Juan Carlos Zapata (ALN).- Se lo pierden España y Madrid. Se pierden el museo que la venezolana Ella Fontanals-Cisneros había proyectado y que iba a convertir a Madrid en referencia mundial. Dice la coleccionista que no hay ejemplo en Europa de un museo de arte latinoamericano como el que propuso. El comienzo eran las 400 obras que Ella Fontanals-Cisneros iba a donar. Pero venía mucho más. Se pregunta: “¿Cuánta gente de España le ha donado a este país de esta forma?”. Ella misma tiene una respuesta.
Ya es noticia la ruptura. Ella Fontanals-Cisneros denunció la semana pasada cómo ocurrieron los hechos. En el gobierno de Pedro Sánchez no había voluntad de seguir adelante con el proyecto del museo de arte latinoamericano. Abriría en el centro Tabacalera, Madrid. El preacuerdo se firmó hace dos años. Pero llevaba casi 10 en preparación, ideas, conceptos. El resultado, el Centro de Arte Contemporáneo de las Américas. Ante el silencio, Ella Fontanals-Cisneros rompió. “No hubo nadie del gobierno con la urgencia de tomarle el pulso a lo que iba a ser el museo”, le dice al diario ALnavío.
La polémica sigue. Dicen desde el gobierno que lamentan la decisión precipitada de la coleccionista. Pero ella se defiende: ¿Precipitada? ¿Después de 9 años de conversaciones? De parte del gobierno, denuncia, hubo la frialdad de una carta, hace dos meses, del exministro de Cultura en funciones, José Guirao, que enfatizaba en aspectos legales que antes no se dijeron. “Y el ministro no me llamó después de la carta”, apunta y señala: “Una manera muy fría de terminar una relación”.
El museo iba a comenzar con la donación de 400 obras por parte de la reconocida coleccionista venezolana. La carta señalaba que la donación tendría que hacerse sin condición alguna, lo cual cambiaba los términos del proyecto original. Para Ella Fontanals-Cisneros, lo importante es el museo. Las obras son el anclaje. Pero en todo caso, “nadie dijo antes nada de la colección”, recuerda. “Ningún gobierno”. Y se pregunta: “¿Cuánta gente de España le ha donado a este país de esta forma?”. Ella misma tiene una respuesta: “Hasta las obras del Museo Thyssen las pagaron”.
-Fueron ellos los que rompieron. Yo no. No aparecíamos en la agenda del nuevo ministro.
¿Pero qué era el museo? Ella Fontanals-Cisneros explica que era “un museo para la conexión entre América Latina y España. En el que participáramos los coleccionistas de América Latina. Los coleccionistas somos los que cuidamos a los artistas. Y si los coleccionistas se involucraban, iban a traer más artistas”. Más obras. Primero estaban las suyas. Las 400. Pero ya estaba en el plan la oferta, en comodato, de otras 600, sólo de arte cubano. Ella Fontanals-Cisneros nació en La Habana. Pero su vida profesional la desarrolló en Caracas donde hace medio siglo abrió una primera galería de arte. Entonces tenía 25 años. Hoy su colección privada se compone de 3.000 obras, de las cuales 1.700 son latinoamericanas, y el resto de todas las partes del mundo. La colección reside en Miami, en un almacén de 2.000 metros cuadrados.
Ella concibió el proyecto para incorporar también a las empresas de España con operaciones en América Latina. ¿Quién desconoce la presencia de BBVA, Santander, Telefónica, Repsol, Iberdrola en América Latina? “El museo era un punto de conexión”, dice. Esta visión múltiple con la empresa privada lograba que el gobierno no iba a incurrir “en costos excesivos”. Asegura que en el plan financiero, al tercer año, el museo ya no pedía dinero. Era autosostenible.
La donación incluía obras de diferentes épocas. De diferentes periodos históricos. En los que aparecen Ligia Clark, Carmen Herrera, Jesús Soto, Gego. Hay contemporáneas de los años 60 y 70. Conceptuales y emergentes. Asegura que “la parte histórica no tiene doble”. Es única. “Ni el Museo Reina Sofía posee esas obras”. Y nunca pensó que esas 400 iban a ser las únicas. “Se iban a poner más en la medida en que el museo se fuera desarrollando”.
Apunta que no hay un museo de este tipo en Europa. Un museo de obras latinoamericanas. Así, Madrid y España iban a ser referencia mundial. El museo iba a llamar público de Europa y América Latina.
¿Cuál es el valor de las 400 obras? Ella Fontanals-Cisneros explica que ese cálculo es “algo que dejamos para el final”. Se trata de un trabajo arduo. Con decir que todo 2019 estuvo trabajando en el cálculo de sólo 100 obras. Ello demanda espacio y tiempo, dice. Hay que comparar precios. Los de una galería pueden ser diferentes a otros. Por ejemplo, los de Sotheby’s en comparación con los de Christie’s. Hay cada precio. Las galerías colocan precios según sus intereses.
Cuando abrió la primera galería en Caracas era muy joven y no tenía dinero. Su primera compra fue un cuadro del artista venezolano, Tomás Golding. Una quema. Un campo que se estaba quemando. “Ya después fui comprando”. Y a pensar en la colección. No estudió arte. La experiencia se lo dio todo. Cuando se casó con el magnate Oswaldo Cisneros -hoy controla Digitel en Venezuela-, comenzó a viajar por América Latina. Es cuando descubre otro universo. “Tengo muchos años en esto”.
La abstracción le gustó durante una época, también la geometría latinoamericana. En otro tiempo lo conceptual, histórico. También la fotografía. Posee 500 videos.
-Todo ha sido un proceso de aprendizaje. Increíble. Un aprendizaje de vida. Quería aprender. Ver. Las épocas han ido marcando la colección. Y de acuerdo a mi interés personal. Mi intuición.
Hubo un cambio en Ella Fontanals-Cisneros. Y fue con un Soto. Lo encontró en los años 80 en París. Había quedado con una amiga, Milagros Maldonado, coleccionista también, millonaria, en asistir a la FIA. Milagros la llevó hasta el Soto. Ella en ese tiempo vivía en París. Tenía ya algún Soto. Pero este iba a ser diferente. Un amasijo de hierros que no entendía. Soto es uno de los maestros del arte cinético. Esta obra, Vibraciones, eran hierros que daban vueltas entre sí. Recuerda que había algo que le atraía sin saber qué. Milagros Maldonado le dice que la mire bien. “Y yo que no sé. Había algo que me decía pero yo no entendía. La compré por intuición. Y desde ahí comienzo mi búsqueda de lo abstracto. Soto marca un antes y un después. Esa obra cambió mi manera de percibir el arte”.
Lo último que ha comprado son dos obras de Villamizar. El artista abstracto de Colombia. Las compró el año pasado. Por 70.000 dólares. “Tenía poco Villamizar”, aclara.
¿Y qué debe comprar alguien que no posee tanto dinero o que tiene pocos medios y le gusta el arte? Ella Fontanals-Cisneros recomienda comenzar con dibujos. Comprar obras de artistas de la casa. Amigos, conocidos. Que son emergentes. Es la apuesta por el futuro. Y es la recompensa del futuro. Lo sabe Ella. Que descubrió a Carmen Herrera, entre muchos otros emergentes. A Carmen Herrera “le hice la primera exhibición en Miami. Doné obras de ella. Tiene 104 años y sigue pintando. Cuando compré Carmen Herrera nadie la conocía. Compré a 10.000 dólares y hoy vale tres millones. Esto se va ganando con el tiempo. La experiencia”.
Pero no todo es ganar. Todavía siente el puntillazo cuando repara en que perdió la oportunidad de hacerse un retrato con Andy Warhol. Vivía en Nueva York. Andaba con Andy Warhol y sus amigos. Lo conocía. El asistente de Warhol le decía que se hiciera el retrato. “Pero no me agradaba ese juego con la fotografía. Prefería comprarle otra cosa”. Y no se hizo el retrato. “Cuánto lo he lamentado”. Otras amigas se lo hicieron. Como Carolina Herrera.
-No todas son ganancias. He dejado de comprar muchas cosas.