(EFE).- María Corina Machado, inhabilitada para competir por la Presidencia de Venezuela, se ha convertido en los últimos meses en la ‘candidata emocional‘ y artífice de un movimiento que rompió los férreos esquemas del chavismo, que subestimó la astucia de la líder opositora para sortear cualquier obstáculo que se interponga en su camino hacia el cambio político.
Como valedora estrella del abanderado de la mayor coalición opositora -Plataforma Unitaria Democrática (PUD)- para las presidenciales, Edmundo González Urrutia, esta ingeniera industrial de 56 años guardó, muy discretamente, varios ases en la manga, que ha ido sacando, de manera magistral, a medida que la situación lo ha requerido.
Su capacidad para reponerse ante cualquier contratiempo y buscar un eficaz ‘plan b’ en tiempo récord le hizo ganarse el respeto y la admiración de quienes antes ni siquiera habían reparado en su habilidad y su don para la estrategia ante un escenario adverso.
Ya en las primarias opositoras de octubre, en las que ganó con más del 92 % de los votos, Venezuela empezó a mirar a Machado con otros ojos, pero fue en el momento en que comenzó a recorrer el país en apoyo a la candidatura de la PUD cuando su popularidad y seguidores se dispararon sin límite.
Una carrera de obstáculos
Asumida la imposibilidad de competir en las presidenciales, la fundadora del partido Vente Venezuela logró que los miembros de las diferentes formaciones que conforman la PUD se pusieran de acuerdo para elegir a un candidato unitario capaz de competir con Nicolás Maduro. La elegida fue la académica Corina Yoris, pero el Consejo Nacional Electoral (CNE) impidió su inscripción por razones aún hoy desconocidas.
Tras denunciar el bloqueo a Yoris y lejos de venirse abajo, Machado siguió haciendo su trabajo en la búsqueda de un aspirante válido que contara con la aprobación de todos los miembros de la coalición. El elegido fue González Urrutia, inscrito inicialmente como provisional, una gestión que pasó sin problema el filtro del CNE.
En silencio y sin dar pistas a sus oponentes, la opositora aguardó hasta el último momento para revelar quién sería el candidato definitivo, lo que dejó sin capacidad de maniobra al ente, que ya había aprobado su postulación.
Las trabas en ruta, prueba superada
Machado también se ha encontrado numerosas trabas en su recorrido de campaña en apoyo a González Urrutia -que debe hacer por carretera ya que tiene prohibido viajar en avión, incluso dentro del país-, con supuestas obras improvisadas en las vías, controles interminables por parte de las autoridades o bloqueos cuyo origen se desconoce.
Pero nada se le resiste a la líder opositora, que tomó rutas rurales alternativas, a menudo agrestes, cruzó ríos en cayuco en varias ocasiones, avanzó caminando o en moto por las autopistas, y sorteó una y otra vez todos los obstáculos que se encontró a su paso, hasta finalizar la campaña en el interior del país, un broche de oro que puso el pasado martes en Maracaibo, estado Zulia, fronterizo con Colombia.
También tuvo que ver cómo funcionarios del Servicio Nacional Integrado de Administración Aduanera y Tributaria (Seniat) seguían sus pasos para clausurar o multar a los propietarios de establecimientos como hoteles, restaurantes o ventas callejeras que la atendían en su recorrido por el país, bajo el argumento de irregularidades en registros o impuestos impagados.
La misma suerte han corrido técnicos de sonido que trabajaron en sus actividades políticas, barqueros o motoristas que la trasladaron en algún tramo de sus rutas.
Pese a las dificultades, ella ha continuado su camino, donde se ha ido encontrando cada vez con más personas dispuestas a brindarle el servicio que necesitara, aun a sabiendas de que eso podría tener consecuencias para ellas.
Y así ha sido como Machado se ha ganado los apelativos de ‘reina’, ‘presidenta’, ‘dama de hierro’, ‘diosa’ o, incluso, nombres de personajes fantásticos como ‘Daenerys’, de la popular serie «Games of Thrones’.
A punto de celebrarse las presidenciales en Venezuela, la exdiputada, con casi una vida dedicada a la política, todavía no ha descubierto el póker de ases que, a buen seguro, guarda bajo la manga.
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