(EFE).- Un total de 65 países, la mayoría de Asia, África y América Latina, condenaron este jueves en Viena cualquier amenaza de uso de armas atómicas y se comprometieron a no cejar en sus esfuerzos por lograr eliminar todos los arsenales nucleares lo antes posible.
Ese es el principal resultado de la primera conferencia del Tratado de Prohibición de Armas Nucleares (TPNW, por sus siglas en inglés), que, con el rechazo de la OTAN y las nueve potencias atómicas, terminó hoy en la capital austríaca.
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«Condenamos inequívocamente todas y cada una de las amenazas nucleares, ya sean explícitas o implícitas, e independientemente de las circunstancias», señalan los países parte del TPNW en su declaración final, adoptada junto a un Plan de Acción.
Estas palabras al final de un foro internacional de tres días aluden indirectamente a la invasión rusa de Ucrania y las amenazas implícitas de Moscú de usar la bomba atómica en el conflicto.
Los riesgos
La creciente inestabilidad y los conflictos abiertos «exacerban en gran medida los riesgos de que estas armas se utilicen, ya sea deliberadamente o por accidente o error de cálculo», se advierte en el texto adoptado.
El presidente de la conferencia, el austríaco Alexander Kmentt, subrayó la importancia de prohibir por completo todo arsenal de destrucción masiva.
La eliminación total de las armas atómicas «es la única manera de tener la seguridad de que nunca serán usadas», dijo Kmentt en rueda de prensa, resaltando una postura que de momento rechazan los nueve países con armas atómicas.
Aparte de las cinco potencias nucleares declaradas (EEUU, Rusia, China, Francia y Reino Unido), también India, Pakistán, Israel y Corea del Norte han desarrollado sus bombas atómicas.
En total, los nueve disponen de unas 13.000 armas nucleares, el 90 % de ellas en manos de Rusia y Estados Unidos.
«Muchas de estas armas están en alerta máxima y listas para ser lanzadas en cuestión de minutos», señalan los países del TPNW en su declaración final, donde subrayan su «grave preocupación» por «las doctrinas de seguridad que establecen razones para el uso o la amenaza de uso de las armas nucleares».
«También nos preocupa que algunos Estados no armados nuclearmente sigan defendiendo la disuasión nuclear y alienten la posesión continua de armas nucleares», añaden.
Sin medidas serias
Lamentan que, «a pesar de los terribles riesgos, y a pesar de sus obligaciones legales y compromisos políticos de desarme, ninguno de los Estados con armas nucleares y sus aliados bajo el paraguas nuclear estén tomando medidas serias para reducir su dependencia de las armas nucleares».
Por el contrario, todos ellos «están gastando enormes sumas para mantener, modernizar, mejorar o ampliar sus arsenales nucleares y están poniendo un mayor énfasis y aumentando el papel de las armas nucleares en doctrinas de seguridad».
«Pedimos encarecidamente que se ponga fin de inmediato a estas desconcertantes tendencias. Subrayamos que estos recursos podrían utilizarse mejor para el desarrollo sostenible», señalan.
El TPNW es rechazado también por la OTAN con el argumento de que el desarme está ya previsto en el Tratado de No Proliferación de Armas Nucleares (TNP), al que están adheridos todos sus miembros.
Kmentt, por su parte, resaltó que el nuevo tratado, que entró en vigor recién hace un año y medio, es un «complemento del TNP», pues no ha sido concebido como una alternativa al mismo.
En la declaración final, los países del TPNW reconocen al TNP «como la piedra angular del régimen de desarme y no proliferación», al tiempo que «deploran» las amenazas o acciones que puedan socavarlo».