(EFE).- «Nicaragua en sí es una gran cárcel. Toda persona que está dentro y difiere del Gobierno está secuestrada o ha tenido que irse al exilio», aseguró este lunes a EFE en Madrid Victoria Cárdenas, esposa del aspirante presidencial Juan Sebastián Chamorro, encarcelado desde el pasado 8 de junio junto a otros opositores al Gobierno de Daniel Ortega.
Cárdenas se encuentra en la capital española dentro de un viaje por varios países europeos para denunciar la situación «inhumana» de su marido en prisión y de «los más de 170 presos políticos» encarcelados, y pedir el respaldo internacional para su liberación «de forma inmediata».
«Estoy hoy en Madrid haciendo una denuncia pública de la violación de los derechos humanos que estamos viviendo en Nicaragua. Tenemos más de 170 presos políticos en condiciones inhumanas en las cárceles», señaló Cárdenas en su entrevista con Efe en la Casa de América en Madrid.
«Lo que exigimos los familiares de los presos políticos es la liberación inmediata, incondicional y con garantías de todos ellos», subrayó Cárdenas, quien remarcó además la necesidad de contar con el apoyo de la comunidad internacional para que eso sea posible.
Una llamada urgente
La esposa de Juan Sebastián Chamorro hizo hincapié en la crisis humanitaria que vive el país, «más importante incluso que la socioeconómica o la política», y sobre todo en la «urgencia» de la situación.
«Por eso el tiempo es tan importante, porque además que no queremos que esto transcurra en el tiempo, la parte humanitaria me preocupa más porque cada minuto, cada día que pasan nuestros familiares allí está su vida en riesgo», apuntó.
Lo hizo en comparación con Venezuela, «ya que periodistas que han trabajado allí me dicen que Nicaragua está peor».
«Esto no puede esperar, y lo primero tiene que ser la liberación de estas personas», señaló Cárdenas, quien considera que sólo los nicaragüenses pueden superar la crisis actual, aunque ante la imposibilidad de hacerlo solos «necesitamos la presión internacional», reiteró.
Y, una vez lograda la libertad de los presos políticos y restituidas las libertades públicas, «como nicaragüenses deberíamos comenzar un diálogo nacional pero con las condiciones que lo ameriten. Con presencia internacional, con un tiempo limitado y con lo mínimo para que este diálogo tenga frutos».
Años de amenazas
Cárdenas recordó que desde abril de 2018, cuando comenzaron las revueltas populares en Nicaragua, y cuando se abrió la oportunidad de un diálogo con el Gobierno de Ortega, su marido decidió entrar en política para trabajar por el país para lograr un cambio pacífico. Desde entonces comenzaron las amenazas.
«La represión ha sido dura contra él y contra la familia. Hemos tenido que movernos de casa. Tuvo también ciudad por cárcel, no podía salir de la ciudad. Después casa por cárcel, hasta que siendo candidato lo secuestraron de una manera violenta y arbitraria», explicó.
Y esa represión no fue solo con él, también con la familia, llegando a allanar la casa.
«Es como llegar al fondo del ser humano, dañar lo que más duele. Por eso digo que no es una crisis socioeconómica, sino humanitaria, porque toca cada rincón del ser humano y separa familias, no solo cuando la persona está secuestrada también con el exilio. Los nicaragüenses estamos sufriendo la separación», argumentó.
Tortura psicológica y emocional
En su denuncia internacional Cárdenas subraya no solo el aislamiento físico al que están sometidos los presos políticos, también la «tortura psicológica y emocional» a la que se les somete.
«Están siendo sujetos a entrevistas e interrogatorios diarios, a mi marido le decían que estaba presa, ha sido una tortura para él. Hay personas que no han visto en siete meses a nadie que no sea el interrogador», explica.
Describe la falta de condiciones mínimas en prisión: «pasan por periodos prolongados de incomunicación y no sabemos de ellos y las condiciones de salud van disminuyendo considerablemente. Por eso es urgente la liberación».
«Su vida está en riego», denuncia y «no deberían estar presos por pensar diferente y alzar la voz por el resto de los nicaragüenses».