Juan Carlos Zapata (ALN).- Maduro presiona. En la calle y en las empresas. Maduro sigue el libreto. A la ofensiva. Como hasta ahora le ha funcionado, pues aprieta más. Pero la situación tiene un límite. La situación puede estallarle. La cuerda puede romperse.
A Nicolás Maduro le advirtieron los militares bien temprano de los problemas que podía generar una escasez total de gasolina. Se lo advirtieron desde finales de 2019. Y le advirtieron que no podían mezclarse esos dos elementos: gasolina y alimentos, escasez de alimentos. Y se han juntado.
El coronavirus le dio la excusa a Maduro para tapar la falta de gasolina. Pero esto le funcionó en cuestión de días y hasta semanas. Porque más rápida que la expansión de la pandemia ha sido la tensión por la búsqueda de la gasolina. Y a esto se suman los precios. Se suma el nuevo empuje de la hiperinflación. Y se suma que siguen los apagones. Y se suma que siguen los cortes de agua. Y se suma que Maduro no tiene salida.
Y la salida que encuentra es la presión. Es tensar la cuerda. La tensa en la calle, pues la gente ha comenzado a protestar. La gente quiere comida. La gente tiene la impresión de que los alimentos se van a acabar. Y se van a acabar porque no hay quien los produzca y la producción que queda en el campo no puede ser transportada porque no hay gasolina. Y ya no puede importar alimentos como antes porque no hay dinero y el mercado internacional entró en otra dinámica de compras y ventas con mayor competencia provocada por el coronavirus.
Maduro presiona en las empresas. Comenzó hace dos semanas. Y ahora lo hace de manera más abierta. Otra vez se busca el enemigo en la acera de enfrente. Y pone como excusa los precios. Otra vez la especulación. Otra vez la guerra económica. Tensa esta cuerda. La de las empresas que aun producen. Que lo están haciendo con recursos propios. Cuyos accionistas se meten la mano cada mes la mano al bolsillo para sostener las operaciones en una Venezuela donde no hay forma de llegar a punto de equilibrio y menos obtener ganancias. Ya van 6 años de recesión. Ya van 6 años en los que el cementerio de empresas aumenta de manera sostenida. Hay 2.000 activas de las 12.700 compañías industriales operativas en 1999, cuando el chavismo llegó al poder. Así, la arremetida de Maduro es otra vez contra el Grupo Polar y otra empresas de las grandes y tradicionales, Coposa.
Maduro no ve para los lados. Le importa poco que estas empresas importan ellas mismas y con recursos propios la materia prima para seguir produciendo alimentos. ¿Y cuándo ya no puedan más? ¿Cómo van a operar? La experiencia dicta que lo que ha tomado el chavismo lo ha destruido. Grandes, medianas y pequeñas empresas. Pero bueno, si destruyó PDVSA, algo que parecía indestructible.
Esta es la cuerda que tensa Maduro al máximo. En la calle contra la gente. Contra los medios y los periodistas. Contra la dirigencia opositora. Contra las empresas. Contra el comercio. Maduro cree que lo va a lograr otra vez. Y ahí están los otros diciéndole: La mezcla es explosiva, cuidado. Y se lo dicen sin mascarilla, para que se les escuche bien.