Pedro Benítez (ALN).- Hace no mucho que la nueva derecha liberal que prospera electoralmente desde las redes sociales hizo del presidente de El Salvador uno de sus héroes. Su controversial política en contra de las bandas criminales no solo le ha otorgado un arrollador éxito electoral dentro de su país, además, lo ha puesto en el tapete de la política internacional.
En una situación que no ha rehuido; al contrario, es evidente que disfruta de su notoriedad y la ha alimentado, haciendo eficaz uso de los medios digitales, peleándose con todos aquellos de sus colegas latinoamericanos que lo critican y a los que, a su vez, identifica con lo que en algún momento se denominó como el socialismo del siglo XXI, o también la izquierda progresista.
Maestro en el arte de la comunicación política, el mandatario “más cool del mundo”, sabe que siempre se necesita un adversario. Con la clase dirigente que lo antecedió en el gobierno (“la vieja política”) casi totalmente borrada del mapa, pasó a la etapa de ser una figura de talla mundial.
El éxito electoral de su política de mano dura contra los delincuentes, presuntos o reales, ha hecho de él el modelo que muchos quieren imitar. Así, por ejemplo, la ministra de Seguridad de Argentina, Patricia Bullrich, efectuó hace pocas semanas una muy publicitada visita al más importante centro de confinamiento de El Salvador, ratificando expresamente su propósito de replicar el modelo Bukele para su país. Una movida para nada ingenua, Bullrich es uno de los miembros más populares del gobierno de Javier Milei.
Para el elector latinoamericano promedio Bukele es sencillamente un presidente eficaz que ha resuelto uno de los problemas que más agobia a los habitantes de esta parte del mundo.
Poco han importado sus desaires a las institucionales, como el ingresó de efectivos del Ejército en febrero de 2020 a la sede del parlamento salvadoreño para presionar a los legisladores que le ponían reparos a la aprobación de un préstamo para su plan de seguridad; o sus frecuentes ataques a la prensa crítica; a los miembros del Tribunal Electoral y su negativa a rendir cuentas ante la Corte de Cuentas, aunque a eso lo obliga la Constitución. Lo que ha llamado la atención de todos aquellos que lo quieren imitar es su éxito político. Bukele (re) descubrió un tema electoralmente competitivo que hace mella en la agenda tradicional de la izquierda y sirve de complemento para todos aquellos que la adversan. Orden en las calles con libertad económica y un discurso social en lo conservador. Nada nuevo bajo el sol, es lo que ensayó Jair Bolsonaro en Brasil y si nos vamos atrás tendremos muchos ejemplos de estudio.
Por eso, para muchos, ha resultado una desagradable sorpresa la reciente “advertencia” que Bukele les ha hecho a los empresarios de su país
“Voy a hacer un llamado a los importadores, comercializadores, mayoristas de alimentos a que paren de abusar del pueblo salvadoreño o no se quejen después (…) mañana los alimentos estén más bajos de los que están ahora (…) espero precios más bajos o van a tener problemas”.
“Todos están fichados y ustedes lo saben. Ustedes saben los delitos que han cometido, no será una multa por el incremento de los alimentos que vamos a poner. No se quejen después, espero que mañana los alimentos estén a precios más bajos de lo que están ahora (…) No es broma, como se lo dijimos a las pandillas en 2019 y se dieron cuenta que no era broma. Importadores, comercializadores y distribuidores y mayoristas de alimentos paren de abusar, hay incrementos que son justificados pero que por un rumor suban los precios al doble es un abuso”.
Sin embargo, no es la primera vez que Bukele amenaza al sector privado de la economía. En 2022 ordenó la confiscación de las busetas y buses de las dos rutas que prestan servicio al suroccidente de San Salvador y las puso en manos de los militares. Pero hubo un detalle que se le pasó por alto: no había suficientes soldados para manejar los vehículos, quienes, además, tampoco conocían las rutas, lo que provocó un caos vial.
La suspensión del impuesto a los combustibles y el congelamiento de los pasajes, fueron algunas de las medidas que había tomado a fin de mejorar la economía cotidiana de los salvadoreños. Pero eso no fue suficiente. Imprescindible le era acompañarlas con la inevitable puesta en escena. Por su cuenta X amenazó a los transportistas si se atrevían a incrementar el precio de los pasajes. “No jueguen con fuego”, fue la advertencia.
A continuación, la Policía Nacional detuvo a Catalino Miranda, uno de los dirigentes del gremio del transporte salvadoreño que ese mismo día había estado en una reunión en el despacho presidencial. Desde hace rato Bukele viene actuando con el mismo tipo de arbitrariedad de su vecino Daniel Ortega, quien primero cortejó a los empresarios privados nicaragüenses ofreciendo orden y estabilidad, para terminar haciendo de ellos las nuevas víctimas de su persecución política.
Resulta ser que nuestro personaje de hoy es un oportunista. No es la versión centroamericana de Margaret Thatcher; un apóstol del libre mercado, discípulo de Mises o de Hayek. Su Biblia son las encuestas de opinión pública. Como un surfista se montó en la ola del conservadurismo social liberal que recorre el mundo. Si se indaga en las redes sociales se podrá encontrar aquellos días no tan lejanos en los que representaba la izquierda woke del FMLN (la antigua guerrilla izquierdista, transformada en partido político por los acuerdos de paz de 1992).
Buscó que lo expulsaran de esa organización cuando algún asesor lo convenció de que los electores querían castigar al bipartidismo con algo nuevo. Así fue como ganó la presidencia de su país siendo el cambio.
Desde entonces no ha dejado de sorprender. Como en esta oportunidad, cuando en respuesta a la críticas de los partidarios de la libertad económica ha publicado un post en su cuenta X que cierra con un provocativo:
“Lo siento muchachos, sé que aquí voy lleno de Hugo Chávez”
We are doubling the number of Farmers’ Markets, and the producers and importers tell me they can lower prices even more due to the increase in sales and the fact that they can now also buy their supplies wholesale. Additionally, producers in other countries are contacting them…
— Nayib Bukele (@nayibbukele) July 11, 2024
No es cuestión de ideología ni nada personal. Es una cuestión de poder.