María Rodríguez (ALN).- El sociólogo colombiano Hernando Uribe Castro afirma al diario ALnavío que “ni el Gobierno venezolano ni el Gobierno colombiano tienen las cifras exactas de esta increíble ola migratoria”. Pero no sólo hacia Colombia sino hacia otros destinos en América Latina. La entrevista con Uribe forma parte de una serie con expertos en Sociología que analizan el impacto del éxodo venezolano.
El drama del éxodo venezolano es tal que Colombia, además de poner en marcha controles migratorios más estrictos, está dispuesta a recibir apoyo internacional para paliar la situación. El presidente, Juan Manuel Santos, agradeció este martes a la comunidad internacional “las ofertas de ayudas económicas y de otra índole” en un encuentro con embajadores. Afirmó que el Gobierno está “en plena disposición de recibirlas” y añadió: “Las necesitamos, pues desafortunadamente este problema se agrava día a día”, tal como recoge el diario colombiano El Heraldo.
Según un informe de diciembre de Migración Colombia, en el país hay 550.000 venezolanos y el flujo migratorio de personas de Venezuela se incrementó en un 110% en 2017 (Leer más: Las 6 caras del drama venezolano en la frontera más caliente de América).
Brasil, por su parte, “duplicará los pelotones” en los pasos fronterizos con el país gobernado por Nicolás Maduro para regular el tráfico de migrantes. Como Colombia – que reforzó la frontera con 3.000 militares y policía- el principal objetivo del Ejecutivo de Michel Temer es ordenar y controlar el incesante flujo migratorio.
Las autoridades de la localidad brasileña de Boa Vista, con una población cercana a los 320.000 habitantes, calculan que en los últimos meses han recibido a unos 40.000 venezolanos que buscan refugio en Brasil y que actualmente viven hacinados en pequeños albergues o en las calles de esta ciudad, según publica el diario venezolano El Nacional.
Este clima agitado invita a reflexionar sobre el éxodo venezolano y sus implicaciones. ALnavío inició una serie de entrevistas con expertos en Sociología que analizan el grave problema humanitario, el impacto psicológico de la huida en los migrantes venezolanos y los retos a los que se enfrentan. Tras las entrevistas a los sociólogos Pablo Carballo y Carlos Eduardo Gálvez es el turno de Hernando Uribe Castro, magister en Sociología, doctor en Ciencias Ambientales y profesor del departamento de Humanidades y Ciencias Sociales de la Universidad Autónoma de Occidente (Colombia).
– ¿Cómo ve la situación actual de los migrantes venezolanos que cruzan la frontera a Colombia?
– Considero que el proceso de desplazamiento de la población venezolana hacia territorio colombiano es un hecho que se suma, como un ejemplo más, a los tantos existentes en el mundo y que evidencia las condiciones de vida social, los conflictos y los impactos de un sistema agreste en todo el mundo. Son los efectos de un sistema global con particularidades nacionales.
“El llamado desde el gobierno de Santos es a la tolerancia y la hospitalidad”
En el caso venezolano se refiere, posiblemente, a grupos de población que perciben que sus condiciones de vida, personal y familiar, sus proyectos, motivaciones y sueños, no se pueden cumplir debido a las políticas tomadas por el gobierno de turno.
En diciembre pasado, vi en el sistema de transporte público en Cali, por ejemplo, a jóvenes venezolanos que se identifican como tales, que hablan como tales, y que cambiaban billetes y monedas venezolanas a cualquier precio por dinero colombiano para poder resolver lo diario para vivir. Recibían lo que la gente les quisiera dar.
La frontera entre Colombia y Venezuela está localizada al nororiente de Colombia, y la ciudad de Cali, lugar en donde vivo, se encuentra al suroccidente colombiano. La distancia entre la frontera y mi ciudad es enorme. En uno de los salones de belleza en donde me arreglo el cabello, recientemente he visto que han contratado jóvenes peluqueros llegados de Venezuela. He conversado con ellos y el discurso es el mismo: no perciben que sus proyectos de vida puedan llevarse a cabo en las condiciones en que se encuentra el país.
– ¿Cómo evalúa las últimas medidas del gobierno de Santos para el ingreso de venezolanos?
– La situación es compleja para el gobierno del presidente Santos y, sobre todo, para las autoridades municipales, especialmente de aquellas ciudades en donde se ha dado un número significativo de migrantes venezolanos. La avalancha de población, los desórdenes presentados en algunas ciudades, la percepción que tienen algunos colombianos con respecto a cómo la seguridad de sus ciudades se ha visto desfavorecida, así como la presión de los medios privados por construir una imagen negativa de todo lo que suene a Venezuela, sirvieron al modo de un cóctel para que el Gobierno colombiano anunciase un “mayor control y seguridad en la frontera”.
Es muy interesante que el llamado que hace el presidente Santos, Premio Nobel de la Paz en 2016, a los colombianos sea el de la tolerancia y la generosidad para con los venezolanos. Santos ha tratado el tema no sólo con su gabinete sino también con representantes de las Naciones Unidas y de la fuerza pública. Las palabras precisas del Nobel de la Paz fueron: “Yo les pediría a todos los colombianos que evitemos, en la medida de lo posible, la xenofobia. Que evitemos esas actitudes hostiles en contra de los venezolanos”.
Santos trata de actuar en coherencia con su título de Nobel de la Paz y como mandatario que ha sido reconocido globalmente como aquel que logró darle fin a uno de los conflictos más antiguos del mundo [el de las FARC].
No obstante, esto no significa que deje las puertas abiertas, sino que aumenta el pie de fuerza para el control y la atención de los venezolanos migrantes. La ola migratoria de venezolanos parece incrementar cada día que pasa.
No se puede olvidar que, en su momento, Venezuela fue receptora de una oleada importante de colombianos en varios momentos de la historia. Colombianos que salieron hacia el vecino país por el conflicto armado, por el boom petrolero…
– ¿Cree que más controles en la frontera duplican la presión de los venezolanos que aún permanecen en el país?
– Mayores controles en la frontera podrían significar mayor ingenio de los migrantes venezolanos para evitarlos. Son 2.219 kilómetros de frontera entre estos dos países. Pienso que ni el Gobierno venezolano ni el Gobierno colombiano tienen las cifras exactas de esta increíble ola migratoria. Pero no sólo hacia Colombia sino hacia otros destinos en América Latina.
– ¿Cómo está aceptando Colombia el éxodo venezolano?
– El llamado desde el gobierno de Santos es a la tolerancia y la hospitalidad. El colombiano común, por lo menos en las ciudades más distantes a la frontera, apenas empieza a percibir la llegada de migrantes venezolanos. En Cúcuta la situación es más compleja, pero en las otras ciudades todavía el fenómeno se percibe como alejado.
“Más controles en la frontera podrían significar mayor ingenio de los migrantes venezolanos para evitarlos”
No obstante, en algunas ciudades de la costa atlántica como Barranquilla, se han dado denuncias por actos de inseguridad producidos por algunos venezolanos. También denuncias de los mismos venezolanos con sus propios compatriotas.
En ciudades como Bogotá, algunos venezolanos se han organizado en movimientos, por ejemplo, el Movimiento Compromiso Venezuela, desde el que buscan recoger propuestas muy puntuales para resolver lo que ellos denominan “la crisis humanitaria venezolana” a través de la página web www.granacuerdovenezuela.com
– ¿Cómo impacta en la persona ser emigrante?
– El fenómeno de la migración y el de los desplazamientos ponen en evidencia la dinámica de un sistema marcado por unos agentes en el ejercicio del poder global que jerarquizan, excluyen, explotan, estigmatizan y discriminan y extraen. En Colombia, se tienen aportes y estudios sobre los fenómenos migratorios y los desplazamientos forzados (por guerra, por megaproyectos, por la falacia del desarrollo, por decisiones y luchas políticas).
Hoy en día, el arraigo, el apego y el sentimiento de pertenencia son muy vulnerables por la amenaza que provoca un sistema político y económico cuyos agentes trastocan todo ello. No es fácil desprenderse del territorio, sobre todo cuando ese lugar se creía bien cimentado y enraizado.
El fenómeno nos invita a reflexionar sobre el papel del Estado y, más aún, sobre el papel de los agentes del Estado. A medida que avanza esta sociedad “moderna”, el fenómeno parece ampliarse, profundizarse y complejizarse. Los Estados y sus agentes políticos parecen quedar rezagados para atenderlo, ya sea por desinterés, omisión o incapacidad.