Daniel Gómez (ALN).- “Nosotros no queremos contribuir a aterrorizar a la población, sino dar esperanza”. Lo dice Max Jerez en entrevista con el diario ALnavío. Este líder estudiantil de 27 años es una de las cabezas visibles de la Alianza Universitaria Nicaragüense, un movimiento político de jóvenes que ha demostrado que en Nicaragua hay alternativa al régimen de Daniel Ortega. Una alternativa que se canaliza por medio de la organización cívica y la lucha por el voto.
La Alianza Universitaria Nicaragüense (AUN) nació en abril de 2018. Una de las fechas más oscuras, pero a la vez más esperanzadoras de la historia reciente de Nicaragua.
En abril de 2018, el gobierno de Daniel Ortega le mostró al mundo que es un régimen que reprime, tortura y mata. Pero el mundo también fue testigo de que el dictador no era invencible. Que había gente, mucha gente, dispuesta a plantarle cara. Quienes lideraron ese movimiento no fueron reconocidos opositores, ni empresarios. Fueron los jóvenes, los estudiantes, los universitarios, quienes entonces se dieron cuenta de que unidos eran más fuertes y consolidaron AUN.
Una de las caras visibles de este movimiento es Max Jerez, de 27 años. En entrevista con el diario ALnavío, analiza el horizonte de Nicaragua ahora que se esperan elecciones para el 7 de noviembre, defiende el voto y la lucha cívica como el único camino para derrotar a Ortega y, sobre todo, llama a la esperanza.
Esperanza porque, aunque se enfrenta a todo un sistema represivo, un gran número de nicaragüenses respalda su estrategia de cambio.
– Ustedes dicen que nacieron en abril de 2018. ¿Por qué?
– Nosotros como movimiento político juvenil surgimos en el contexto de la insurrección de abril de 2018. Eso significó el despertar del pueblo nicaragüense, que dijo basta al gobierno de Daniel Ortega y a su sistema político represivo, que venía concentrando poder, que venía restringiendo libertades y que venía cometiendo abusos. Entonces llegó un punto en el que el pueblo dijo hasta aquí no más pues. Gran parte del movimiento de protestas fue encabezado por jóvenes, por estudiantes que asumieron el rol de alzar la voz contra el gobierno de Ortega, y que siguen dando la batalla para lograr la salida de este gobierno. Lo que nos motivó fue tener un mecanismo de organización más efectivo en medio de la insurrección cívica. Vimos que organizarse, crear movimientos estructurados, integrar jóvenes, ponernos en contacto… Todo eso nos iba a ayudar a participar y actuar de forma más efectiva en las protestas y prepararnos para el futuro
– En el futuro lo que viene son elecciones. ¿Cómo se están organizando?
– Para nosotros es una oportunidad histórica e importante para poner fin a este ciclo de violencia y para salirnos de una vez por todas de la dictadura. Hay que tener en cuenta que las condiciones no están dadas todavía. No hay condiciones para unas elecciones libres y justas. El sistema electoral está desacreditado. Todos los magistrados son completamente parciales. No podemos hacer reuniones físicas en público o en privado con motivos políticos. Hay restricciones propias de un sistema autoritario que no permite que las elecciones sean completamente justas y normales, como en cualquier país democrático. La dictadura está haciendo todo lo posible por promover una baja participación electoral, por quitar los incentivos a la oposición, por desmoralizarnos, por desarticularnos. Sabemos que harán todo lo posible para que decidamos dejar la cancha vacía y no participemos. Pero, a pesar de la persecución, de la represión, estamos convencidos de que se puede seguir avanzando, se puede seguir organizando, y se puede seguir dando la batalla porque definitivamente a la dictadura lo que más le conviene es que nos desmovilicemos. Por ello estamos demandando condiciones para que haya elecciones libres en Nicaragua. Lo que requiere presión nacional e internacional. Y el segundo momento es prepararnos para ese escenario, lo cual pasa por tener una plataforma electoral sólida, en la que la mayor parte de la oposición se sienta representada. Una plataforma que pueda presentar una alternativa viable a la dictadura y competir y defender el voto el 7 de noviembre.
– Entre finales de 2020 y comienzos de 2021, el gobierno de Ortega ha dejado un terreno minado en lo jurídico: la Ley de Agentes Extranjeros conocida como “ley Putin”, la Ley contra el Ciberdelito o “ley mordaza”… ¿No da miedo ser oposición en un terreno así?
– La dictadura hace todo lo posible para limitar las capacidades de la oposición. Vivimos diariamente estas condiciones hostiles. Sabemos que hay represión, que nos entorpecen nuestro trabajo, que no nos dejan organizarnos. Pero es que tenemos que salir adelante a pesar de todo. Algo básico en nuestra organización es no servir a la narrativa del miedo.
– ¿Y cómo evitar esa narrativa del miedo?
– Nosotros no tenemos que ser difusores de este mensaje del terror. En ese sentido somos claros: en Nicaragua hay represión, hay dictadura, pero la única manera de hacer que esto cambie es tomar acción. Y para ello tenemos que organizarnos y participar en el proceso electoral. La lógica no es dejarse tomar por el miedo. La lógica es avanzar, organizarnos y hacer que esto cambie. Nosotros no queremos contribuir a aterrorizar a la población sino dar esperanza. El principal lema de AUN es aún hay esperanza. Porque sabemos que lo que tiene que mover a la gente es la esperanza de que las cosas pueden cambiar. Ahora todo el entramado jurídico que hay de leyes es una espada permanente en el cuello. Una pistola en la cabeza. Pero esa amenaza no debe inmovilizarnos.
– ¿Qué le dicen ustedes a aquellos que promueven el abstencionismo de cara a noviembre?
– Todavía la definición de las elecciones no está marcada. Hay una expectativa sobre el tema de las reformas, sobre el tema de posibles candidaturas, y una discusión que no ha llegado al punto de participar o no participar. No ha comenzado el proceso de elección. No ha habido una convocatoria oficial, y no están dadas las condiciones totales. Hay una demanda para reformas, con un plazo hasta mayo, por lo que la decisión no está marcada. Nosotros promovemos como jóvenes la participación electoral. La salida, como hemos dicho desde 2018, tiene que ser cívica. Y esto se traduce en un cambio a través del voto. Estamos presionando por reformas con el conjunto de la oposición. Porque esto le conviene a todos los nicaragüenses. Unas elecciones justas van a promover la recuperación que tanto necesitamos. Seguimos apostando a la vía electoral, a pesar de las circunstancias.
– ¿Se sienten apoyados por la comunidad internacional? Pese a todo lo que ha pasado en Nicaragua, no figura en la agenda principal de las potencias.
– Puedo decir que en términos generales Nicaragua ha tenido un respaldo significativo de la comunidad internacional. Sobre todo, por parte de organismos multilaterales como la OEA [Organización de Estados Americanos], que ha jugado un rol fundamental presionando a Nicaragua en el tema electoral y en el de la negociación política. La Unión Europea ha estado bastante inmersa en el tema de sanciones a funcionarios. Ha habido un respaldo significativo que no ha sido total ni tan rápido como nos hubiera gustado, pero ha ido avanzando. Este respaldo debería consolidarse este 2021 en torno a las elecciones y en torno a la legitimidad del régimen. ¿Cuál será el rol frente a un fraude, frente a un escenario que no cumpla los requisitos de elecciones transparentes? En cualquier caso, creemos que este año necesitaremos un apoyo más concreto y específico para lograr una salida electoral. Además, creemos que, aunque la comunidad internacional es importante y hay que coordinar con ella estas acciones, también hay que ser enfáticos en que buscamos una salida cívica. No buscamos salidas violentas ni dramáticas. Queremos una transición ordenada, y nosotros tenemos que jugar ese rol. No podemos esperar que la comunidad internacional haga ese trabajo por nosotros. Tenemos que complementarnos entre la presión nacional y la internacional.
– Por último, me gustaría saber qué significó para ustedes el momento en el que Lesther Alemán, uno de los miembros de AUN, le recriminó a Ortega, en el contexto de las protestas de 2018, todos sus crímenes. Creo que fue la primera vez en la historia reciente que un opositor le planta cara de esa manera.
– Ortega se vio obligado a sentarse. A ser convocado a un proceso de diálogo inédito. Ortega estaba acostumbrado a dialogar sólo con los sectores que le ayudaban a mantenerse en el gobierno. En este sentido, para nosotros es un gran logro haber obligado a Ortega, a la vicepresidenta Rosario Murillo y a los funcionarios públicos a rendir cuentas y salir de su zona de confort. Que los jóvenes hayamos logrado que estos funcionarios den la cara es un gran logro. Ha sido una batalla larga desde mayo de 2018. Pero hemos logrado despertar a la gente para contrarrestar a una dictadura que parecía que iba a ser eterna. La gente ya no dice que está Ortega y por el otro lado no hay nada. Están los liderazgos juveniles, los liderazgos sociales, y eso es importante porque este es el principal éxito de este movimiento.