Redacción (ALN).- Enrique Márquez, candidato presidencial en Venezuela, degusta y comparte un café colombiano en la sala de su hogar, que él mismo preparó, antes de diseccionar su idea de un gobierno que incluya a “todos”, hasta al chavismo.
Márquez dijo a la Voz de América que su plan ideal es ganar la elección del 28 de julio, presidir una transición y “hacer la paz política” en Venezuela durante un solo período presidencial (de seis años), antes de regresar a dictar cátedras de ingeniería en los salones de la Universidad del Zulia, su alma mater.
Ingeniero, profesor, político desde sus tiempos de estudiante, postulado por el partido Centrados e hincha del fútbol, hace una referencia musical para describir su oferta: quiere dirigir la “orquesta” de un país donde haya garantías para todos los factores políticos.
Casado hace décadas con una colega ingeniero que conoció en la Universidad del Zulia, con quien tiene tres hijos, el ex rector del poder electoral, ex vicepresidente de la Asamblea Nacional y ex dirigente del partido Un Nuevo Tiempo habla de amnistías sin sentirse un plan B de la oposición, como se le considera entre rumores de nuevas inhabilitaciones.
VOA: ¿Cómo resumiría su oferta electoral?
Enrique Márquez: Si no hay un ambiente propicio para el ejercicio de la política, Venezuela no se va a recuperar. Planteo que mi gobierno sea de unidad nacional para manejar el conflicto de una manera diferente. Tenemos derecho a pensar distinto, pero no significa que no podamos armonizarnos, como dice el maestro (Gustavo) Dudamel, que no podamos construir una orquesta, una sinfonía de ideas para nuestro país. Yo pretendo hacer un gobierno de unidad con todos los factores políticos para hacer la paz política en Venezuela y utilizar ese período constitucional para la reinstitucionalización, empezando por la Constitución, las reglas del juego, recuperar la democracia, darles vigencia a los partidos, acabar con la figura de las inhabilitaciones, ir al encuentro del verdadero respeto por la propiedad privada para estimular el crecimiento económico.
VOA: ¿Cuál es su propuesta para la economía de Venezuela?
EM: Tiene que haber una reactivación económica con el petróleo, que es lo que tenemos más a la mano. Propongo un plan de empleo petrolero basado en una reactivación inmediata de la producción. En vez de estar produciendo 700.000 barriles, subir esa producción aceleradamente y no lo puede hacer el Estado sin la participación creativa, protagónica, con ventajas del sector privado.
VOA: ¿Qué papel juega el chavismo en el gobierno de unidad nacional que propone?
EM: Tomaría el poder en enero, unos meses (entre la elección y esa asunción) que caen bastante bien para ir apretando tuercas, ajustando mecanismos, dialogando. En enero, cuando entre en el ejercicio del poder, voy a tener todavía un año con la Asamblea Nacional actual, con el contralor, el fiscal, con gobernadores, alcaldes, Fuerza Armada, todos pertenecientes al gobierno actual. ¿Debo llegar con un hacha para cortarle la cabeza a todo el mundo y desarmar aquella estructura o debo acordarme y buscar un entendimiento? Yo voy al entendimiento. El gobierno de unidad nacional que defino no excluye al chavismo. Tiene que incluirlo. Y debe incluirlo como un elemento político necesario para la paz.
VOA: ¿Tomará medidas que contraríen la opinión del chavismo?
EM: Voy a revertir políticas económicas, productivas. Vamos a una reinstitucionalización y a la despersonalización y despartidización del Estado. Vamos a un proceso acelerado de adecentamiento de las estructuras para que esto pueda funcionar, pero no lo puedo hacer sin el apoyo de los sectores políticos que hacen vida en el país. Si no, viene el boicot y Venezuela se merece una oportunidad. Quiero que el contralor general de la república no sea amigo del presidente. Quiero que controle, que vigile mi gestión. No voy a ser cómplice de corrupción. Quiero un fiscal que vigile que el Estado no abuse de los derechos humanos, políticos y sociales del pueblo. Hay un cambio de percepción que hay que institucionalizar. No llegaré a montar a un partido a gobernar, montaré al pueblo a gobernar. Un partido no es el país. Voy a convocar a los mejores. Venezuela es quizás el único partido de Latinoamérica donde todas las obras públicas tienen la cara del presidente o del gobernador. Rechazo eso. Voy a negociar con los parlamentarios para que se apruebe una ley que impida que eso ocurra, que no se personalice la gestión.
VOA: ¿Cómo sería el día 1 luego de su eventual victoria en la elección?
EM: Haré una agenda de contacto con todos los sectores del país con el libreto del gobierno de unidad nacional. El marco de ese gobierno es la Constitución. Ni un paso fuera de la Constitución. Por mi oficina en el CNE pasaba todo el mundo. Hay 90% de ideas, incluso del chavismo y de la oposición, donde hay consenso, por ejemplo, en el tema de la estatización de empresas, que fue un error, atrasó el aparato productivo. Hay que devolver a esas empresas al flujo privado. Tendremos una agenda de conversaciones, incluyendo los que estén en el gobierno todavía. Si podemos empezar a cambiar las cosas desde ya, fuera mucho mejor. Hay consensos sobre el tema educativo. Tengo una idea de activar a las universidades en la formación de maestros. Vamos a ir a las iglesias católica, evangélica, de los testigos de Jehová, a pedirles colaboración. Esto es un asunto de todos. No voy a buscar al partidario de mi partido, sino a la sociedad.
VOA: Pasarán cinco meses antes de que el candidato ganador asuma el poder. ¿No teme que el chavismo entorpezca con acciones políticas esa transición en ese período?
EM: Va a depender de cómo lleguemos al 28 de julio y de la actitud del presidente electo, en este caso, de mi persona. No llego de la mano de la venganza, menos en política, que transforma el país en un hervidero. La venganza política no debe existir. No se puede disparar desde la cintura, desde las miserias humanas.
VOA: Hay quienes esperan un mea culpa de la oposición en la campaña.
EM: Participé de la Asamblea Nacional de 2016 a 2020, reconozco los errores que se vivieron allí. Lo que estamos viviendo hoy es el resultado de una suma de errores, principalmente del gobierno, pero también de la oposición. No pretendemos estar exentos de ellos. Cuando hablo de que llego con un cambio en paz, para construir la paz, es porque no se puede construir sino en tolerancia, que no significa impunidad ni injusticia. Pueden ocurrir inconvenientes, claro que los vamos a tener.
VOA: ¿Se ve sentado entonces con el presidente del Parlamento o con representantes de las instituciones controladas por el chavismo?
EM: Absolutamente. Habrá que conversar muchísimo y encontrar los puntos medios. Soy ingeniero y sé construir cosas factibles. Soy un hombre pragmático. En este caos, la reconstrucción del país requiere esa estrategia, no la improvisación. Sería muy demagogo decir que vamos a reconstruir este país de un solo plumazo. No es cierto. Nos va a costar mucho. Estamos destruidos como país, porque el gobierno de Maduro destruyó a Venezuela, su sistema productivo, la educación, la salud, las universidades, los servicios públicos, encima de eso, debemos 200.000 millones de dólares. Una de las primeras medidas debe ser refinanciar la deuda externa para poder obtener dinero fresco. Eso lo puede hacer un gobierno de unidad nacional. Maduro no lo puede hacer, así quiera. La continuidad del gobierno nos traería dolores de cabeza.
VOA: Entonces, no vislumbra la reelección de Maduro.
EM: La continuidad de Maduro es inviable. Hasta el chavismo sabe que si Maduro se reelige vamos a profundizar los problemas que hoy tenemos. No soy profeta del desastre, pero reeligiéndose Maduro, lo que uno observa es una ola migratoria de nuevo. La gente no confía en el futuro del país dirigido por una persona que lo ha quebrado. La elección de hoy no es democrática. Estamos nosotros guapeando, aguantando como demócratas en un proceso que es muy complicado. El solo hecho de la inhabilitación de María Corina Machado, la imposibilidad de los partidos para postular, son obstáculos terribles. La única forma de resolverlos es con democracia, por eso no hay que ceder ante la abstención. Hay que participar. Le garantizaría (a Maduro) que puede seguir viviendo en Venezuela en paz.
VOA: Se sugiere que su nombre es un plan B de la oposición en caso de que inhabiliten a Edmundo González Urrutia o a otros. ¿Se siente como el candidato en la recámara?
EM: Pertenezco al sector opositor. Fui presidente de Un Nuevo Tiempo. Fui vicepresidente del Parlamento en 2016. Estuve involucrado en todas las decisiones de la Mesa de la Unidad. Nadie puede tener dudas de cuál ha sido mi trabajo durante este tiempo: buscar el cambio político. Observé con preocupación cómo la unidad de los factores políticos estaba cada vez más alejada (en la oposición). Esperé hasta última hora para postularme, para ver si salía humo blanco. Al no ver el humo blanco, sino más bien lo accidentado del proceso, me postulé porque creo que soy una verdadera opción para recibir el apoyo de todo el pueblo opositor y cambiar a Venezuela. No me siento sino el plan A de un pueblo que necesita una solución, que no puede estar ubicada en uno de los extremos.
VOA: ¿Siente que la Plataforma Unitaria confía en usted?
EM: La confianza hay que construirla. Espero construirla a lo largo de la campaña con mi planteamiento y posición política. Sí creo profundamente que puedo construir esos apoyos y que, al final, puedo ser la persona ubicada en ninguno de los extremos que pueda atraerlos a un gobierno de centro, de unidad nacional, que permita reorganizar las cosas, reinstitucionalizar el país y luego que haya una elección libre, ya democrática, con la cual me comprometo a que ocurra, en función de iniciar un nuevo período en la política y la democracia de nuestro país. Esto que hemos vivido debe quedar en el pasado, me comprometo a decretar las amnistías que haya que decretar, a hacer la justicia transicional que haya que hacer y a ser un presidente que mire hacia el futuro y sentar las bases. No soy ni codicioso ni ambicioso. Quiero construir las bases necesarias e institucionales para que otros líderes del país, que nos acompañen en este gobierno, puedan dirimir sus diferencias democráticas y que Venezuela entre en una nueva etapa de tranquilidad política y de desarrollo económico.
VOA: ¿Su candidatura o la de la oposición son capaces de ganarse al votante chavista?
EM: Sí, y está ocurriendo. Hay que diferenciar al chavismo y al madurismo, que es un subconjunto pequeño de todo el chavismo que acompañó a Hugo Chávez. Hay una especie de deslave, de descorazonamiento, no es por política, es por la realidad de un país que no aguanta más, por la gente que está sufriendo igual que el de la oposición. El hambre, el desasosiego, la falta de empleo, de recursos, no es la oposición nada más. A los chavistas también se le han ido sus hijos al exterior. El chavismo también sabe que con Maduro no va a cambiar el asunto. El chavismo, esa masa popular que confió en Chávez y añora su liderazgo, va a votar por un cambio este 28 de julio.
VOA: ¿Qué opina de la propuesta de un plebiscito que hizo el presidente de Colombia?
EM: Es bien intencionada. Habría que adaptarla, porque en Venezuela no hay plebiscito, pero bien podría llamarse referendo, para consultarle al pueblo sobre algunos elementos consensuados entre los candidatos que, al ser refrendados por el pueblo, cualquiera que gane está obligado a ejecutar. Por ejemplo, uno de los elementos debe ser la amnistía política y electoral. Estoy dispuesto a hacerla. Segundo, la revisión de factores que perturban la democracia, como la eliminación de la reelección indefinida. Hay elementos de la descentralización que hay que rescatar. Quisiera que no sea solo un saludo a la bandera.
VOA: ¿Qué mensaje da al elector, al resto de los candidatos, a los que están en la otra acera política?
EM: El 28 de julio no tiene que ser el fin para nadie, puede ser el inicio de una nueva etapa. Los venezolanos estamos hartos del conflicto inútil. Debe nacer un gobierno del postconflicto y pretendo ser el presidente que construya las condiciones para que el conflicto, aunque exista, el pueblo no pague su factura. No pretendo acabar ni con un lado ni con el otro. Hay que votar, a pesar de las dificultades. El gobierno aceptará su derrota, entregará el poder y podremos construir el país que queremos construir, con paciencia, dedicación. Voy a luchar hasta el final, hasta el cambio de la política y el cambio de gobierno en Venezuela.