Daniel Gómez (ALN).- Es la primera vez que la historia registra el nacimiento de una fortuna tras un desmayo. Clos recorría la pirámide de Keops con Montse Casellas, cuando entró en trance. La despertó de un bofetón. Ella volvió en sí, y se enamoró del hombre que heredaría el imperio de su padre, Derby Hotels.
Mientras Jordi Clos inspeccionaba el edificio donde iba a ubicar el hotel Banke de París, se topó con un curioso objeto. Era la bóveda del banco suizo que antaño operaba en el lugar. El acorazado emitía un magnetismo hipnótico. Allí podía haber desde millones de francos en billetes hasta lingotes de oro. Nunca se supo. El contenido de la caja sigue siendo un misterio.
Historias como ésta son las que se esconden entre las paredes de los Derby Hotels. Y es así por deseo expreso de Clos. Cada emplazamiento se elige de manera cuidadosa, al igual que la decoración.
En Barcelona está el hotel Claris, cuya fachada neoclásica se conserva igual que cuando era el Palacio Vedruna. Por el Madrid de los Austrias aparece el Urban, un moderno edificio que fluye con las clásicas construcciones de la zona. El Banke de París, además de una bóveda inviolable, alberga una escalera en espiral diseñada por Gustave Eiffel y una cúpula acristalada de 19 metros que ilumina el hall.
Un cliente de Derby también puede dormir entre Picassos, recorrer vestigios arquitectónicos de Papúa Nueva Guinea y perderse entre arte egipcio y precolombino. Esta forma de operar distingue a Jordi Clos como artista. No pinta sobre lienzos. Tampoco esculpe el mármol. Pero diseña hoteles que evocan la esencia propia de un cuadro o una escultura. De ahí que el grupo se denomine “colección”. O de manera oficial, Derby Hotels Collections.
Esta devoción por el arte siempre ha estado ligada al espíritu emprendedor de Clos. Con 12 años, cuando no ganaba dinero comercializando refrescos de cola artesanales -los hacía con regalices-, pasaba horas entre libros y atlas añorando conocer Egipto. Tanto estudió sobre el lugar que hoy se presenta como uno de los egiptólogos más importantes del planeta. A él pertenece El Museo Egipcio de Barcelona que, inaugurado en 1994, registra más de cinco millones de visitas. Una institución casi tan rentable como Derby, ya que ningún banco ha tenido que financiarla.
Esa tierra que hoy ha visitado más de 100 veces, se mostraba casi como un sueño inalcanzable cuando en clase de historia le encargaban un trabajo sobre una civilización antigua y Clos, hipnotizado por la mística de momias y pirámides, sucumbía a Egipto.
Abofeteó a la mujer con la que luego se casaría
Allí adquirió un sinfín de objetos que fueron dándole forma a la colección. También descubrió una tumba inviolada en Sharuna, donde tiene una zona de excavación propia. Incluso, encontró al amor de su vida: Montse Casellas.
Con ella recorría la pirámide de Keops. De repente, ella empezó a sufrir de claustrofobia. Era un ataque de pánico. Pero ahí estaba Jordi. Con un bofetón la despertó del trance y, al mismo tiempo, los conectó en una relación que todavía hoy perdura, viva y cálida, como el tacto de aquel cachete.
Nació en un suburbio barcelonés, quedó huérfano de padre a los cuatro años y luchó contra una poliomielitis que le causó cojera
Ella no solo le dio dos hijos, sino que también le abrió el camino para acceder al grupo hotelero que hoy dirige. Joaquim Casellas, el padre de Montse, era el dueño de Derby. Hasta ese momento, el currículo de Clos registraba un empleo como botones, años de experiencia en Muebles Maldà y un negocio propio: Roberts, una tienda también de mobiliarios. Fue en 1975 cuando su suegro le confió que diera un lavado de cara al Hotel Derby.
Lo hizo plasmando en los edificios ideas absorbidas de Egipto, París y Nueva York. Dúplex, terrazas, galerías de arte… Toda una serie de innovaciones que añadían un atractivo extra a la cadena y que luego reportarían beneficios económicos. Era la mayúscula con la que arrancaba la historia de Clos, el hotelero de lujo proveniente de un suburbio barcelonés.
Se crió entre delincuentes y prostitutas
Nacido en El Raval, un barrio habitual de prostitutas, delincuentes y drogadictos, quedó huérfano de padre a los cuatro años y luchó contra una poliomielitis causante de su inseparable cojera. Las sopas de tripas que le preparaba su madre le servían como medicina a una enfermedad que bien pudo haberle costado la vida. Sorbos a un caldo amargo que se tornaron dulces cuando su hermana, Olga, se casó con Ramón de Dalmases y Olabarría, III marqués de Mura.
De la noche a la mañana, el joven Jordi pasó de El Raval a la alta sociedad barcelonesa. Allí, educado por los mejores maestros, aprendió los valores que ahora aplica en los negocios en un clima de lujo y excelencia.
Con casi 70 años, Jordi Clos (1950) es la cabeza visible de Derby Hotels, pero es su hijo Joaquim quien maneja el grueso de la empresa. En la actualidad ejerce de director general. Joaquim se muestra como un hombre de números. Aparenta la misma agudeza que su padre. Además, está casado con la sobrina del exalcalde de Barcelona, Xavier Trias, con quien goza de calma y estabilidad, así como de una poderosa agenda de contactos.
El otro hijo de Clos se llama Jorge. Mellizo de Joaquim, pero de alma más bohemia, no está tan enfrascado en Derby. No obstante, colabora con la parte creativa de la empresa: aporta ideas para la decoración de las habitaciones y adquiere algunas piezas de arte para las colecciones del padre.
Jordi Clos tiene la tranquilidad de que Derby Hotels ha caído en manos responsables. Por ello, confía en que continúe por la senda del beneficio y la autofinanciación. En el último ejercicio del que han vertido datos, 2015, se observa el buen rumbo que toma el grupo: la facturación subió 74 millones de euros (aproximadamente 79 millones de dólares) respecto a 2014, equivalente a un 6,5%. Ese 2015, aprovechando la inercia positiva y con el objetivo de conquistar Europa, Derby trasladó a Madrid su sede con el fin de beneficiarse de una fiscalidad más favorable que la de Barcelona.
Este movimiento no estuvo exento de críticas. La concesión de licencias para hoteles en la Ciudad Condal estaba suspendida. La moratoria había despertado el enfado en los empresarios del gremio y a su vez, la polémica por ver cómo Derby se mudaba a la capital española. Fue el propio Jordi Clos quien salió al quite para aclarar el asunto. Dijo que no se marchaban por la ley impulsada por la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, sino porque en el nuevo destino el impuesto de sucesiones y patrimonio era inferior.
Aclarado este punto, tocaba dar un salto de calidad para ser competitivos en el mercado europeo. En el hotel Banke se redujo el número de habitaciones para hacer más espaciosos los habitáculos restantes. Así pasaron de cuatro a cinco estrellas. La misma maniobra que se está ejecutando en el Caesar de Londres, un hotel de cuatro estrellas que aspira a ser de cuatro superior.
La siguiente apuesta pone el foco en la expansión. Amsterdam y Munich se presentan como destinos suculentos pues son ciudades festivas y elegantes donde un Derby reluciría al máximo. De hecho, Clos ya estuvo allí de expedición rastreando emplazamientos para los hoteles. Otras opciones se encuentran en Copenhague y Estocolmo, lugares que también armonizan con el estilo del grupo.
Ambiguo con los apartamentos turísticos
Los apartamentos que dieron a Jordi Clos tantos dolores de cabeza en el pasado, se presentan ahora como una musa donde inspirarse, dado que contempla dotar de cocina a las habitaciones de los hoteles.
En 2014, el empresario, como líder del gremio de los hoteleros barceloneses, cargo que aún ostenta, arremetía duramente contra los pisos turísticos porque no tenían que lidiar con los mismos trámites burocráticos que los hoteles. Una narrativa que camuflaba el verdadero motivo del enfado: la fuga de clientes.
Los apartamentos que dieron a Jordi Clos tantos dolores de cabeza en el pasado, se presentan ahora como una musa donde inspirarse
La aguda visión empresarial de Clos se fusionó con la influencia política para detectar en los apartamentos una oportunidad de negocio. Dicha maniobra no gustó a sus nuevos rivales, que le acusaron de aprovecharse del poder de Derby para lograr sus fines, al mismo tiempo que entonaba un discurso incoherente. Él se justificó señalando que nunca estuvo en contra de ellos, “solo de los ilegales no regulados”. Además, no era algo nuevo para él, “en 2005 Derby ya inauguró apartamentos”.
Polémicas aparte, Clos tiene la estima de sus homónimos. Pese a mudarse a Madrid y no ser claro con los pisos turísticos, siguen confiándole la presidencia del Gremio de Hoteleros de Barcelona, puesto desde el que ha cosechado importantes logros para el sector. Que el metro abra 24 horas los sábados o que los comercios no cierren el domingo, son triunfos suyos.
La imagen que luce Jordi Clos es equiparable a la de la ciudad: alegre y vanguardista. Posee hoteles con tanta esencia como un Dalí, es dueño de un museo referente en Europa que honra su pasión por Egipto y su hijo Joaquim asegura la continuidad de una empresa que nunca ha sido tan próspera.