediario.
Tres mafias, tres países
Antes se decía que los teletipos saltaron cuando una noticia tenía todas las características de ser una bomba. En Venezuela, con los medios en manos de la boliburguesía, ningún teletipo saltó cuando se dieron los primeros avances como este: “El gobierno andorrano interviene el Banco BPA. Estados Unidos los acusa de blanquear dinero procedente de organizaciones criminales. Entre el dinero de ese banco se encuentra dinero procedente de PDVSA”. Lo adelantaba KonZapata el 10 de marzo de 2015. Y luego, citando a La Vanguardia, añadía: La “BPA está relacionada también con el blanqueo de fondos procedentes de la estatal Petróleos de Venezuela (PDVSA). Se calcula que a través de este sistema, el banco andorrano habría blanqueado 2.000 millones de dólares procedentes de la empresa venezolana. Algunas fuentes apuntan que ha sido este último caso el que ha actuado como detonante para la denuncia del Tesoro”. Después resultaron ser 4.200 millones de dólares. Después aparece la sospecha de que sean 6.000 millones. El punto sobre el que PDVSA había sido el detonante de airear los resultados de la investigación, estaba vinculado a que apenas horas antes el gobierno de Barack Obama había decretado a Venezuela como amenaza para su seguridad nacional y había revelado una lista de siete nuevos funcionarios sancionados por haber incurrido en el delito de violación de derechos humanos. Decíamos para la ocasión que La Vanguardia de Barcelona informa que “Antoni Martí, presidente del Gobierno de Andorra, anunció hoy que la Banca Privada de Andorra (BPA) ha sido intervenida acusada de blanqueo de dinero, como resultado de una denuncia presentada por el Tesoro de los EE.UU., que le acusa de diversas operaciones. Fuentes financieras indicaron ayer que habían enviado dos inspectores para intervenir la entidad”. La verdad es que de los anuncios de Obama a la intervención de la BPA todo iba muy rápido. Como de ayer a hoy. Como si la operación estuviera preparada. Como si se esperaba la reacción del gobierno de Nicolás Maduro antes de las sanciones. Por lo cual, la disputa iba en serio. Los Estados Unidos se inclinaban por lo más sensible. El dinero, la corrupción. Y la boliburguesía. Señalaba el diario de Barcelona que “el Tesoro de los Estados Unidos, a través de la división de Crímenes Financieros, acusa formalmente a la BPA de participar de forma activa -y a través de su sede central en Andorra- en el blanqueo de dinero procedente de organizaciones criminales de Rusia, China y Venezuela”. Ya lo habíamos adelantado. Una de las rutas del dinero de la boliburguesía chavista ha sido Andorra. En particular la ruta de la boliburguesía petrolera.
Un escándalo inicial
Una vez conocida la intervención, comenzó la emergencia en Caracas. Los más de 4.000 millones de dólares de fondos de PDVSA representaban una cifra descomunal. A los agentes de Caracas que operan, que abren cuentas con los bancos de Andorra, los había agarrado desprevenidos la información. Entonces comenzaron las carreras. Y los nervios. Temían lo subsiguiente: las averiguaciones. Que si usted conoce al cliente. Por qué abrió la cuenta. La constatación del origen de los fondos. En Miami, otros agentes hicieron lo mismo. Camino de Andorra. La situación aumentó los niveles de alarma pues se temía que los Estados Unidos tomaran medidas adicionales y ello generara el colapso de la banca del Principado: Crèdit Andorrà, Andbank, Mora Banc, Banc Sabadell d’Andorra y, por supuesto, BPA. Pero el consejo de la BPA puso los cargos a la orden y, por su parte, la directiva del Banco Madrid, vinculado a la BPA, solicitó a la autoridad española que se hiciera cargo de la entidad aunque luego tuvo el mismo destino: la intervención. La prensa progubernamental venezolana nada decía sobre el caso hasta que la Asamblea Nacional y la Fiscalía General admitieron las denuncias promovidas por parlamentarios de la oposición, prometiendo investigar. En Andorra fuentes decían no entender por qué Estados Unidos había decidido actuar en esos momentos cuando los casos ya se estaban investigando en el terreno judicial. Por ello la conjetura directa es que todo tenía que ver con la operación Obama sobre funcionarios venezolanos. Las primeras informaciones dieron cuenta de que para los desvíos de los fondos de PDVSA se habrían usado empresas fantasmas o de maletín, y la investigación de El País confirma la especie. Y hablar de empresas fantasmas es entrar en el campo de los 25.000 millones de dólares que se llevaron las empresas de maletín del país, según lo denunciado por el exministro de Economía Jorge Giordani. De modo que los más de 4.000 millones de dólares confirmaban la especie, aunque una confirmación parcial de acuerdo al monto global. Los fondos en cuestión, 2.000, 4.000 o 6.000 millones de dólares, sin embargo, provienen de operaciones montadas de hace más de una década atrás. Nuestras fuentes han indicado que la pista que ha conducido a Andorra comenzó con el caso de Francisco Illaramendi y el exdirector de Finanzas de PDVSA, Eudomario Carruyo -el fiscal ha reactivado el asunto en Caracas- por el desfalco de 500 millones de dólares del fondo de pensiones de PDVSA. Illaramendi fue condenado en Estados Unidos. Desde este escándalo ha fluido información valiosa que alcanza, también, las operaciones con los seguros y reaseguros de PDVSA, y otros negocios, o presuntos negocios. De manera preliminar comenzó a especularse de por lo menos 20 nombres en lista, El País habla de 10. Buena parte de exfuncionarios de empresas estatales, bien de PDVSA, o bien de empresas controladas desde PDVSA. Algunos de esos personajes viven entre Caracas, Miami, San José de Costa Rica, Panamá, República Dominicana y Madrid. Por su parte, el Gobierno de Panamá también tomaba el control de la corresponsalía de la BPA.
La ruta de otros 12.500 millones de dólares
Se confirma una constante. Las cifras siderales. La lista de involucrados, larga. Así, el gobierno de Maduro, los mandatos de Chávez y la empresa emblema del país, PDVSA, ingresaban en una misma categoría que, por coletazo, afectaba a todos los venezolanos, sin estos tener culpa, con cuentas en el exterior. La mayor hipocresía era la sorpresa o la indignación manifestada por algunos voceros. Ni el estilo de vida, ni las cifras manejadas, ni los facilitadores y ni siquiera los testaferros, eran secreto en los círculos caraqueños. El analista financiero Francisco Faraco le había adelantado por esos días a la periodista Alicia Hernández de KonZapata que había revisado los estados financieros del Banco del Tesoro y los 12.500 millones de dólares que salieron de allí para ser depositados en el HSBC, no aparecen. Hay que recordarlo. Antes de Andorra, una averiguación mundial daba cuenta de depósitos y depositantes en HSBC y entre ellos aparecía el Banco del Tesoro, cuyo titular, para la fecha, era el ministro de Finanzas Rodolfo Marco Torres. Este no se daba por aludido. El economista y ahora diputado a la Asamblea Nacional, José Guerra, por su parte, señalaba que el negociado no estaba en el depósito sino en las comisiones que se cobraban por colocar esos gigantescos volúmenes de dinero en bancos ya de por sí cuestionados. Algo similar había ocurrido en el Banco Espirito Santo, una entidad de dudosa fortaleza en la que, sin embargo, PDVSA, manejaba sus cuentas. Pero Faraco insistía, a pesar de lo dicho por Guerra, en que los fondos del HSBC no se reflejaban en el Banco del Tesoro. Por otro lado, un banquero lo explicaba de otra manera: Salieron los dólares. Se sustituyó el activo con bolívares. Y ya. Eso es todo. Por ello los dólares nunca aparecerán. Y aún no terminaba de enfriarse el asunto HSBC cuando estallaba Andorra y Banco Madrid. El ministro Rodolfo Marco Torres ha guardado silencio sobre el asunto, y Rafael Ramírez tampoco había declarado sobre lo de Andorra hasta que ocurre la detención de su primo en Caracas, pese a que fue él quien reinó en PDVSA durante 12 años, 12 años con Chávez. Pero su nombre ya comenzaba a darle la vuelta al mundo. Como también los esquemas de la corrupción en tiempos del chavismo. Es que se trata de un entramado que incluye funcionarios con operadores financieros y hasta banqueros que lograron consolidar posiciones en la Era Chávez. A fin de cuentas, Andorra confirmaba la corrupción sistémica. De múltilples factores. Formas de operación conocidas en los círculos de dinero. Pues los bolifuncionarios, los boliburgueses, la boliburguesía petrolera no pudieron solos acumular tales sumas de dinero. A esto se suma el silencio cómplice del poder chavista, o del dinero emergente y tradicional. ¿Por miedo? ¿Favorecidos? En este contexto, PDVSA resultaba la más afectada, institucionalmente hablando. Pasaba de ser una prestigiosa empresa petrolera a aparecer en la lista de una compañía minada por la corrupción y el blanqueo. El portal Cuentasclarasdigital.org ha señalado que “Como un ente radiactivo dentro de la comunidad financiera internacional sería considerada PDVSA si la petrolera estatal no aclara su rol en las operaciones sospechosas por más de más de $4 mil millones en el banco BPA (Banca Privada de Andorra) denunciadas por el Departamento del Tesoro de EEUU esta semana”. Lo peor es que las sanciones, las averiguaciones, etc., estaban afectando a los venezolanos comunes. Cada vez les sería más difícil abrir cuentas en el exterior. De hecho, los banqueros venezolanos han conocido de casos de cuentas cerradas sin razón alguna, y se teme por el incremento de los controles.
Un problema global
Como se ve, de 2014 a 2015 y 2016 y ahora 2017 no ha habido paz para boliburgueses, bolibanqueros, bolichicos, bolioperadores, bolifuncionarios. Por un tiempo, quienes abordamos estos temas lo hicimos en cierta manera confiados en la categoría de las fuentes. Luego, Banco Espirito Santo, HSBC, BPA, Banco Madrid e inclusive el Peravia de República Dominicana, fueron aportando los elementos. Y al final buena parte corroborada por las nuevas actuaciones y acusaciones del Ministerio Público de Venezuela. Era un escándalo detrás de otro y a pesar de que la lista de nombres empezaba a revelarse no había respuestas ni protestas por parte de los involucrados (Apenas el asegurador Omar Faría dio la cara en los diarios El Mundo y El País de Madrid). En general, el silencio de los señalados se podía interpretar como que se sentían culpables y atrapados. Enredados en una maraña que dejaba al descubierto la perversidad de una corrupción sin precedentes en la historia de Venezuela, a saber.
1-A la boliburguesía se le había involucrado al mismo nivel de las mafias rusa y china.
2-Es una corrupción que se hizo internacional.
3-Una corrupción para el soborno internacional de grandes empresas, de prestigio, que ahora entrarán en la mira de las autoridades. Empresas que inclusive cotizan en Bolsa.
4-Una corrupción que en algunos casos desplazó a gestores de carteras para entrar en negocios directos con ejecutivos bancarios de las entidades en cuestión, que fue el caso de Diego Salazar.
5-Una corrupción que buscando protección se delató a sí misma -como las mafias, pues-, ofreció información, y permitió que los Estados Unidos armaran el expediente que ha estallado ahora.
6-Una corrupción que ha puesto al descubierto no sólo el entramado chavista sino la falta de mecanismos de protección en empresas y bancos europeos (La venganza gringa).
7-Una corrupción que al sentirse descubierta ha desatado otro mecanismo perverso: acusarse entre sí.
8-Una corrupción con vehículos en los que se mezclan figuras de militares chavistas, civiles chavistas, jerarcas chavistas, y detrás de ellos, miembros familiares.
9-Una corrupción que expone y descubre nombres de testaferros. Sabiéndose de los primeros se sabrá de los otros, y por allí la cadena.
10-Una corrupción que confirma los mecanismos de comisiones. El cobro de comisiones a los accionistas y dueños por los pagos a las empresas estatizadas durante el chavismo.
11-Una corrupción que afectará a quienes por el pago de una asesoría, o la venta de una compañía, recibieron transferencias de cuentas boliburguesas.
12-Una corrupción que ha terminado con el anonimato mundial de exfuncionarios claves de la boliburguesía y que establece la conexión directa con la jerarquía del poder chavista.
13-Una corrupción que poco a poco va opacando el gran escándalo global que significó Odebrecht.
La peste de la corrupción
Cuando los análisis diversos hablan de mafias y sobornos, lavado de dinero, red internacional, ponen el punto de mira en otra dimensión. Jamás, la corrupción de un país como Venezuela había llegado tan lejos. Hoy, los gestores de cartera se sienten traicionados por sus clientes y hasta por los bancos que representaban por la manera como estos llevaron las operaciones. Se está hablando, en estos momentos, de clientes boliburgueses que se transformaron, a su vez, en gestores de otros boliburgueses para que entraran en trato directo con los bancos, dejando al margen a los gestores de carteras, muchos de ellos venezolanos. Por aquí empieza a filtrarse otro tipo de información. O, mejor dicho, la peste. La peste de la corrupción. El fallecido historiador Manuel Caballero apunta en su libro La peste militar que “vale bien poco (aunque ayuda) tener gobernantes honestos si eso depende tan sólo de su persona y no de sus gobernados. Para decirlo de una manera brutal, es preferible un gobernante desorejado, un pillo de siete suelas, pero al cual un buen control social impide robar, que un gobernante honestísimo que deja un Estado y una sociedad donde sus sucesores pueden sin cortapisas entrarle a saco al Tesoro”. Jerarcas del gobierno comprometidos con antiguos operadores del dinero comenzaron pidiendo un favor y terminaron acopiando sin medida, aturdiendo inclusive a sus aliados.
El parto de la corrupción y la boliburguesía
En los días previos al paro de diciembre de 2002, sus promotores calculaban que Chávez no aguantaría. No puede resistir un paro conjunto de PDVSA, el comercio, la banca, los sindicatos, la industria, la agroindustria, los panaderos, los expendedores de gas y gasolina. Actores políticos, entre ellos, Claudio Fermín, Teodoro Petkoff, advirtieron que el paro era suicida, más si se desarrollaba en diciembre. Por supuesto, había empresarios escépticos, pero estaban obligados a seguir la línea del gremio. Los más precavidos se abastecieron de dólares en efectivo. Esta es la época en que entrará en escena Wilmer Ruperti. De su colaboración dependerá que el gobierno rompa el cerco de la gasolina, el bloqueo de los puertos petroleros por los buques de la marina mercante nacional. En esos mismos días Ricardo Fernández Barrueco le presenta la solución al gobierno de traer alimentos, empaquetarlos y distribuirlos. La coyuntura del paro le abrirá la oportunidad de seguir abasteciendo las redes alimentarias que crea el gobierno, y ahí nacerá otro magnate, el boliburgués en esencia que no dejaba de engordar, que quería comprar más, que quería ser el primer empresario del país, inclusive soñaba con comprar el Grupo Polar y comprarle Digitel a Oswaldo Cisneros, controlar bancos, controlar ministros, controlar diputados, y esto decreta, a la postre, su muerte, la caída, la cárcel, el ataque de Hugo Chávez. Por igual fecha alguien comenta que frente a la desproporción del paro y frente al drama empresarial que surgirá una vez que bajen las olas y las emociones, hay otros que hacen negocios, otros que aprovechan y facturan.
–Nos tocaron a nosotros los dados.
El comentario es de Carlos Kauffman. El mismo que luego, junto a su socio, Franklin Durán, compra Venoco. Los mismos que más tarde caen en Miami, delatados por el otro socio, Guido Antonini Wilson, y van a juicio. Los tres, de una u otra forma, están envueltos en el caso del maletín de los 800.000 dólares incautados en el aeropuerto de Buenos Aires. Al paso de los años, Durán regresa a Caracas, protegido, a encargarse de Venoco, y Kauffman se queda en Miami, disfrutando las decenas de millones de dólares que le produjeron los contratos con el gobierno, los bonos de la deuda, ayudado por militares, gobernadores y el combo del Ministerio de Finanzas: Tobías Nóbrega, el ministro, Alejandro Dopazo, director de Crédito Público, y Lenin Aguilera, el asesor, entre otros. En efecto, en ese escenario de conflicto aparecerán los nuevos actores de la boliburguesía chavista del dinero. Aparecerán los nombres destinados a formar la boliburguesía, la burguesía bolivariana. Aparecerá la corrupción a gran escala. En el juicio de Miami, Kauffman pronunciará la frase célebre que explica por qué se montaron en operaciones con el chavismo:
–Por más poder, más contratos, más negocios.
En marzo, en abril, en mayo de 2004, cuando el nuevo vicepresidente de Finanzas de PDVSA, el exministro de Finanzas, José Rojas, sacado del BID para hacerse cargo de la emergencia financiera de la industria, revisa las cuentas, encuentra que los dados favorecieron además a un grupo selecto de parlamentarios, a quienes se les entregó dinero en efectivo -cantidades millonarias en dólares- con el fin de hacerle frente a la situación. La orden se impartió bajo estas premisas:
–Hagan política.
–Repartan ayudas.
–Apaguen fuegos.
–Eviten que se pierda el gobierno, que caiga la revolución.
Por supuesto, al final del conflicto, nadie reintegró nada, y por más que se echen cálculos resulta imposible gastarse varios millones de dólares -al menos es el caso de uno de los diputados- en franelitas rojas, en “ayuditas” para los pobres, y en remesas a motorizados cuyo papel era sembrar el terror en Caracas. Uno de esos diputados era Nicolás Maduro. El mismo que en abril de 2002 había propuesto pagarle a los sindicalistas con el fin de que suspendieran las protestas. En el libro de Alfonso Molina con el jefe sindicalista Carlos Ortega, 2002, el año que vivimos en las calles, este revela que “durante la huelga algunos efectivos de la FAN que se dieron a la tarea de vender combustible y lo vendían en efectivo, no aceptaban cheque ni otro tipo de pago ni tampoco daban facturas… Al principio quienes estaban haciendo el negocio con la gasolina eran los efectivos de la Guardia Nacional. Entonces, los otros componentes de la FAN, la Aviación, la Marina y el Ejército, solicitaron incorporarse a ese vulgar asalto que estaban haciéndole al Estado venezolano y la Guardia Nacional accedió. Esa venta estuvo en el orden de los trece mil millones de dólares”. Dice Ortega que él obtuvo la información de un director de PDVSA.
El 7 de abril de 2002, el diputado Maduro propuso que le facilitaran plata para comprar a los sindicalistas que amenazaban con el conflicto y nadie lo escuchó. Diez meses después, lo que corría era dinero. El pacto estaba funcionando. Y, por lo que se aprecia, se habían agregado nuevos actores. Como lo dice Ortega, muchos “solicitaron incorporarse a ese vulgar asalto”. De allí en adelante, detener el saqueo va a resultar una tarea imposible. Lo confirma Andorra.