Daniel Gómez (ALN).- Avaricia, ira, pereza y soberbia. Son cuatro de los siete pecados capitales en los que incurre Rosario Murillo, vicepresidenta de Nicaragua, en vista de la última sanción de EEUU. Cabe decir que ella es una mujer religiosa. Cristiana. Lleva a Dios siempre en la boca. Pero no se salva del pecado. De ninguno. Ni siquiera de la gula, la lujuria y la envidia.
Rosario Murillo. 67 años. Vicepresidenta de Nicaragua. Esposa del presidente, Daniel Ortega. Madre de 11 hijos, siete con el mandatario. Poetisa. Sandinista. Esotérica. Porta hasta tres anillos en cada dedo por superstición. Usa varios relojes. Decenas de pulseras. Viste de colores. Todo lo decora de colores. Hasta la mesa presidencial. Murillo se declara “fanática del movimiento”. Seguidora del budismo. Pero es cristiana. Muy religiosa. “¡Nicaragua cristiana, socialista y solidaria!”, grita en los discursos. Su casa está llena de ángeles por todas partes. “Representan esos seres de luz”, dijo una vez en televisión.
El caso es que Murillo es todo un personaje. Una figura del poder en Nicaragua. Junto a su marido, lidera un régimen al que la Asociación Nicaragüense de Derechos Humanos responsabiliza de 538 muertes. Eso desde la crisis de las protestas que estalló el 18 de abril. De ahí que este martes, el presidente estadounidense, Donald Trump, dijera que la situación en Nicaragua representa “una amenaza” para Estados Unidos. De ahí también que impusiera nuevas sanciones. A Murillo, inclusive.
Estados Unidos presiona al núcleo del poder de Daniel Ortega
A la vicepresidenta le cercaron la entrada al sistema financiero de EEUU. Le bloquearon el acceso a cualquier propiedad suya en el país. ¿Por qué? Por “desmantelar sistemáticamente las instituciones democráticas”. Por “la corrupción generalizada”. Por “destruir la economía”. Por “las violentas protestas”. Por “la muerte de cientos de inocentes”. Eso dijo el Departamento del Tesoro estadounidense.
Casi que no hay pecado del que se salve. Avaricia por la corrupción generalizada. Ira por esa acusación de muerte. Pereza incluso por dejar que todo pase. Por negarse a convocar unas elecciones cuando la oposición nicaragüense y toda la comunidad internacional lo reclamaba. Incluso muestra soberbia. Ya un comunicado del Gobierno de Nicaragua clamó contra la acusación de EEUU. Es “falsa e injerencista”, dijo.
Los escándalos sexuales
EEUU recordó uno de los episodios más turbios del régimen nicaragüense. Uno de los sancionados es Néstor Moncada, asesor personal de Ortega y Murillo y exagente de Seguridad Nacional en los 90. A Moncada lo acusan por lo mismo que a la vicepresidenta, y añaden: “En al menos un caso, Moncada trabajó con el presidente Ortega para encubrir la conducta sexual de Ortega con una menor”.
El caso al que se refieren saltó a la luz en noviembre de 2017. Lo denunció desde Miami la familia de Elvia Junieth Flores y la propia víctima, quien entró a declarar por llamada telefónica porque, según Infobae, está retenida en Nicaragua.
En su testimonio, Flores se declaró víctima de abusos sexuales por parte del presidente. No se ha sabido más de aquello, porque según EEUU, el asesor Moncada encubrió a Ortega.
No es el único escándalo sexual que salpica a la cúpula de Managua. Está también el caso de Zoilamérica Narváez Murillo. Esta es la primogénita de la vicepresidenta. Fue fruto de un infeliz matrimonio de Murillo conJorge Narváez, de quien poco se sabe.
Zoilamérica nació en 1967, por lo que no conoció a Ortega hasta cuando lo hizo su madre. Eso fue en 1977, enCosta Rica. Allí andaban exiliados los sandinistas y allí se produjo el flechazo entre Rosario Murillo y el guerrillero Ortega, uno de los líderes del Frente Sandinista de Liberación Nacional.
No llegaron a Managua hasta 1979, cuando tumbaron al dictador Anastasio Somoza. Aquello fue el regreso, la escalada de Ortega hacia el poder y el reconocimiento internacional de la revolución sandinista. Una época feliz para todos menos para Zoilamérica.
“Afirmo que fui acosada y abusada sexualmente por Daniel Ortega Saavedra, desde la edad de 11 años, manteniéndose estas acciones por casi 20 años de mi vida. Afirmo que mantuve silencio durante todo este tiempo, producto de arraigados temores y confusiones derivadas de diversos tipos de agresiones que me tornaron muy vulnerable y dependiente de mi agresor”, relata la denuncia que Zoilamérica presentó en la Comisión Interamericana de Derechos Humanos en 1998.
“Afirmo que fui acosada y abusada sexualmente por Daniel Ortega Saavedra, desde la edad de 11 años, manteniéndose estas acciones por casi 20 años de mi vida”
Aquella denuncia no prosperó. Ortega gozaba de impunidad en Nicaragua como expresidente, por lo que Zoilamérica retiró la denuncia seis años después. Lo que sí logró aquello fue romper la relación entre madre e hija.
“Les digo con toda franqueza, me ha avergonzado terriblemente que a una persona con un currículo intachable [Daniel Ortega] se le pretendiera destruir y que fuese mi propia hija la que por esa obsesión y ese enamoramiento enfermizo con el poder quisiera destruirla cuando no vio satisfecha su ambición”.
Eso dijo Rosario Murillo cuando se enteró de la denuncia. Tachó a su hija de “mitómana”. ¿Habrá incurrido entonces en otro pecado: la lujuria? ¿O acaso la envidia? No se sabe. 20 años después, este escándalo sigue sin resolverse. Zoilamérica insiste en que sufrió abusos de su padrastro. En una entrevista con el diario El País en 2016 lo volvió a decir.
Además, el periódico español apuntó que, desde el día de la denuncia, Zoilamérica se convirtió en enemiga de su propia madre. Pero no es del todo cierto. No siempre fue así. Las páginas de El Nuevo Diario de Nicaragua recogen que el 8 de marzo de 2004 trataron de reconciliarse.
Qué ocurrió con Zoilamérica
Ese día Zoilamérica y Rosario Murillo hablaron por teléfono. La conversación, además, fue pública. La emitió la emisora Radio Mujer. “Es hora de dejar atrás aquellas cosas que nos hayan impedido reconocer lo que somos como mujeres. Mi mamá, como madre, ha sido capaz de recibirme y de recibir ese nuevo espíritu que hay hoy en mí, creo que hay que dar un espacio y un momento para que Dios nos convoque a todos aquellos que antes podíamos haber tenido diferencias”, dijo Zoilamérica.
“Ya ni siquiera cabe hablar de perdón, sino de reencuentro, de construcción, de la capacidad del amor”, replicó su madre, quien aprovechó su presencia en la radio para exculpar a Daniel Ortega de la violación de su hija. Al respecto, El Nuevo Diario apunta: “Según Murillo, los adversarios políticos aprovecharon y manipularon la denuncia de la hija”.
El caso es que ya van seis de los siete pecados capitales. Cuatro son confirmados según la acusación de Estados Unidos. Otros dos están fundados en el turbio episodio que sobrevuela al matrimonio presidencial. Así que falta uno, y ese es la gula.
Entiéndase como el apetito desmedido por comer y beber sin sentir hambre o sed. Sin medir necesidades ni consecuencias. Eso dice la Biblia. No es que Murillo sea una glotona. Físicamente se le ve una mujer delgada. Huesuda. Aun así, gobierna un país que es el más pobre del continente latinoamericano, y en el que el 16% de la población está pasando hambre, según las Naciones Unidas.