Reinaldo Iturbe (ALN).- Nicolás Maduro se encamina a su tercera reelección como mandatario de Venezuela en comicios cuya fecha teórica es en 2024. El gobernante, tras haber superado las crisis políticas de 2017, 2018 y 2019, se alistó desde el año pasado para enfocarse en el área de gestión. No para de repetir la palabra «gestión» en cada una de sus comparecencias públicas. Es precisamente la gestión su punto neurálgico.
Venezuela apenas acaba de salir en diciembre de 36 meses de hiperinflación y 8 años de recesión, pero mantiene una inflación crónica. No basta con las proyecciones de crecimiento al cierre de 2022. Hay puntos débiles. La manufactura, la producción de alimentos, el flujo de caja, la extracción de petróleo y el funcionamiento de los servicios públicos, por citar algunos casos, son materias que Maduro, al menos en sus discursos, selecciona como materias clave.
Hace poco, de hecho, el mandatario socialista se quejó de la escasez de suministro de agua. Ordenó a sus funcionarios «resolver» el problema. Y ha activado un esquema denominado «1×10 del buen gobierno para sepultar el burocratismo»:
«Esto nos conecta directo a los problemas del pueblo al convertir una necesidad específica de las comunidades en un derecho que requiere atención inmediata (…) hemos entrado en la nueva época de transición al socialismo (…) con el 1×10 se acaban los burócratas, los gestores y los farsantes, porque vamos directo a la atención de los problemas del pueblo. De los problemas reales», dijo.
El esquema del 1×10 funciona mediante una aplicación móvil denominada VenApp.
«Ese instrumento nació cumpliendo una función social para que el pueblo ponga sus denuncias y propuestas».
Pero el 1×10 no es gratuito. Al menos no para dos analistas consultados por Alnavío. Los politólogos creen que esta estrategia sirve como trampolín para organizar una base robusta de potenciales votantes para las presidenciales. El propio Maduro lo admitió de manera indirecta, recordando comicios pasados.
«Si el 1×10 ha sido efectivo para ganar elecciones, movilizar al pueblo y enfrentar al fascismo, tiene que ser efectivo para gobernar».
Es decir, Maduro busca no solamente un simple mecanismo de denuncias, sino la construcción de la base de potenciales votantes. En Venezuela es común la estrategia del 1×10, que básicamente consiste, a la hora de una elección, en que un activista (1) se encargue de diez votantes más. De allí el nombre de 1×10.
Y mientras Maduro hace una mezcla más o menos novedosa entre «gestión» y «base electoral», la oposición todavía luce muy lejos de construir un programa mínimo común que tenga pegada en todos los sectores, que según recientes mediciones de Datincorp, se han alejado tanto de la oposición como del gobierno.
Y aunque las fuerzas democráticas ya han puesto fecha para las primarias en las que se escogerá un aspirante presidencial unitario, lo cierto es que Nicolás Maduro ya lleva ventaja: intenta vender gestión, construye base electoral y al mismo tiempo, advierten analistas, es muy probable que adelante las elecciones presidenciales para agarrar a la oposición desprevenida, como ya ocurrió en 2018.
Bajo ese escenario, si las variables no cambian, es altamente probable que Maduro logre su objetivo de un tercer mandato.