Antonio José Chinchetru (ALN).- Casi tres décadas de entrevistas le han valido al periodista español Juan Cruz para conocer a fondo al autor de ‘Conversación en La Catedral’ y ‘La sociedad del espectáculo’. Esas conversaciones están recopiladas en ‘Encuentros con Mario Vargas Llosa’, una auténtica autobiografía oral del único Nobel de Literatura en lengua española vivo. Cruz ha conversado con ALnavío sobre la figura del autor y esos cerca de 30 años de relación personal.
Juan Cruz, periodista del diario madrileño El País, ha publicado Encuentros con Mario Vargas Llosa. Se trata de una recopilación de entrevistas, junto con conversatorios en distintos actos, que le ha hecho a lo largo de 27 años. Las conversaciones se desarrollaron en diferentes países de dos continentes, a caballo entre América Latina y Europa (tanto en España como en Francia). En ellas se abordan la obra del Nobel de Literatura hispano-peruano, pero también sus opiniones políticas y sobre el periodismo e, incluso, aspectos variados de sus experiencias vitales.
El entrevistador, Juan Cruz, se transmuta en entrevistado para atender a ALnavío. En su despacho de El País conversa con este periódico sobre la figura de Vargas Llosa y todo lo que dicho autor le ha transmitido y contado a lo largo de esas casi tres décadas de relación personal y periodística.
-En las entrevistas y conversatorios recogidos en toda la obra se nota que existe una complicidad absoluta entre usted y Mario Vargas Llosa. ¿Son más bien entrevistas de un periodista a un escritor y político, un personaje polifacético, o se trata de conversaciones entre amigos?
“Vargas Llosa tiene unos valores y unas actitudes que no son comunes en otros escritores de su tiempo”
-Nunca entre amigos. Una entrevista nunca es una conversación entre amigos. Son entrevistas profesionales, en las que persiste la curiosidad sobre su obra y sobre su persona. O sobre su manera de unir su personalidad humana a la escritura.
Toda mi vida, desde que leí El pez en el agua, he pensado que Vargas Llosa tiene unos valores y unas actitudes que no son comunes en otros escritores de su tiempo. No conozco a ninguno al que le haya impactado tanto la ausencia y posterior aparición del padre. Y muchas veces mis preguntas o mis reflexiones tienen que ver con esa circunstancia autobiográfica de Vargas Llosa, que desde mi punto de vista, es necesaria para explicar, si es que fuese necesario hacerlo, mi afecto humano por él y por sus defectos.
-Esa ausencia y posterior aparición del padre es una de las constantes en estas conversaciones, pero hay otras. Una de ellas es el poder, un poder del que tiene una visión muy negativa. ¿Qué hechos le han marcado para que lo perciba de esta manera?
-Ese mismo, el padre. Y el ejercicio del poder que sobré él hizo el padre. También el Colegio Militar Leoncio Prado. Todos sus libros tienen que ver con el poder, sobre todo en los que el centro es el periodismo: Conversaciones en La Catedral, El pez en el agua, La guerra del fin del mundo. Son obras en las que se convierte como en un reportero, como El sueño del celta o La fiesta del Chivo. Va buscando datos sobre el ejercicio del poder.
-Ha nombrado La fiesta del Chivo, un libro que tiene como tema central otra de sus obsesiones: las dictaduras. ¿Por qué este interés de Vargas Llosa en ellas?
-El ejercicio del poder extremo es cuando una persona se cree dueña del mundo y quiere imponer una autoridad sin contestación. Y eso conecta con Leónidas Trujillo, pero también con Franco, Pinochet, Fidel Castro…
No es una obsesión. Las personas tienen un proyecto de vida, y en el suyo se le atravesó la revelación de que el dictador es dañino para el desarrollo de la libertad.
Vargas Llosa frente al independentismo
-Ha hablado usted de Franco, otra de las constantes en estas conversaciones. Ustedes hablan mucho de sus vivencias en el Madrid de los años 50, cuando viene como estudiante. Él la describe como una ciudad pequeña, encerrada en sí misma, sin conexión con el mundo exterior. Llega a decir que es casi una aldea. También la compara con esta misma urbe, y con España, en la actualidad. Retrata en las últimas décadas un Madrid abierto al mundo, cosmopolita, y una España que ha mejorado mucho. Contrasta con unas declaraciones recientes suyas sobre Barcelona. Decía que no reconocía ahora a esa ciudad en la que vivió en los 70, a finales del franquismo. Pero, al contrario que con Madrid, no la reconocía porque ha ido a peor.
-Él considera, o al menos yo interpreto eso, que lo que pasa en Barcelona es la consecuencia de un poder que quiere asentarse en un territorio, Cataluña, Barcelona, por encima de la ley. Y él respeta la ley y quiere que se respete. Lo que ha ocurrido a Cataluña es irrespeto a la ley, un fenómeno propio de la creación de las dictaduras. ¿Qué fue lo de Franco? Un irrespeto a la ley.
“No me lo imagino presentándose de nuevo a unas elecciones, pero él es un político”
Un dictador crea las leyes para sí mismo. En un momento determinado, del 6 al 8 de septiembre, la Generalitat en complicidad con el Parlament dictó leyes para destruir la legislación que no le convenía al procés. Y eso se parece a como lo hacen las dictaduras.
-Vargas Llosa entró en política presentándose a presidente de Perú. No lo logró, pero no es algo que le frustrara. A partir de ese momento, no ha rehuido la política. En España se ha implicado con UPyD y con Ciudadanos, ha participado en actos con FAES. Apoyó a Sebastián Piñera en Chile en 2010 y a otros candidatos en varios países. ¿No podría haber salido escaldado de la política y haber dicho ‘no quiero saber nada’?
-No me lo imagino presentándose de nuevo a unas elecciones, pero él es un político. Lo es desde que era un muchacho.
-Hay obras que se repiten a lo largo de todas las entrevistas recogidas en este libro: El pez en el agua, La guerra del fin del mundo, La fiesta del Chivo, Conversación en La Catedral, La tía Julia y el escribidor… ¿Cuál cree que es la que le ha podido dejar más satisfecho dentro de su amplia bibliografía?
“Conversación en La Catedral es su gran obra novelística, pero su gran excursión humana es El pez en el agua”
-Él dice que Conversación en La Catedral, y yo creo que es su gran obra novelística. Pero su gran excursión humana es El pez en el agua y su gran manifiesto por la literatura es, desde mi punto de vista, un libro que podríamos decir ‘casual’, que es una recopilación de textos sobre los libros que le han marcado: La verdad de las mentiras.
-Él fue uno de los miembros del Boom de la literatura latinoamericana, que se rompió por la toma de posición ante el régimen de Fidel Castro. Y dentro de esa fractura hay una ruptura especialmente conocida, la que se produce a nivel personal entre Mario Vargas Llosa y Gabriel García Márquez. Usted le pregunta al respecto en alguna ocasión y él le contesta que sobre eso no va a hablar.
-Y no lo ha hecho. Tampoco lo hizo García Márquez.
-¿Y no lo va a hacer?
-El otro día, en El Escorial, hablando con Carlos Granés, hizo como un amago de decir algo. Pero tampoco lo dijo, y no lo dirá.
-Rumores sobre la ruptura los hay…
-Los rumores no son noticia, y lo dejaría ahí.
-¿Y a él no le gustaría evitarlos?
-Le da igual.
Un Vargas Llosa más alegre y diverso
-Usted le ha tratado muchos años, el libro recoge entrevistas a lo largo de un dilatado periodo de tiempo. ¿Cómo ha cambiado la persona, el político, el escritor, durante estas décadas de relación personal?
-Ahora es más alegre y más diverso. Incluso más divertido que cuando le conocí. Entonces era un escritor con una enorme ambición por hacer las cosas que ha ido haciendo. Él tenía en una libreta, o en algún lugar, señalado todo lo que iba a hacer a lo largo de su vida; hasta con los títulos. Y creo que desde hace tiempo, ya era así cuando le concedieron el Nobel, ya no presta tanta atención a los ataques que recibe.
“América Latina tiene en él un testigo excepcional”
-Él siempre habla de lo que le ha dado Perú a su vida, como autor y como persona. Pero también es español, tiene la nacionalidad…
-Se la dio el Partido Socialista.
-Así es. Y su figura está muy vinculada a España. Ahora mismo, ¿Mario Vargas Llosa es más un escritor español, peruano o latinoamericano?
-Creo es un peruano, de Lima. Sigue siéndolo.
-De Miraflores…
-Absolutamente.
-Cuando le dan el Nobel, hay una serie de escritores latinoamericanos que se quejan de que le han otorgado el premio. Y la queja es por sus posturas políticas, por su liberalismo.
-¿Y eso qué tiene que ver con la sintaxis?
-Y el mundo literario, incluso el periodístico, ¿le hubiera tratado mejor si hubiera tenido otro pensamiento político?
-Por esa regla de tres, no le hubieran dado el Nobel a Camus antes que a Sartre. Creo que es absurdo negarle a Vargas Llosa el mérito para tener el Nobel, cuando es quizás el escritor que con más ahínco se ha dedicado al mundo del que proviene. América Latina tiene en él un testigo excepcional. Sus ideas, además, son tan respetables como las de quienes están enfrente.
Compromiso con la libertad
-Unas ideas que comienzan a surgir a partir de la experiencia cubana, castrista, y a partir de ahí van evolucionando. Se enfrenta primero a Fidel Castro, y luego no duda en enfrentarse abiertamente a personajes como Hugo Chávez y Nicolás Maduro y otros caudillos de extrema izquierda, como también lo hace con caudillos latinoamericanos de extrema derecha. Este compromiso político con la libertad, ¿es uno de los ejes centrales de su vida?
-Esa es su máxima. Lo es desde que rompió con Castro. Lo hizo porque no soportaba la idea de privar a otros de libertad por sus ideas.
Cuando rompe con el castrismo no lo hace para abrazar otras dictaduras, sino para abrazar un modo de libertad que él define con enorme respeto a las opciones de libertad que tienen otros.
-Se enfrenta también a una dictadura en su propio país, la de Alberto Fujimori…
-Con muchas consecuencias.
“Que muchos españoles se interesen por Vargas Llosa por su relación con Isabel Preysler me parece de una enorme mezquindad humana”
-Usted mismo lo cuenta, hay episodios donde usted llega a pasar miedo por su integridad física. Cuando él decide apoyar a Ollanta Humala frente a Keiko Fujimori, muchos no lo entienden. Estaba la idea de que ella era mala, pero que Humala era un chavista más. Sin embargo, él acierta.
-Sí. Él está seguro de que Fujimori es peor, porque además lo ha sufrido. Y, en efecto, lo es. Yo lo viví allí.
-Y además Humala termina sorprendiendo para bien.
-Exactamente.
-Parece que muchos españoles han descubierto a Vargas Llosa, o que han empezado a interesarse en su figura, por su relación con Isabel Preysler. Por un tema ‘del corazón’.
-Todo eso me parece me parece de una enorme mezquindad humana, y de una falta de generosidad literaria tremenda. Pero eso no me preocupa tanto como cuando la gente dice ‘yo a Vargas Llosa no lo leo por sus opiniones’. Entonces, ¿sólo podemos leer las opiniones con las que estamos de acuerdo? Me parece lamentable, pero así es como está siendo ahora la vida.