Daniel Gómez (ALN).- Varias autoridades de Colombia, y de fuera de Colombia, han dicho que Nicolás Maduro tiene las manos metidas en las protestas. Cuando hubo revueltas en Ecuador, Chile y Bolivia, también señalaron a Maduro. Hasta en Estados Unidos culparon a agentes chavistas de haber manipulado el resultado de las elecciones presidenciales para que no ganara Donald Trump.
Venezuela es el país más pobre de América Latina. Su industria predilecta, el petróleo, está quebrada y también sancionada internacionalmente. Su moneda no vale nada. El escenario humanitario cada vez preocupa más. Como consecuencia de lo anterior, los venezolanos protagonizan un éxodo que va camino de superar el de Siria. Y a esto hay que sumar que el de Nicolás Maduro es un gobierno desconocido internacionalmente e incapaz de encontrar soluciones a los problemas internos.
Desconocido, incapaz y desacreditado en lo político, pero al que sus rivales le atribuyen un poder desestabilizador que se expande por toda América.
Hoy Colombia es escenario de manifestaciones masivas en contra del gobierno de Iván Duque que supuestamente están azuzadas por Maduro. Como si la reforma fiscal, la desigualdad, los problemas internos de seguridad y la violencia policial durante las manifestaciones no tuvieran nada que ver.
“La estrategia contra Colombia la tenemos clara. La destrucción de estos días está perfectamente planeada, financiada y ejecutada para destruir nuestro país y la democracia, pero no lo lograrán. Los colombianos sabemos quiénes están detrás combinando todas las formas de lucha”, insinuó el pasado viernes la vicepresidenta colombiana, Marta Lucía Ramírez.
¿A quién se referirá? A Maduro.
“Siempre dijimos que la narcodictadura de Maduro no sólo ha generado la más grande tragedia humanitaria para el pueblo venezolano, sino que además pretende exportar su modelo a Colombia a través de sus aliados y amigotes de siempre. No lo lograrán”, agregó la vicepresidenta colombiana.
Las palabras de Marta Lucía Ramírez fueron la continuación de las acusaciones hechas por el presidente saliente de Ecuador, Lenín Moreno, y por el exmandatario de Colombia Andrés Pastrana el pasado viernes en un foro en Miami.
“Las organizaciones de Inteligencia de Ecuador han detectado la grosera intromisión del dictador Maduro, de las manos sangrientas, corruptas de ese dictador, en lo que está sucediendo en este momento en Colombia”, afirmó Lenín Moreno.
“Todo lo que sabemos es que son manifestaciones coordinadas en las que está metida directamente Venezuela. Lo dijo el presidente Lenín Moreno. Ha dicho que el gran financiador de la violencia es Nicolás Maduro. Eso es clarísimo. Hay recursos extranjeros, del narcotráfico, en estas situaciones y es un plan para desestabilizar la región”, agregó Andrés Pastrana.
Una tendencia habitual en Latinoamérica
Responsabilizar a Nicolás Maduro de las crisis en América Latina ya comienza a ser habitual. Esta tendencia alcanzó su apogeo a finales de 2019, cuando los estallidos sociales golpearon buena parte de Suramérica.
Todo comenzó en octubre de 2019. Ecuador se sumerge en un paro laboral contra el gobierno desatado por un paquete económico cuyo punto más polémico fue la eliminación de los subsidios a la gasolina. Una protesta que el Ejecutivo de Lenín Moreno no tardó en achacar a Maduro.
El mandatario incluso afirmó que las protestas se “cocinaron en Caracas”.
Del estallido social de Ecuador se pasó al de Chile. Entre octubre de 2019 y marzo de 2020 los chilenos estuvieron en las calles protestando por la desigualdad y clamando por una nueva Constitución, distinta a la del dictador Augusto Pinochet. Ambas cosas se cumplieron. El gobierno de Sebastián Piñera puso los planes sociales en el centro de su agenda y la Constitución de Pinochet fue enterrada tras el plebiscito de octubre de 2020.
Piñera nunca señaló directamente a Maduro de las protestas ocurridas en Chile. “En estas semanas hemos visto una ola de violencia, de destrucción, provocada por grupos criminales organizados de distintos orígenes. Yo creo que hoy día hay algo nuevo, distinto a lo que teníamos hace un mes atrás, pero necesito pruebas para poder afirmarlo”, dijo entonces el presidente chileno.
Quienes sí responsabilizaron a Maduro de lo ocurrido en Chile, y también en Ecuador, fueron el opositor venezolano Juan Guaidó, y el secretario de Estado de Estados Unidos en tiempos de Donald Trump, Mike Pompeo.
“Es evidente que Maduro es un incapaz y no puede controlar la producción petrolera de Venezuela, pero sí tiene capacidad de financiar, a través del oro que extraen de las minas y el arco minero, a diferentes grupos e infiltrar protestas para generar violencia y desestabilizar a la región, pero no lo va a lograr”, dijo Guaidó.
“Sabemos que Cuba y Venezuela han tratado de secuestrar las protestas legítimas en países de la región para sus propios fines ideológicos”, apuntó Pompeo.
A finales de 2019 también se produjo otra crisis en Bolivia. En esta ocasión no fue un estallido social, sino una ola de manifestaciones que comenzaron a finales de octubre, primero tras el fraude electoral del expresidente Evo Morales, y luego, tras la dimisión del propio Morales en noviembre. En estas últimas es en las que, en palabras del gobierno interino de Jeanine Áñez, habría influido Maduro.
“Hay una corriente liderada por el señor Nicolás Maduro que busca desestabilizar gobiernos establecidos en América”, advirtió el entonces ministro del Interior, Arturo Murillo, hoy fugado en EEUU ya que en Bolivia lo acusan de corrupción.
Las acusaciones llegaron hasta EEUU
En 2020 el gobierno de Venezuela también fue señalado de desestabilizar países de la región. Lo llamativo es que esas acusaciones llegaron de la primera potencia del mundo: Estados Unidos.
Según la defensa del expresidente Donald Trump, agentes chavistas manipularon la elección presidencial de noviembre para que ganara Joe Biden. Una acusación que más tarde desde la propia defensa desmintieron.
En un primer momento, la abogada de Trump, Sidney Powell, afirmó lo siguiente: “Cada día descubrimos las cantidades masivas de dinero comunista, a través de Venezuela, Cuba y probablemente China, para interferir con nuestras elecciones en los Estados Unidos. El software Dominion para las votaciones, la tecnología Smartmatic y el software que va en puestos de votación con computadoras fueron creados en Venezuela, bajo el pedido de Hugo Chávez, para asegurar que nunca perdería una elección luego de que un referéndum constitucional le dio resultados adversos. Tenemos un testigo que nos explicó cómo funciona todo, su declaración está adjunta a la demanda presentada en Georgia por Lin Wood. Es una declaración sorprendentemente detallada porque estuvo con Chávez y le dijo cómo funciona, vio operar el sistema para que la elección le favoreciera, siendo el único propósito crear el software. Y una vez que vio cómo en varios estados se cayeron las votaciones el día de las elecciones, supo que lo mismo estaba pasando aquí”.
Powell, quien luego fue despedida por Trump, no sólo fue desacreditada públicamente por las agencias de información, sino que ahora enfrenta una demanda por difamación por parte de la compañía Dominion, que le pide 1.200 millones de dólares de indemnización.
Lo curioso es que Powell ahora niega sus palabras sobre el dinero comunista porque simplemente eran “un discurso político”. No una acusación real.
“Ninguna persona razonable lo creería”, dijo Powell en el juicio iniciado por Dominion. “No eran verdaderas declaraciones de hechos”.