Zenaida Amador (ALN).- Aunque Nicolás Maduro acudió a la Asamblea Nacional Constituyente (ANC) para presentar su Memoria y Cuenta de 2019 y hacer entrega de unos proyectos de ley que ordenó sean aprobados con prontitud, en verdad su discurso parecía un viaje al pasado, rescatando medidas anunciadas al menos dos años atrás y que no han terminado de materializarse. Viene otra reforma del Código Orgánico Tributario, ya modificado en 2014 para elevar las multas.
En medio de una crisis sin precedentes y con una economía reducida a mínimos tras seis años de recesión, Nicolás Maduro decidió impulsar lo que llama “una profunda revolución fiscal”. Desde 2014, en su primer año de gobierno, impuso cambios en materia tributaria que se convirtieron en una carga pesada para el sector productivo nacional mientras el gasto público se diluía sin atender las necesidades de sectores clave como salud, educación o infraestructura.
Ahora consigna un nuevo paquete de leyes que, según dijo, permitirán “conceder recursos provenientes del flujo natural de la economía e invertirlos en el robusto sistema económico y social de Venezuela para proteger a los distintos actores de la economía”.
Con lo que obtendrá por la vía impositiva creará lo que llamó un fondo especial para la protección de la salud pública de Venezuela, especialmente para atender la infraestructura hospitalaria, según prometió.
Lo que viene
En primer lugar, viene otra reforma del Código Orgánico Tributario, ya modificado en 2014 para elevar las multas. En esta ocasión también prevé más sanciones a los incumplimientos y tratará de optimizar las exoneraciones impositivas sobre todos los productos importados no esenciales.
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También propuso una reforma a la Ley de Aduanas, porque en el fondo se busca una política arancelaria que impulse la producción del país y fomente exportaciones.
A lo largo de todo 2019, Nicolás Maduro favoreció la importación de bienes terminados a través de exoneraciones impositivas, elemento que estimuló el “boom” de bodegones en las principales ciudades del país. Pareciera que, al menos en el discurso y en el papel, existe la intención de contener esta tendencia.
Un cambio de tendencia se evidenció también en sus comentarios sobre el uso del dólar en la economía. De hecho, se quejó de que muchos se resistan a utilizar el petro, que es el criptoactivo creado por su régimen en 2017 y que todavía no ha logrado operativizar. A su juicio, quienes se niegan a recibirlo o a usarlo es porque tienen negocios con los dólares. Aseguró que los estarán observando y que el petro cortará las manos de esas mafias.
Estos señalamientos no son de extrañar dado que Maduro está entrando al modo electoral, allanando el terreno para convocar elecciones parlamentarias a la medida de sus aspiraciones políticas, y necesita jugar al populismo aun en medio de su precariedad financiera. Si bien ha sido su gestión la que estimuló la dolarización de facto de la economía, nunca desmontó las bases legales del control cambiario y del control de precios, lo que siempre fue una señal de que cuando le convenga políticamente dará el golpe de timón que mejor le funcione.
Aunque no habló del regreso a las regulaciones, su discurso no fue tan dado a la flexibilización económica como el que exponía hasta finales de 2019. En sus palabras no faltaron los señalamientos sobre la “guerra económica” en su contra y el cerco de las sanciones internacionales para justificar los problemas que enfrenta el país y, ante los cuales, han tenido que “buscar estrategias innovadoras para superar las dificultades y las adversidades”.
Así regresó sobre el petro y la obligación de usarlo para el pago de diversas tarifas y obligaciones vinculadas con el Estado, tal como lo había ordenado en 2018 y luego, con señalamientos casi similares, en 2019. A pesar de sus órdenes el petro tiene muy poco uso, al menos hasta ahora. Sin embargo, Maduro insiste y ordenó (una vez más) que los aviones con rutas internacionales que se surtan en el país deben pagar en petros.
También regresó con el tema de la Agenda Económica Bolivariana, la misma que estipulaba crear los motores de la economía que nunca lograron funcionar. La novedad en esta oportunidad es que habló de unificar las carteras crediticias existentes en la banca y planteó una cartera crediticia especial, con financiamientos preferenciales.
“La nueva ley de unificación de la cartera crediticia nacional dará más oportunidades de crédito a los productores nacionales comprometidos con la Agenda Económica Bolivariana. La metodología unifica todas las carteras existentes en una sola cartera para incentivo de la producción nacional, teniendo como eje central la producción de alimentos para construir la soberanía alimentaria ante cualquier ataque externo”.
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Habrá que ver cómo se traduce este planteamiento, ya que el crédito bancario está casi extinto gracias a las políticas adoptadas por el propio Maduro como, por ejemplo, el incremento desmedido del encaje legal exigido a la banca.
Diosdado Cabello en el plan de Maduro
Maduro presentó sus proyectos de ley a la ANC, ente que no cumple las funciones legislativas que sí ejerce la Asamblea Nacional. Aun así, le pidió a este cuerpo que trabaje con “urgencia” en la revisión de los textos para aprobarlos con prontitud y así dinamizar la economía.
El pedido fue atendido de inmediato por Diosdado Cabello, presidente de la ANC, quien aseguró que sesionarán todos los días, a partir de este 15 de enero, en el Palacio Federal Legislativo para cumplir la orden de Maduro, lo que se convierte en la excusa perfecta para generar tensión en los espacios donde opera la Asamblea Nacional presidida por Juan Guaidó, quien ya había convocado a sesión para este miércoles.
“Esto va a ser todos los días. Le va a dar una dinámica distinta a la ANC. Estos espacios son del pueblo que trabaja, del pueblo que defiende la patria, no de aquellos que quieren entregárselo al imperialismo. Esta ANC se declara, por lo tanto, en modo sesiones de trabajo”, aseguró Cabello.