Redacción (ALN).- Su nombre real es Héctor Rusthenford Guerrero Flores, aunque es más conocido por su mote de «Niño Guerrero» y por ser la cabeza de la megabanda transnacional Tren de Aragua.
Y todo por azares del destino, porque el «Niño Guerrero» no fue quien fundó esta organización de delincuentes, que surgió en 2013 como un sindicato. Ese infame papel correspondió a José Álvarez Rojas, alias «el Chino Pradera”, quien murió en 2016 tras enfrentarse a tiros con la policía.
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Y cuando los delincuentes se quedaron sin jefe, apareció «Niño Guerrero». Eso sí, desde la cárcel de Tocorón.
Porque el antisocial de 38 años hoy paga una condena de 17 años, dos meses y dos días por delitos como homicidio intencional, fuga de detenidos, aprovechamiento de cosas provenientes del delito, falsificación de documentos, ocultación ilícita de arma de fuego y ocultación de municiones ocultamiento de arma de guerra y asociación para delinquir.
Asimismo, usurpación de identidad, tráfico ilícito de sustancias estupefacientes y psicotrópicas en la modalidad de distribución y ocultamiento, tráfico ilícito de sustancias estupefacientes y psicotrópicas en la modalidad de ocultamiento, aprovechamiento de vehículo proveniente del robo y hurto, cambio ilícito de placas de vehículos automotores.
Un amplio abanico de delitos que inició por el peor de todos: Asesinato.
Ocurrió cuando, a los 21 años, el «Niño Guerrero» mató al policía Oswaldo Castillo. Desde entonces, ascendió sin parar en el mundo del crimen, donde pasó de ser peón a rey.
El rey del Tren de Aragua, una banda con operadores en Chile, Perú, Bolivia, Brasil y Colombia.
El criminólogo Luis Izquiel le dijo al diario colombiano El Tiempo que el este delincuente coordina las acciones de unos 2.500 miembros en seis países de América Latina.
Así gana el Tren de Aragua del «Niño Guerrero»
El Tren de Aragua se encarga de ejecutar varios delitos, a los que se le suman los corredores de narcotráfico en el estado Sucre hacia las islas del Caribe, el control de las minas de oro en el sur de Venezuela y la trata de personas por las fronteras de Colombia y Chile, sentencia Izquiel.
Además, la banda tiene una fundación benéfica llamada “Fundación Somos el Barrio JK”. A través de ella, recibe recursos para “ayudar a las comunidades” en el mantenimiento y actividades recreativas.
Con información de El Tiempo.