Pedro Benítez (ALN).- Desde el día de hoy América Latina tiene una nueva mandataria; se trata de Claudia Rodríguez de Guevara, la primera mujer en ocupar la Presidencia de El Salvador hasta el fin del actual mandato el 31 de mayo de 2024.
Hasta hace unas horas era la secretaria privada de la Presidencia de ese país y estaba al frente de la Dirección Nacional de Obras Municipales. Parte del círculo de más confianza de Nayib Bukele, lo ha acompañado a lo largo de su meteórica carrera política. Fue directora financiera de Obermet, una empresa de publicidad de la familia Bukele, y luego pasó a ser la administradora de Nuevo Cuscatlán y tesorera municipal de San Salvador, las dos alcaldías desde las cuales el controversial político se transformó en una figura nacional.
La noche este jueves 30 de noviembre, con 67 votos a favor y 11 en contra la Asamblea Legislativa salvadoreña aprobó concederles una licencia de seis meses tanto a Bukele, como a su vicepresidente Félix Ulloa, a fin de que se dediquen a la campaña electoral que cerrará el próximo 4 de febrero día de la elección presidencial. De acuerdo a la carta magna salvadoreña el nuevo periodo constitucional de cinco años debe iniciarse el 1 de junio.
La reelección de Bukele
Con el 71% de aprobación, en el peor de los casos (hay encuestas que la dan más), nadie dentro o fuera de El Salvador tiene duda de que la reelección de Bukele está más que asegurada y todo esto es sencillamente una cuestión de procedimiento. Sus únicos competidores son Joel Sánchez con el 4,3% de las preferencias, candidato de la Alianza Republicana Nacionalista (Arena) de derecha y Manuel Flores con un 2,8%, aspirante del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (Fmnl), en la izquierda. El antiguo partido de Bukele.
La política en seguridad ciudadana, el aspecto más criticado en el exterior de su gestión, cuenta con el 97,7% de aprobación entre los salvadoreños.
Aunque la Constitución del país centroamericano prohíbe expresamente la reelección presidencial, la Corte Suprema de Justicia determinó en 2021 que Bukele sí podía volver a postularse por segunda ocasión dejando la decisión en manos del pueblo. El pasado 27 de octubre formalizó su inscripción en el Tribunal Supremo Electoral, que a inicios de noviembre la avaló al considerar que cumplía con “los requisitos legales”.
Desde que en las elecciones legislativas y municipales del 2021 su partido Nuevas Ideas alcanzará la mayoría calificada en la Asamblea Legislativa, y sus candidatos vencieron en más de la mitad de los 262 municipios en disputa, incluyendo la capital, San Salvador, Bukele copó toda la institucionalidad de ese país.
Dos meses después de aquella elección la Asamblea destituyó en menos de una hora, y sin respetar los lapsos constitucionales, tanto al fiscal general, Raúl Melara (al que le quedaba un año en sus funciones), como a todos los miembros de la Sala Constitucional. La primera decisión de los nuevos miembros de ese organismo fue la de aprobar la reelección presidencial inmediata.
La situación en El Salvador
Tanto Arena como el Fmln, los partidos que firmaron los acuerdos de paz que pusieron fin a la sangrienta guerra civil en 1992 y que durante 25 años se alternaron en el poder, si bien no han sido totalmente destruidos, sí han sido reducidos a casi su mínima expresión. En la práctica el único freno al poder de Bukele viene del exterior; el gobierno de Estados Unidos.
Ante los reparos y advertencias que mandaban desde Washington, y como la constitución de El Salvador no contempla ningún período de licencia, ni otro procedimiento ante la eventualidad de que un presidente en ejercicio se postule como candidato a la reelección en el período inmediato a su mandato, algún asesor de Bukele le sugirió que se sacara lo de la licencia hasta el fin del periodo presidencial como quien tiene una carta bajo la manga.
Aunque nada de eso ha acallado la lluvia de críticas y cuestionamientos formulados por abogados, académicos, partidos opositores y organizaciones de la sociedad civil a las resoluciones de la Corte Suprema y la reciente confirmación del Tribunal Supremo Electoral, poco pueden hacer ante la aplastante popularidad del mandatario que, por cierto, ya trasciende las fronteras de su país.
Todo indica que con comodidad Bukele llegará a la década ocupando el Palacio Presidencial, algo que hasta hace pocos años parecía imposible. Sin embargo, sus piruetas y estratagemas reeleccionistas son tan viejas que parecen nuevas. Se enmarcan perfectamente en esa inveterada tradición latinoamericana de los presidentes que tuercen las constituciones para seguir mandando un rato más, de pueblos que se enamoran de sus líderes, mas no de sus leyes, y siempre han terminado mal. Ya veremos si en esta oportunidad la historia se equivoca.