María Rodríguez (ALN).- Marcelo Odebrecht, ingeniero de carrera, asumió en 2008 las riendas de la constructora brasileña que había fundado su abuelo Norberto. No se imaginaba este que 70 años después el nieto protagonizaría el mayor escándalo de corrupción en América Latina, tendría en vilo a presidentes y expresidentes de toda la región y acabaría cumpliendo condena en una mansión de lujo.
El empresario Marcelo Odebrecht nació en Salvador de Bahía (Brasil) hace 49 años. En este municipio brasileño su abuelo Norberto Odebrecht, descendiente de inmigrantes alemanes, plantó décadas atrás (en 1944) la semilla de lo que hoy es el gigante de ingeniería, construcción y petróleo Odebrecht. No se imaginaba Norberto que su nieto echaría toda esa reputación por la borda 70 años después al protagonizar como presidente de la compañía el mayor escándalo de corrupción en América Latina.
Tampoco lo vivió. El fundador de Odebrecht murió en 2014, un año antes de que detuviesen a Marcelo, acusado de sobornos millonarios para obtener contratos e influencia, y casi dos años antes de que finalmente entrase en la prisión de la Policía Federal de Curitiba. Además, la familia Odebrecht ya no podrá presidir la constructora, según una decisión acordada la semana pasada por el Consejo de Administración de la compañía.
La familia Odebrecht ya no podrá presidir la constructora, según una decisión del Consejo de Administración
Según una investigación del Departamento de Justicia de Estados Unidos, publicada a finales de 2016, Odebrecht pagó coimas a políticos, funcionarios, empresarios y presuntos testaferros de 12 países: Brasil, Argentina, Colombia, República Dominicana, Ecuador, Guatemala, México, Panamá, Perú, Venezuela, Angola y Mozambique, para obtener contrataciones públicas.
Ahora, el nieto de Norberto cumple condena bajo arresto domiciliario en una mansión de lujo valorada en nueve millones de dólares. Desde allí verá si el Congreso de Perú cesa este jueves al presidente Pedro Pablo Kuczynski, acusado de haber recibido pagos de 4,8 millones de dólares de Odebrecht entre 2004 y 2012 a través de su empresa Westfield Capital, tal como informó al Congreso peruano la propia Odebrecht.
Cuando las vacas gordas se acaban
Marcelo Odebrecht, apodado ‘el príncipe’ en el mundillo empresarial, según recogen los autores de su biografía no autorizada, estudió ingeniería civil en la Universidad Federal da Bahia, y se especializó en la rama empresarial en la escuela de negocios IMD de Lausana, en Suiza. Eran los años 80 y la compañía Odebrecht ya operaba en el extranjero, construyendo proyectos hidroeléctricos en Perú y Chile.
‘El príncipe’ se vinculó al negocio familiar en 1992. Fue escalando posiciones y ganando experiencia hasta que en 2008, sin haber cumplido los 40 años, asumió las riendas de la multinacional brasileña. Corrían buenos tiempos para la constructora, que se hizo con importantes obras de infraestructura en Brasil, como estadios de fútbol, aeropuertos, ferrocarriles y autopistas.
Sin embargo, las vacas gordas llegaron a su fin. La operación Lava Jato, una investigación sobre corrupción en contratos públicos en Brasil iniciada en 2014, puso a la firma Odebrecht en el punto de mira. En este marco, Marcelo fue detenido el 19 de junio de 2015. En diciembre de ese año dejó el cargo de presidente y en marzo de 2016 fue condenado por el Tribunal Federal de Curitiba a 19 años y cuatro meses de prisión por haber pagado más de 30 millones de dólares en sobornos a funcionarios de la estatal petrolera Petrobras para obtener contratos e influencia. Fue hallado culpable de los delitos de corrupción pasiva, lavado de dinero y asociación para delinquir.
La imagen de Odebrecht quedó manchada de corrupción
La operación Lava Jato manchó la imagen de la constructora al mismo tiempo que la economía brasileña entraba en crisis y el Gobierno recortaba los planes de obras que antes habían nutrido el esplendor de Odebrecht. Una tormenta perfecta, con Marcelo Odebrecht en el centro.
La multinacional pidió perdón públicamente a finales de 2016 y aceptó pagar una multa de 3.500 millones de dólares por sobornos cercanos a los 800 millones de dólares. También creó un rincón de disculpas online, en el que volcó todas sus explicaciones y arrepentimientos por la trama. Fue su particular Muro de las Lamentaciones.
Regiane Oliveira y Marcelo Cabral, autores de la biografía no autorizada de Marcelo Odebrecht, relataron en una entrevista a la agencia EFE que la filosofía implantada por Norberto Odebrecht en la empresa, hizo que “los escándalos de corrupción vinculados con la constructora generasen una decepción casi religiosa entre los empleados”. Este sentimiento podría explicar la creación de la ‘web del perdón’ de Odebrecht.
La delación premiada: de la cárcel a la mansión
Mientras tanto, en la cárcel, ‘el príncipe’ no tardó en hablar en busca de una reducción de la pena. Lo hizo amparado en un acuerdo de delación premiada con el Supremo Tribunal Federal del 28 de enero de 2017. A cambio, Marcelo Odebrecht consiguió una rebaja de la condena y cumplir parte de la pena en prisión domiciliaria. De esta forma, podría quedar libre en 2020.
Pero lo que dijo fue una mina inagotable para las investigaciones judiciales que ha hecho y hace temblar a dirigentes y exdirigentes de toda América Latina. Sólo en Brasil, sus confesiones comprometen al presidente Michel Temer, y a sus antecesores Dilma Rousseff y Luiz Inácio Lula da Silva.
La multinacional pidió perdón públicamente a finales de 2016 y aceptó pagar una multa de 3.500 millones de dólares
En Perú, además de lo que ocurra con Pedro Pablo Kuczynski, el caso Odebrecht ya ha llevado a la cárcel al anterior presidente, Ollanta Humala, y el exmandatario Alejandro Toledo está en busca y captura. También se investiga al expresidente Alan García.
En Ecuador, el exvicepresidente Jorge Glas ha sido condenado a seis años de cárcel por asociación ilícita con Odebrecht. En Colombia, la Fiscalía confirmó que la constructora financió las campañas de 2014 del presidente Juan Manuel Santos y su rival, Óscar Iván Zuluaga.
Y así salieron a la luz casos y casos de presunta corrupción vinculados con la constructora mientras Marcelo Odebrecht esperaba desde prisión cumplir la pena en la mansión de 3.000 metros cuadrados que posee en el estado brasileño de São Paulo. Circunstancia que criticó duramente el expresidente ecuatoriano Rafael Correa, firme defensor de la inocencia de Glas. “Las crueles ironías de la vida: los corruptos confesos en su casa, con sus familias, y nuestro vicepresidente, sin ninguna prueba, preso. Ojalá esto aclare aún más lo viciado del juicio a Jorge Glas”, publicó Correa en Twitter esta semana.
A los autores de la biografía de Marcelo Odebrecht les surgen dudas sobre cuál será el futuro del expresidente del gigante brasileño una vez cumpla la condena en su mansión. En la entrevista a EFE barajaban dos: ¿consultor o de nuevo empresario? Lo que está claro es que se volvió a cumplir esa regla no escrita de que los grandes fracasos empresariales pueden llegar con la tercera generación.