Juan Carlos Zapata (ALN).- Nada ha terminado allá en el seno del poder del madurismo. Una estructura partida como el corazón partío. Pues mientras más se indaga más se constata de la concreta participación de los altos mandos militares, de los altos y elevados jueces, de los encumbrados boliburgueses, y de ahí, en el mismo plano y más hacia abajo, una línea de oficiales militares y fichas civiles. No ha terminado ese 30 de abril. No ha terminado esa madrugada de la liberación de Leopoldo López y la huida del jefe del Sebin, Manuel Cristopher Figuera. No han terminado inclusive los rumores. No han terminado los recelos. Y las miradas que acusan y preguntan hasta dónde, hasta qué punto, en realidad, este alto jefe militar, este elevado magistrado, estaban involucrado.
Es cierto que Maduro ha jugado a la política con el general en Jefe y ministro de la Defensa, Vladimir Padrino López. Ha jugado a la política con el presidente del Tribunal Supremo de Justicia, TSJ, Maikel Moreno. Hace lo que hizo Hugo Chávez luego del 11 de abril de 2002 cuando salió del poder. Ensalzó la figura del general que había dicho al país que había renunciado, Lucas Rincón Romero. Allá sigue, en la embajada de Portugal, guardando secretos: intocable. Ensalzó Chávez a los magistrados, aunque más tarde los insultó y los cambió. Y así planea Maduro. Mostrándose con Padrino López, hablando bien del general y al mismo tiempo exigiendo pruebas de lealtad; y exigiéndole al TSJ que también, que también los magistrados ofrezcan pruebas de lealtad, como el allanamiento de la inmunidad parlamentaria a los diputados objeto de persecución. Y Padrino responde. Y los magistrados responden. Pero se siguen viendo. Con recelo. En el Consejo de Ministros hay preguntas sin respuestas. A quién quito, dirá Maduro. Por quién lo sustituyo. ¿Este estaba o no estaba?
No ha terminado, y es tan así que no ha terminado, que Maduro, filtran fuentes del Palacio de Miraflores, piensa y se encamina hacia allá, a crear otro organismo paralelo de inteligencia, o darle mayor formalidad a la asesoría cubana en materia de inteligencia, que es al fin y al cabo la que hace este trabajo
Así que Maduro, dicen que a golpes se aprende, espera el parte diario de los organismos de inteligencia, que le rindan cuenta los organismos de inteligencia: en uno, en el Sebin, manda otra vez el general Gustavo González López, ficha del presidente de la ilegítima Asamblea Nacional Constituyente, Diosdado Cabello, manda González López, tal vez sin olvidar que Maduro y él tienen cuentas pendientes; y en el otro organismo, en el DGCIM, manda el general Iván Hernández Dala, justo, justo, sospechoso, más que esto, de su participación en aquella que su amigo Cristopher Figuera ha señalado como “megaconspiración”. No ha terminado, y es tan así que no ha terminado, que Maduro, filtran fuentes del Palacio de Miraflores, piensa y se encamina hacia allá, a crear otro organismo paralelo de inteligencia, o darle mayor formalidad a la asesoría cubana en materia de inteligencia, que es al fin y al cabo la que hace este trabajo -como quedó demostrado- mientras que el Sebin y el DGCIM, también el FAES, se encargan, quedaron, para el trabajo sucio de la persecución, la tortura, el aniquilamiento.
Y no ha terminado, ya que cómo es posible que, incluso, a los jefes de la Guardia Nacional, la leal Guardia Nacional de la maquinaria de la represión, se les involucre. Y no ha terminado porque los mensajes hacia Padrino López no cesan. Al líder Padrino, aplaudido y seguido por la tropa militar, por la fuerza militar, por el generalato militar, le exigen, le piden, le ruegan, que actúe, que las alternativas se cierran, y los tiempos se acortan, pues habrá decisiones, Maduro tendrá que tomar decisiones sobre ascensos y cambios, y sobre la base de esa facultad y esa potestad, los cambios pueden afectar el mando natural, el statu quo de estos años y de ahora, y después de ello, después quién quedará, quién tendrá el liderazgo que “tiene usted mi general”, le dicen; casi que diciéndole que la Fuerza Armada, sin él, sin Padrino López, puede fracturarse de verdad y a los ojos del mundo.
El 30 de abril marcó a los militares
No ha terminado. Y es notorio que el 30 de abril marcó a los militares. Y hoy tienen prisa. Es la prisa militar por hacer algo, conscientes, más que conscientes, de que el cerrojo es suyo, que la llave también es de ellos, de inclinar la balanza hacia un lado u otro, o de no inclinarla hacia ninguno. Queda el cabo suelto de por qué, de por qué no se concretó lo que estaba andando a toda rueda. Que si los cubanos, que si la presión cubana, que si los rusos, que si la presión rusa. Si esto es así, entonces la operación tampoco ha terminado, pues ¿tanto avanzaron los conspiradores que los mejores cuerpos de inteligencia del mundo no abortaron la conspiración con un control de daños que le diera ventaja total a Maduro? Fallaron de lado y lado. Y como fallaron, no ha terminado. Pero queda en evidencia que se perdió la confianza en el madurismo, que se perdió hacia ese poder militar, que se perdió hacia ese TSJ, que se perdió hacia los boliburgueses, testaferros y operadores del dinero, que se perdió hacia altos funcionarios del gobierno. Queda la evidencia también de que la confianza militar hacia su líder sigue intacta. Por lo menos en el corto plazo. Y de allí los mensajes para que el 30 de abril adquiera otra dinámica, y otra acción. Y si no lo hacen, van a pagar, y en consecuencia serán otros los que cobren.