Patricia J. Garcinuño (ALN).- El escritor y periodista español tiene una estrecha relación con el país latinoamericano. Afirma que Venezuela debe encontrar un terreno común “basado en la democracia, la separación de poderes y la justicia social”.
La Feria del Libro de Madrid, el encuentro literario del año, reúne en el Parque del Retiro a autores y lectores. En la caseta de la Librería Muga, hay una fila de personas que esperan conversar un rato con Manuel Rivas, mientras firma ejemplares de su novela El último de Terranova (Alfaguara).
El escritor y periodista coruñés mantiene una relación especial con Venezuela. Su padre vivió allí un tiempo como emigrante. “Yo tenía cuatro meses dentro de mi madre cuando él marchó. Era una persona muy humilde, como tantos miles de gallegos que se fueron allí, al igual que mucha gente de Canarias”, explica. “No estuvo mucho tiempo, pero sí el suficiente, trabajando muy duro, para conseguir una tierra (en España) y levantar su ‘ranchito’, que era como él lo llamaba. Fue donde después vivimos nosotros. Digamos que para mí es como un trocito de Venezuela”, añade el autor de ¿Qué me quieres, amor?, libro en el que se incluye el relato que inspiró la película La lengua de las mariposas, dirigida por José Luis Cuerda.
“Un gobierno no puede apropiarse de todo, en una democracia debe haber separación de poderes”
Por eso, al ser preguntado por el diario ALnavío sobre la crisis de Venezuela, el autor entra en la cuestión con mucho tacto: “La mía es una visión con mucho desconocimiento pese a que tengo mucho interés por lo que sucede en el país. No puedo evitar ver las cosas en su contexto histórico y creo que hay un problema de mediación, un problema de encontrar espacios comunes”.
Para ilustrar su punto de vista, Rivas recurre a Elías Canetti, Premio Nobel de Literatura en 1981. “Él vivió dos Guerras Mundiales y, cuando era mayor, solía decir que las guerras las producen las palabras, y las palabras acaban convirtiéndose en armas. ‘Qué pena que no hubiéramos, frente a esas palabras de hostilidad, de agresión, de imposición, qué pena que no fuésemos capaces de generar otro lenguaje que lo contrarrestase. Otras palabras curativas’”, parafrasea Rivas. Y después añade: “Los puentes en Venezuela están tirados, alguien tiene que reconstruirlos. Siempre hay gente dispuesta, la mayoría no quiere matarse”.
Reconoce que creer que el diálogo será posible puede sonar un poco iluso teniendo en cuenta lo enfrentadas que están las posiciones entre el gobierno de Nicolás Maduro y la oposición. “Pero es que realmente hay dos opciones. Una es empujarnos con nuestra hostilidad, con palabras bélicas, hacia un incremento de la confrontación hasta que se convierta en una tragedia enorme. La otra, por muy débil que se vea en estos momentos, es una pulsión que tiene que ver con el deseo, no con la muerte y la destrucción”, afirma.
“La revolución intentó paliar las injusticias, pero vemos que hay muchas deficiencias”
El también director de la revista Luzes considera que lo que está sucediendo en Venezuela no se puede separar de lo que ocurre en el resto del mundo. “Efectivamente, detectamos errores en un gobierno que no puede apropiarse de todo. En una democracia debe haber separación de poderes. Eso también lo notamos en España. En el mundo vivimos un proceso de desdemocratización, de descivilización, y hay que unir todas las energías posibles para contrarrestar ese gran retroceso que se está produciendo”, señala.
¿La solución?
“La revolución intentó paliar las injusticias, pero vemos que hay muchas deficiencias”“Los problemas que se viven hoy en Venezuela tienen una causalidad y hay que preguntarse el porqué de las cosas. Últimamente ha habido una gran desigualdad social… La revolución intentó paliar las injusticias, por lo menos en la parte más honesta de ese movimiento, pero las revoluciones tienen que ser positivas, tienen que ser eficaces, y vemos que hay muchas deficiencias”, argumenta.
“Ahora, ¿eso justifica una confrontación abierta, una demolición, una dialéctica amigo-enemigo? No, yo creo que no. Hay que luchar contra eso en el mundo”, añade. Entonces, ¿cuál podría ser la solución? “Debería haber una cesión en la confrontación por ambas partes para encontrar el terreno común, que tiene que ser la democracia, la separación de poderes y también la justicia social”, concluye.