Daniel Gómez (ALN).- La venezolana Mercedes Malavé, coordinadora del Movimiento Unión y Progreso, cree que con Nicolás Maduro en el poder Venezuela no tiene futuro. ¿Pero cómo conseguir que abandone el Palacio de Miraflores? Si bien esta experta rechaza invasiones militares y estrategias de asfixia económica, hay un apartado en el que considera que “todas las opciones están sobre la mesa”: en el del voto.
“Todas las opciones están sobre la mesa. Hay que negociar, hay que votar, hay que organizarse, hay que formar a todo el mundo, hay que dar garantías serias a todos, a funcionarios, a la Fuerza Armada, hay incluso que garantizar el reconocimiento y la memoria del líder de la revolución bolivariana. Hay que hacer todo lo posible para construir un esquema de recuperación económica y reconciliación social sin Maduro en el poder”.
Esta es una de las reflexiones que deja la venezolana Mercedes Malavé en esta entrevista con el diario ALnavío.
Malavé -doctora en Comunicación Institucional por la Universidad Católica Andrés Bello, profesora universitaria y coordinadora del Movimiento Unión y Progreso, el cual apuesta por la organización de los venezolanos para recuperar la democracia- no cree en invasiones externas, asfixia económica y otras medidas ideadas en el exterior para salir de Nicolás Maduro. Para ella todo esto sí que termina siendo un balón de oxígeno a Maduro. Por eso siempre pone el foco en los esfuerzos que tendrán que hacer los venezolanos en Venezuela.
– Usted insiste en que más allá de los apoyos internacionales, la oposición venezolana se tiene que te organizar a nivel interno.
– Nosotros estamos viviendo las consecuencias de las pésimas relaciones internacionales de Hugo Chávez y de su canciller, que fue Maduro. Esas relaciones se rompieron por sus formas prepotentes, arrogantes y nacionalistas exacerbadas. Con la llamada petrochequera se dedicaron a comprar conciencias, aliados en el Caricom, a insultar a los Estados Unidos… Por cosas así vemos cómo hoy ante la OEA [Organización de Estados Americanos], Guyana dice que Venezuela representa una amenaza para la paz y seguridad en el mundo. Por cosas así vemos como Cristalex, una empresa que expulsó Chávez de Venezuela, se va a quedar con gran parte de los activos de Citgo, que es la filial de PDVSA en Estados Unidos. Lo que quiero decir es que el problema internacional de Venezuela trasciende hechos como el reconocimiento o desconocimiento de Juan Guaidó; va a seguir porque es sobre todo desconocimiento al régimen de Maduro. Esto no se resolverá con un cambio de gobierno. Las sanciones están ahí, existen muchos procesos judiciales, lo cual requerirá tiempo. A esto hay que sumarles las violaciones a los derechos humanos, la ausencia de libertades, la violación de convenios internacionales. Ante esto, la comunidad internacional tiene por un lado la convicción de que el régimen es impresentable y constituye una amenaza, y por otro pide que la situación se resuelva de manera pacífica. ¿Entonces qué nos queda a los opositores? El apoyo de la comunidad internacional es a su vez un rechazo a las políticas de Chávez y Maduro, pero no se extiende al plano táctico y estratégico de Venezuela a nivel interno. Este plano lo tenemos que construir nosotros. Los opositores, de forma organizada.
– ¿Y cómo se construye esta táctica
– El apoyo lo tenemos. El rechazo a Maduro también. Pero eso de por sí no es una estrategia para lograr un cambio. El cambio sólo se logra mediante la organización de las fuerzas democráticas y la construcción de una alternativa seria, inclusiva, consensuada y concentrada en los problemas de la gente, y no en los odios de los políticos. Hay dirigentes políticos que creen que el capital democrático de Venezuela está fuera, en referencia al apoyo internacional. Piensan que esto es como cuando alguien deposita su dinero en el extranjero para que le rinda mejor que en Venezuela. Sin embargo, esto en política no funciona así. Venezuela es un país secuestrado por el extremismo, y la única manera de recuperarlo es luchar internamente por el voto. Tú no puedes mediante una estrategia externa de fuerza e invasión planificar el destino de Venezuela. Puede que esa opción nunca llegue y terminaríamos yendo por los derroteros de Cuba, que lleva 70 años esperando que los liberen.
– Habla de recuperar el voto. ¿Pero cuándo fue que los venezolanos lo perdieron?
– Es una historia de idas y venidas asociada a periodos decadentes. La democracia en Venezuela en la etapa de la República Civil entró en decadencia en cuanto mermaron las expectativas de vida del venezolano, la transparencia del sistema democrático y la eficacia de las instituciones. Cuando todo ese aparato entró en crisis la gente empezó a abstenerse. De hecho, Chávez llegó al poder con una gran abstención. Ni siquiera logró polarizar la elección de 1998 porque hubo poco más de un tercio de abstención, otro tercio que votó por Salas y Chávez ganó con el 33% del total de inscritos en el REP. Hubo poco menos de 40% de abstención. Entonces, la abstención es asociada a los momentos decadentes de la democracia. En los últimos años ha estado asociada a una especie de desesperanza y descrédito en el voto como herramienta para mejorar la vida de la gente. La gente ve que el voto no resuelve el problema de la educación, de los servicios básicos, de la vivienda, del vestido, de las medicinas, del salario… Además, hay una abstención militante. Hay un grupo político que llama a la abstención frente a un régimen que no ofrece garantías ni condiciones ni transparencia. Pero ellos omiten la idea de que la falta de condiciones se supera con una participación masiva de la gente.
– En 2021 habrá elecciones a gobernadores. ¿Es el momento de recuperar la estrategia del voto?
– Pienso que el gobierno quiere aumentar la asistencia, porque no pueden seguir haciendo elecciones con una participación tan pírrica. Pero ellos querrán que la oposición vaya dividida. Si va unida saben que la paliza será descomunal. El gobierno intentará aumentar la participación, pero aumentar la división. No me extrañará que haya dos tarjetas de Acción Democrática, una de Henry Ramos y otra de Bernabé Gutiérrez. Tampoco me extrañará ver a Primero Justicia con una tarjeta de Henrique Capriles y luego la de Luis Parra y todos esos diputados que se desprendieron del partido. Así consigue el gobierno esparcir el voto y conseguir que con esa cantidad de micropartidos se imponga el suyo, que también se ha reducido muchísimo, pero no se divide. La oposición debe hacer todo lo contrario a lo que quiere el gobierno. Tiene que abogar por la tarjeta única, empezar conversaciones internas en la oposición para sumar la mayor cantidad de fuerzas posibles a la tarjeta única… Es la única manera de contrarrestar al gobierno, recuperando el capital electoral necesario y poco a poco ir acumulando fuerzas.
– Hablar de unidad en este momento parece complicado. Por un lado, está el grupo de Juan Guaidó. Por otro, el de Henrique Capriles. También los opositores que acudieron a las elecciones parlamentarias de diciembre…
– La unidad tiene que caer como una especie de meteorito. Una convicción que caiga en la mente de los dirigentes opositores con mucha claridad. Lo cierto es que el gobierno no va a conceder nada que les perjudique a ellos. Estas divisiones considero que parten de los muchos diálogos abiertos que hay con el gobierno. Diálogos bilaterales, de grupitos. Esta dinámica le interesa al gobierno porque va repartiendo migajas mientras divide y dispersa el voto opositor. Tenemos que darnos cuenta de que la única táctica que tenemos para enfrentar al régimen es ir consolidando espacios de poder hasta conquistar todo el país. Esto requiere cabeza fría y entender que mientras Maduro siga en el poder, es imposible resolver ningún problema del país. Maduro ha entrado en categorías internacionales muy difíciles de cambiar, le han tildado como narcotiranía, un gobierno que viola los derechos humanos… En este punto, es imperativo, urgente, cambiar al gobierno para que Venezuela progrese. Hoy no se puede negociar otra cosa entre los factores de oposición que procurar el cambio de gobierno y luchar hasta lograrlo. Y las negociaciones sólo serán posibles cuando se demuestre que eres fuerte, y para eso tienes que ganar elecciones.
– ¿Hay espacio para que opositores y gobierno negocien por una vacuna?
– En toda guerra hay treguas. En la primera guerra mundial los enemigos celebraron la Navidad sin enfrentamientos. Hoy estamos en una pandemia, es un problema global, tal como acaba de declarar Biden en el decreto para revisar las sanciones de Estados Unidos, y en este plan Venezuela no puede estar fuera. De todas formas, yo creo que el gobierno va a resolver el tema de la vacuna. Ellos han dicho que si la oposición, la oposición de la Asamblea Nacional de Guaidó, quiere formar parte del proyecto de la vacuna tendrá que liberar fondos de los activos que controla. Guaidó dijo que no. Que el gobierno tiene que conseguir la plata y vacunar ellos… Bueno, pues por eso digo que el gobierno terminará resolviendo por su lado el tema de la vacuna, porque no le queda otro remedio. Ya vemos como Fedecámaras puso sobre la mesa que las empresas vacunen a sus propios trabajadores y la iniciativa está saliendo adelante. Esto forma parte de las treguas necesarias en cada conflicto. Al final hablamos de seres humanos, de millones de personas que están en riesgo.
– Cuando en Venezuela se habla de negociación muchos se echan las manos a la cabeza porque piensan que es perder el tiempo y entregarle un balón de oxígeno a Maduro. ¿Está de acuerdo?
– Lo que es perder tiempo es no participar en las elecciones. Es no organizar a la gente en Caracas. Es pasar más tiempo, como dice Eduardo Fernández, organizando a la gente en Madrid, en Miami y en Bogotá . Es estar armando conspiraciones para asfixiar a Venezuela económicamente. Carlos Raúl Hernández, en un artículo en El Universal, recordaba que Rómulo Betancourt y Rafael Caldera se cansaron de las discusiones de los políticos y se fueron a los distritos del país a conocer lo que quería la gente. Esta luego se expresó de mil maneras, pero, sobre todo, se expresó votando. Aquí en Venezuela hemos perdido un tiempo valioso para la organización interna. Aunque hay ejemplos muy edificantes. En algunos municipios donde ves a las fuerzas políticas unidas, trabajando, incluso llegándole a ganar en periodos donde se llama la abstención a gobernadores chavistas. Eso es ganar tiempo, eso es construir una fuerza política para seguir luchando por la democracia. Y los acuerdos parciales se tienen que conseguir para que las personas tengan bienestar: comida, un mínimo de luz, gas, servicios básicos.
– Para que triunfe una negociación, ¿es necesario que Maduro abandone el poder?
– Como ya dije, mientras Maduro siga en el poder Venezuela no tiene futuro. En esta pregunta sí que digo todas las opciones están sobre la mesa. Hay que negociar, hay que votar, hay que organizarse, hay que formar a todo el mundo, hay que dar garantías serias a todo el mundo, a funcionarios, a la Fuerza Armada, hay incluso que garantizar el reconocimiento y la memoria del líder de la revolución bolivariana. Hay que hacer todo lo posible para construir un esquema de recuperación económica y reconciliación social sin Maduro en el poder. Él es el obstáculo. Por eso también hay que darle garantías a Maduro para lograr una transición, un retorno a la democracia, lo que sea. De hecho, Maduro puede ser quien nombre un gabinete de unidad nacional y que unifique a las fuerzas del país. Un gabinete con personas que puedan acceder a créditos multilaterales, y gocen de la confianza de los sectores productivos del país, mientras él busca una manera suave de retirarse. Maduro tendrá que darse cuenta que no puede. Que necesitará de personas que resuelvan el hambre, la falta de escolaridad, la fuga de talentos, la crisis de las universidades. Necesitamos personas que tengan como prioridad resolver los problemas de los venezolanos, no de vengarse del chavismo.
– Dice que puede ser incluso Maduro quien de un paso a un lado. ¿Pero acaso tiene necesidad de hacerlo sin tener un contrapeso real en Venezuela?
– Eso es cierto. Sin una fuerza opositora real Maduro no tiene necesidad política de hacer eso. Pero hay razones socioeconómicas y de integridad territorial, soberanía, que lo exigen. En el terreno estrictamente político, Maduro ahora no tiene ninguna razón para negociar. Lo único que nos queda es hacer lo que no está haciendo él: volver a construir fuerzas políticas, ir unidos a las elecciones. No queda otra que una organización electoral masiva. Si capitalizamos el descontento social tendremos un arma muy poderosa: el voto ciudadano.