Rafael Alba (ALN).- El éxito internacional de Élite y La Casa de Papel impulsa las canciones incluidas en sus bandas sonoras. Cantantes y compositores como Rosalía, C. Tangana, La Casa Azul, La Bienquerida y Cecilia Krull se han beneficiado del fenómeno.
¿Se han enterado ya? Probablemente sí, porque los medios de comunicación han difundido la buena nueva a diestra y siniestra. Y es tan inesperada como sorprendente, por cierto. Con una virtud adicional: el engrandecimiento del orgullo patrio, porque de la noticia emana, además, ese aroma a victoria compartida que sólo tienen las grandes gestas deportivas que los equipos o los representantes de un país consiguen en los torneos internacionales de renombre. El tipo de triunfo por el que nos congratulamos todos. Pero, hagamos memoria si les parece. Por lo que cuentan las crónicas, hay en este momento un par de series de televisión españolas de producción reciente que se han convertido en grandes éxitos globales. Y hasta han sido capaces de competir con los títulos estadounidenses de primera división, y obtener una victoria en el mismo centro del territorio enemigo. Por lo menos una de ellas, La casa de papel, que ha ganado un Emmy Internacional como mejor producción dramática del año. Al parecer, un galardón que supone una justa recompensa, tras el gran éxito de audiencia registrado.
Hay en este momento un par de series de televisión españolas de producción reciente que se han convertido en grandes éxitos globales. Y hasta han sido capaces de competir con los títulos estadounidenses de primera división
Y quizá pronto este premio deje de ser un caso aislado. Hay otras ficciones españolas que aspiran a todo. Como por ejemplo Élite, la segunda serie de este pack ganador. Por lo que hemos visto, se trata de una especie de culebrón de corte clásico, pero realizado con la vista puesta en el consumidor millennial. Tiene, en opinión de los expertos, la mezcla justa de romance y suspense y también triunfa ya allende los mares. Un milagro, o no tanto, que ha sido posible gracias a esa máquina de producir audiencias millonarias en la que se ha convertido Netflix, la plataforma global de streaming on line, que ha cambiado los hábitos de consumo de las ficciones televisivas en todo el mundo conocido. Porque es verdad y hay que admitirlo cuanto antes para no llamarse a engaño. Ha sido la compañía estadounidense la que ha marcado las diferencias. Las productoras originales, Atresmedia y Zeta Audiovisuales, respectivamente, no tenían potencia de fuego suficiente para lograrlo solas. Y, sin menospreciar ni restar méritos a los creadores de estos caballos ganadores, no son los primeros profesionales hispanos del sector que demuestran solvencia y poderío.
En el fondo, según la opinión de algunos expertos consultados por este columnista, ninguna de estas dos producciones se diferencia demasiado de otras tantas realizadas en España años antes, que no llegaron a superar los límites impuestos por los territorios comprendidos en su mercado natural. De hecho, Élite, por ejemplo, no se diferencia demasiado de viejos grandes éxitos televisivos como Al salir de clase o El Internado, que sedujeron a un amplio público juvenil de generaciones anteriores. Pero a estas incubadoras de actores estrella les faltó el apoyo de una gran distribuidora global. Y tras ellas hubo otras que lograron estrenarse en el exterior, como El tiempo entre costuras o Gran Hotel, entre otras. E incluso, formatos que fueron adquiridos por cadenas generalistas estadounidenses, del estilo de Los misterios de Laura o Pulseras Rojas. Y también se han producido historias menos edificantes como el sospechoso parecido entre El Ministerio del Tiempo y Timeless, una serie estadounidense que compartía muchos aspectos con la ficción española. Tantos que el asunto se resolvió gracias a un acuerdo extrajudicial pactado por Javier Olivares, responsable de la serie hispana, con la NBC y Sony.
Alex Pina y su contrato con Netflix
Pero Netflix, aparentemente encantada con los buenos resultados obtenidos por sus producciones españolas, incluida también Las Chicas del Cable de Bambú Producciones, que tampoco ha funcionado mal, por lo visto, no va a tener este tipo de problemas. De momento, según las informaciones publicadas al respecto por Daniel Jabonero en el portal especializado Bluper, ha optado por ofrecer un acuerdo de exclusividad a Alex Pina, el creador de La casa de papel, que alcanza así una categoría similar a la que tienen algunos de sus colegas estadounidenses, que se han ganado a pulso el estatus de estrellas, como Shonda Rhimes, la inventora de Anatomía de Grey; Ryan Murphy, la mente que ideó American Horror Story, o Jenji Kohan, la responsable de Orange is the New Black. Y, según los insistentes rumores que se escuchan estos días en los mentideros relacionados con el sector, puede que este no sea el último fichaje que haga la plataforma. Posibilidad de la que, por supuesto, nos congratulamos por anticipado desde aquí.
Netflix es la plataforma global de streaming on line que ha cambiado los hábitos de consumo de las ficciones televisivas en todo el mundo conocido. Porque es verdad y hay que admitirlo cuanto antes para no llamarse a engaño
Y puestos a agradecer a Netflix y a su director ejecutivo Reed Hasting, el impulso internacional que han proporcionado a los productos culturales hispanos, no podemos restringir su influjo benefactor únicamente a los sectores empresariales y creativos relacionados las producciones televisivas. También la industria musical española ha sacado partido de esta ola inesperada. Primero fueron Atresmúsica, la editora musical de Atresmedia, y la discográfica indie Mushroom Pillow las que rentabilizaron el éxito internacional de La casa de papel. Ambas son las compañías que están detrás del tema Mi life is going on, que se escucha justo al principio de cada episodio de la serie. Un tema compuesto e interpretado por la cantante española Cecilia Krull, que produjo Manel Santiesteban. Una pareja de profesionales que ya habían acreditado su solvencia en otras series como Vis a Vis, por ejemplo. Aunque conviene añadir otro nombre a esta nómina de triunfadores, porque ha sido la remezcla del tema realizada por el disc-jockey catalán Gavin Moss, la que se ha convertido en disco de oro en Francia. Un éxito que no conseguía desde hace mucho ningún artista español.
Claro que ese triunfo quizá no sea más que el aperitivo de lo que puede venir. Sobre todo porque Élite, el otro bombazo español de Netflix del que les hemos hablado en este artículo, por su relación más directa con el mundo millennial, es un vehículo todavía más propicio para contribuir a la promoción internacional de los músicos españoles. Y aquí, de nuevo, Mushroom Pillow se ha visto ya beneficiada. El tema París, del trío de música urbana Zazo & Gxurmet, que pertenece a esta escudería, ha escalado a la primera posición de las listas de éxitos de países como Grecia, Canadá, Colombia o México gracias a su inclusión en la banda sonora de la serie. Y en el sector están convencidos de que buena parte del impacto internacional y los Grammy latinos conseguidos por Rosalía y su Malamente, también tienen relación con esta ficción televisiva, en la que además también suenan temas de C. Tangana, uno de ellos –Antes de Morirme– interpretado a dúo con la nueva reina midas del pop español. No son los únicos, en Élite se escuchan temas de La Casa Azul, La Bien Querida, Christina Rosenvinge, Dorian, Bad Gyal o Danna Paola, que, además, tiene un papel en la serie. Todo ello para el gozo y regocijo de sus autores e intérpretes y de los ejecutivos españoles de las tres majors –Universal, Warner y Sony-, o de empresas de tamaño más reducido como Agorazaein o Elefant.
Las series y las bandas sonoras
Lo cierto es que, con independencia de que Élite guste más o menos, no hay más remedio que congratularse del cuidado con el que sus responsables están seleccionando la banda sonora que incluye canciones contemporáneas, hits de todos los tiempos y proporciona credibilidad a una ficción que, tal vez, en otros aspectos relacionados con la interpretación o los guiones, pueda llegar a flojear, según algunos críticos sesudos. La música ya ha sido un elemento esencial en otras producciones españolas de éxito del estilo de Cuéntame, esa serie inacabable que puso en valor desde su mismo título la histórica canción de Herrero y Armenteros que convirtió en éxito Fórmula V y que en la época de su lanzamiento, hace más de una década, cuando aún se vendían discos, permitió a RTVE explotar esa fuente de ingresos con la edición de unas cuantas antologías de éxitos de los distintos años en los que transcurría la serie, que se servían en CD, no demasiado respetuosos con la información que se suministraba sobre los autores e intérpretes de aquellas canciones.
El triunfo de La casa de papel quizá no sea más que el aperitivo de lo que puede venir. Sobre todo porque Élite, el otro bombazo español de Netflix, es un vehículo todavía más propicio para contribuir a la promoción internacional de los músicos españoles
También se hizo algún esfuerzo por dar credibilidad a la ambientación de series como Velvet, una ficción en la que se pretendía recrear una época, quizá siguiendo la estela del éxito de Mad Men, cuya inclusión en las tramas y en la banda sonora de los hitos del pop anglosajón de la década de los 60 del pasado siglo fue verdaderamente ejemplar. Cierto que los promotores de la serie española lo intentaron, pero no estuvieron a la altura. Es verdad que incluyeron temas de éxito del Dúo Dinámico o los Sirex, entre otros aciertos, pero intentaron darle al conjunto un falso aire glamoroso y americanizante que les hizo prescindir de muchos de los grandes temas de una época, donde las bandas ye-yés, como Los Bravos o Los Brincos, rivalizaban por el favor del público con artistas del estilo de Manolo Escobar, Peret o Marisol. A tanto llegaban estos olvidos quizá fruto de una elección consciente que nunca llegó a dar la impresión de que aquellos grandes almacenes y la vida que recreaban tuvieran relación alguna con la España de una época, políticamente oscura, pero artísticamente muy brillante, a pesar de los pesares.
Claro que esos intentos de aplicar un determinado maquillaje sonoro a las ficciones que recrean historias acontecidas en los años más duros del franquismo parece mantenerse en los últimos estrenos de series televisivas. Incluso en algunas como Arde Madrid, la producción de Paco León para Movistar, que busca aparentemente la máxima veracidad y hasta opta por el blanco y negro, como recurso para acrecentar el realismo. En un reciente artículo publicado por el diario El País, el crítico musical Diego A. Manrique señalaba una buena cantidad de anacronismos e inexactitudes en la selección de los temas de la banda sonora y aseguraba, además, que, “en su afán por facturar una serie moderna, los autores de esta ficción habían cometido errores propios de paletos”. Entre ellos situar en 1961, momento en el que transcurre la acción, algunas canciones que no se grabaron hasta casi una década después. Nada que ver, por lo visto, con la exquisita selección musical realizada por los responsables de Mad Men, de la que les hablábamos antes. Aunque aquí, por lo menos, no han optado por esconder en el baúl de los recuerdos todo lo que sonara a copla o flamenco. Más bien su defecto estaría en todo lo contrario.