Zenaida Amador (ALN).- El lunes 29 de octubre de 2018 comenzó en Venezuela la venta de petros en divisas convertibles (yuanes, rublos, euros y rupias) a través de unas taquillas especiales de la Superintendencia Nacional de Criptoactivos y Actividades Conexas (Sunacrip). Era el gran anuncio del momento de Nicolás Maduro para independizar a Venezuela del dólar y avanzar en su plan de recuperación económica. Un año más tarde, con la economía destruida, anuncia que procederá a convertir el petro en divisas a quienes compraron su fallido criptoactivo.
“Voy a proceder a convertir todos los petros ahorrados en bolívares, de tres millones de ahorristas, en petros convertibles en divisas y que puedan comprar en divisas en cualquier empresa, en cualquier comercio”, aseguró Nicolás Maduro este martes en un acto de revisión de lo que él llama “los motores productivos”.
Desde 2017 Maduro ha intentado, sin éxito, imponer el uso del petro en Venezuela. Primero lo hizo como criptoactivo, luego como unidad de cuenta. Ahora retoma la fórmula para oxigenarse mientras la economía venezolana colapsa con todo el aparato productivo paralizado. De hecho, según las últimas cifras del Banco Central de Venezuela (BCV), desde 2013 a marzo de 2019 la economía acumula una contracción de 63% y hay algunos sectores, como la construcción (-97%), que prácticamente han desaparecido.
Acorralado y sin recursos, Maduro apuesta al petro en su afán por sostenerse en el poder creando una ilusión monetaria ante una población empobrecida por el efecto de sus políticas económicas. El salario mínimo mensual equivale a cerca de ocho dólares, un nivel de ingresos que suele imponerse en la nómina del Estado. Por eso ahora les dice a los empleados públicos que estudia la opción de cambiar a petros sus prestaciones sociales, diluidas ya por el desfase de sus salarios y por la hiperinflación.
A la par de esto, los ingresos de la nación se han desplomado de forma estrepitosa. Las exportaciones petroleras, que proveen más del 90% de la renta nacional, pasaron de 21.368 millones de dólares en el primer trimestre de 2013 a 6.115 millones en igual lapso de este año, que es la última cifra disponible.
Vale recordar que cuando el petro fue lanzado se estableció en su Libro Blanco un valor inicial de 60 dólares por unidad, un número que ha sido más una referencia que un elemento de efecto transaccional. Aun así, Maduro habla de ese valor como un hecho. “Por ejemplo, yo tengo dos petros ahorrados en bolívares, esos dos petros a partir de hoy comienzan a ser dos petros en divisas convertibles, es decir, 120 dólares”, afirmó.
Acorralado y sin recursos, Maduro apuesta al petro en su afán por sostenerse en el poder creando una ilusión monetaria ante una población empobrecida por el efecto de sus políticas económicas. El salario mínimo mensual equivale a cerca de ocho dólares, un nivel de ingresos que suele imponerse en la nómina del Estado. Por eso ahora les dice a los empleados públicos que estudia la opción de cambiar a petros sus prestaciones sociales, diluidas ya por el desfase de sus salarios y por la hiperinflación. “Les tendré buenas noticias”, dijo.
Mar de inconsistencias
A mediados de mes el titular de la Sunacrip, Joselit Ramírez, estuvo en Moscú para participar en el foro Blockchain Life 2019. En ese marco declaró a la agencia rusa Sputnik que “casi ocho millones de venezolanos” han optado por ahorrar en petros, una estimación que entra en clara contradicción con los tres millones de ahorristas de los que ahora habla Maduro.
Aseguró que el petro “ha contribuido a la estabilidad de la economía, ha ayudado a proteger los ingresos de los venezolanos, ha ayudado a fortalecer el poder adquisitivo de los venezolanos”. Las propias cifras del BCV lo desdicen.
“Es una maravilla que hemos construido, de tener composición de distintos ‘tokens’, de distintas criptos, es un activo digital respaldado en blockchain, que tiene su propio código, que tiene su propia fuente informática, con la intención de darlo al servicio de la gente”, explicó.
En este sentido, vale recordar que nunca se supo qué ocurrió con la preventa de petros cuando se perfilaba como un criptoactivo, etapa en la que Maduro afirmó haber recaudado 3.338 millones de dólares, aun cuando nadie confiaba en el instrumento dados los cambios en las características técnico-operativas con respecto a lo establecido en su Libro Blanco, entre otros factores.
Los expertos desconfiaron del instrumento y durante largos meses no hubo indicios de si se estaban minando petros o si estaba ocurriendo alguna otra operación ligada a este activo, pues las páginas oficiales se silenciaron. Además, las sanciones de Estados Unidos prohibieron todas las transacciones relacionadas con la provisión de financiamiento y otras transacciones de cualquier moneda digital o ficha digital, “emitida por, para, o en nombre del gobierno de Venezuela”, lo que limitó su margen de acción.
Desde el oficialismo se dijo que fue necesario diseñar una arquitectura blockchain propia para el petro con el fin de hacer frente a los ataques, pero la opacidad ha sido una constante. De allí que para muchos analistas el petro fue considerado un fracaso, ya que no funcionó como criptomoneda, no logró tener un uso comercial aun con las medidas del régimen para imponerlo ni ganó la confianza de los usuarios. Aun así, el petro sigue en pie.
Otros vacíos
La agencia Bloomberg viene informando desde hace semanas sobre los nuevos intentos del régimen de Maduro por evadir las sanciones internacionales a través de criptoactivos. En septiembre adelantó que el Banco Central de Venezuela efectuaba pruebas internas para determinar si puede mantener criptomonedas en sus arcas.
Estas versiones indicaban que Petróleos de Venezuela (PDVSA) tenía reservas en bitcoin y ethereum, que necesitaba utilizar para pagos de proveedores y otras operaciones, por lo que buscaba hacer la conexión financiera a través del BCV, aunque no existen precisiones sobre la forma como la estatal petrolera se hizo con esas criptomonedas.
Lo único que se había anunciado es que a partir de enero de 2019 el crudo venezolano se transaría en petros, como aseguró el presidente de PDVSA, Manuel Quevedo, a fines de 2018. Pero esto, al parecer, también quedó en el papel.