Nelson Rivera (ALN).- Las proyecciones de hace una década, que establecían que en 2050 alrededor de 230 millones de personas serían migrantes, han sido ya ampliamente superadas. Al cierre del 2019, el número era de 272 millones, equivalentes al 3,5% de la población del mundo.
Leo en el voluminoso y cuidado Informe sobre las migraciones en el mundo 2020, producido por la Organización Internacional de las Migraciones (OIM), de la ONU, en qué cuantía el crecimiento del fenómeno migratorio se ha disparado en los últimos años. Las proyecciones de hace una década, que establecían que en 2050 alrededor de 230 millones de personas serían migrantes, han sido ya ampliamente superadas. Al cierre del 2019, el número era de 272 millones, equivalentes al 3,5% de la población del mundo. Cierto: es una cifra muy grande. Pero el dato resulta menos alarmante cuando se piensa que el otro 96,5% de la población del mundo todavía vive en sus países.
Uso la palabra ‘todavía’ porque las expectativas han cambiado: la disminución de los flujos migratorios que ha supuesto la pandemia es coyuntural. Apenas sea posible, continuará y crecerá. Porque el auge de las migraciones ya no es producto exclusivo de causas catastróficas como guerras, hambrunas o desastres naturales. Las razones por las que una persona o una familia se marchan de un país a otro se han multiplicado. La violencia derivada del narcotráfico, la delincuencia organizada, la voracidad económica, el sicariato político, la violación de los derechos humanos, han incrementado las estadísticas de los perseguidos. De varios países africanos las familias huyen para evitar que sus hijas sean violadas. De Colombia, dirigentes campesinos escapan para salvar la vida de los que aspiran a apropiarse de las tierras de los más pobres. De China se fugan los científicos sometidos al silencio y la represión.
Dicen las cifras que dos tercios de los migrantes lo hacen por razones laborales. Se cambia de país para estudiar, en búsqueda de experiencias laborales más retadoras, para emprender nuevos proyectos o para cambiar de vida y crearse nuevas oportunidades. Esto quiere decir que hay corrientes migratorias que están asociadas a la transformación que está experimentando el mundo. Entre las nuevas generaciones, que han crecido en la cultura de internet, el mundo luce más próximo y accesible. Hay una extendida disposición a cambiar de lugar y construir una vida, incluso en el espacio de una lengua distinta a la propia.
Datos y tendencias significativas
Basta un dato para mostrar que el carácter de las migraciones está cambiando. En 1990, la distribución por género era así: 58% de los migrantes eran hombres y 42% mujeres. Tres décadas después, las cifras han tendido a igualarse: las mujeres han aumentado a 48% y los hombres han descendido a 52%. Del total antes mencionado, 272 millones, 74%, están en edad de trabajar: tienen entre 20 y 64 años.
Los tres países con el mayor número de emigrantes son la India (17,5 millones), México (11,8 millones) y China (10,7 millones). Les siguen la Federación de Rusia, Siria, Bangladesh, Pakistán, Ucrania, Filipinas, Afganistán, Indonesia, Reino Unido, Alemania, Kazajstán, Territorios palestinos, Myanmar, Rumanía, Egipto y Turquía.
El ranking de los países-destino, aquellos a los que se dirigen los migrantes, está encabezado por Estados Unidos, con enorme ventaja: 50,7 millones de migrantes (equivalen a casi 16% de su población). Otros países que reciben un alto número de migrantes son Alemania, Arabia Saudita, Federación de Rusia, Francia, Canadá, Australia, Italia, España, Turquía, India, Ucrania, Sudáfrica, Kazasjtán, Tailandia, Malasia, Jordania y Pakistán.
Directamente asociado a esta cuestión, está el flujo de las remesas que, en algunos casos, alcanza cifras anuales extraordinarias. La India recibió 78.600 millones de dólares en 2019. China sólo desde Estados Unidos, 67.400 millones de dólares. México, 35.700 millones en el mismo período.
En América Latina, es especialmente llamativo el caso de los tres países del llamado Triángulo Norte de Centroamérica, Honduras, El Salvador y Guatemala, en los que las remesas son un factor determinante e irrenunciable en sus economías: representan nada menos que alrededor de 20%, 17% y 10%, respectivamente, del Producto Interno Bruto. Hay que decir, que hay barriadas completas en ciudades de esos países, en los que el ingreso predominante proviene de los envíos de dinero y mercancías como alimentos y medicinas, de emigrados que viven en Estados Unidos, principalmente.
Refugiados y desplazados
Inevitablemente, el Informe sobre las migraciones en el mundo 2020 dedica páginas muy reveladoras a otros dos procesos en expansión: los de refugiados y desplazados. Al cierre de 2018 había, oficiosamente registrados, 25,9 millones de refugiados. Además, otros 3,5 millones de personas, esperaban el otorgamiento de asilo. Después de Estados Unidos, que encabezó ese año la lista de peticiones (254.300), le seguía Perú, con 192.500, de las cuales, 190.500 correspondían a venezolanos; a continuación, Alemania, que recibió 161.900 (lo cual representa un extraordinario descenso con respecto al 2016, cuando procesó 722.400 solicitudes). Los primeros cinco países que más refugiados reciben son, en este orden, Turquía, Pakistán, Uganda, Sudán y Alemania. Los cinco países donde hay más refugiados reasentados -es decir, ya establecidos-, a finales del 2018, son Canadá, Estados Unidos, Australia, Reino Unido y Suecia.
Conviene detenerse en la cuestión de los refugiados bajo “el mandato” de Acnur. Al cierre de 2018, sumaban 20,4 millones (cifra que ratifica la importancia y el gran trabajo que realiza esta entidad). De ellos, 82%, nada menos que 16,6 millones de personas, provenían sólo de 10 países: República Árabe Siria, Afganistán, Sudán del Sur, Myanmar, Somalia, Sudán, República Democrática del Congo, República Centroafricana, Eritrea y Burundi.
El otro auge que se ha venido produciendo en los últimos años es el desplazamiento de poblaciones, producto de las diversas formas de violencia. Al cierre de 2018 la cifra alcanzó la cota más alta desde 1998: 41,3 millones, de los cuales, 6,1 millones eran personas de Siria, 5,8 de Colombia, y 3,1 de la República Democrática del Congo.
Esta primera visión, que da cuenta del inmenso movimiento de personas, forzado o por voluntad propia, que está ocurriendo en el mundo, nos sugiere que los pronósticos que han hecho algunos estudiosos, de que los migrantes son la nueva realidad política más importante de nuestro tiempo, porque anuncian nuevas formas de ciudadanía, resulta cada vez más palpable y factible. Podríamos estar en camino de una mundialización, si no de la política, al menos de las leyes relativas a todas las formas de migración.