Zenaida Amador (ALN).- En medio de la crítica situación que atraviesa Venezuela, sumida en una emergencia humanitaria que centra la atención del mundo entero, el régimen de Nicolás Maduro no sólo utilizó el hambre de la población como estrategia política y como mecanismo de control social, sino que lo alentó como una vía para el enriquecimiento ilícito propio y de sus allegados. En este escándalo, que remueve la indignación de un país donde cerca de 90% de los hogares vive en situación de pobreza, están implicados empresarios emergentes que crecieron a la sombra del chavismo, varios altos funcionarios del régimen -muchos de ellos militares- y los propios hijastros de Maduro.
La red de corrupción que creció alrededor del sistema de reparto de alimentos que se hacía con los Comités Locales de Abastecimiento y Producción (CLAP) y que fue denunciada durante años por varios sectores dentro y fuera de Venezuela, fue desnudada el jueves pasado por las autoridades estadounidenses sin escatimar detalles. Así, tanto el Departamento del Tesoro como una corte del Distrito Sur de la Florida mostraron el paso a paso de este esquema perverso de corrupción y lavado de dinero con el que Nicolás Maduro manejó políticamente el rechazo popular a su gestión.
Alex Naim Saab Morán, la mayor figura de la boliburguesía internacional, fue acusado de ocho cargos ligados al lavado de dinero junto a su socio comercial Álvaro Pulido Vargas. Ambos manejaron una operación internacional sostenida con el pago de sobornos a funcionarios venezolanos en la que lavaron fondos usando cuentas bancarias ubicadas en Venezuela y en Estados Unidos, según la acusación que se hizo tras las investigaciones de la DEA, el FBI y el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas de EEUU.
El Departamento del Tesoro relata que desde 2009, cuando Hugo Chávez gobernaba Venezuela, Saab y Pulido usaron “sus nexos corruptos con allegados del círculo interno del régimen” para conseguir la adjudicación de contratos gubernamentales por un valor muy superior al real
Se estima que en sus manejos conjuntos Saab y Pulido transfirieron unos 350 millones de dólares fuera de Venezuela, a través de EEUU, a las cuentas en el extranjero que poseían o controlaban.
El Departamento del Tesoro calificó a Saab Morán como “un especulador que tejió una vasta red de corrupción que ha permitido al expresidente Nicolás Maduro y a su régimen obtener lucros significativos mediante importaciones de alimentos y su distribución en Venezuela”. Este empresario colombiano se conectó, entre otros, con los hijos la esposa de Maduro, Cilia Flores (Walter, Yosser y Yoswal), “a quienes Saab desvió dinero a cambio de obtener contratos con el gobierno de Venezuela, incluido su programa de subsidio de alimentos”.
Una década de desmanes
El Departamento del Tesoro relata que desde 2009, cuando Hugo Chávez gobernaba Venezuela, Saab y Pulido usaron “sus nexos corruptos con allegados del círculo interno del régimen” para conseguir la adjudicación de contratos gubernamentales por un valor muy superior al real. De esta forma crearon una sociedad para licitar un contrato de viviendas del gobierno de Venezuela y, “tras un año de gestiones de lobby”, se les adjudicó el contrato para la construcción de 25.000 viviendas.
Cilia Flores es el poder que lo sabe todo en Venezuela, hasta el caso de sus hijos
Sólo en este caso el contrato pagado a Saab y Pulido implicó “entre tres y cuatro veces” el costo real de la construcción de cada una de las viviendas para sectores de bajos ingresos. Vale decir, como parte de la llamada “Misión Vivienda” que Chávez y Maduro usaron como bandera de sus planes sociales.
Luego de esto, en 2011, Saab les otorgó a los hijastros de Maduro y a su primo Carlos Malpica Flores un contrato para despejar terrenos para la construcción de viviendas en el estado Vargas. Esta relación con el núcleo familiar Maduro-Flores “fue clave para que Saab y Pulido accedieran a funcionarios del gobierno de Venezuela, y esto les permitió pagar los sobornos y comisiones ilícitas que son un requisito para obtener contratos públicos”.
“Los Chamos”, como llaman a los hijastros de Maduro, también recibían comisiones ilícitas de sociedades de Saab a cambio de contratos gubernamentales aprovechando sus nexos con el alto Gobierno.
El negocio del hambre
Por esta vía llega Saab al programa de los CLAP, que comenzó en 2016 en el gobierno de Maduro. Junto con su socio ideó “una estructura societaria para comprar alimentos a un distribuidor extranjero, embalarlos en un país extranjero y enviarlos a Venezuela, con los valores que les resultaban más rentables a ellos. Con conocimiento de Maduro, Saab se quedó con lucros sustanciales e importó apenas una fracción de los alimentos que se necesitaban para el programa CLAP”, puntualiza el Departamento del Tesoro.
A tal efecto, Saab y Pulido usaron sociedades en México, basándose en firmas que ya controlaban, como Group Grand Limited (con sede principal en Hong Kong). Además, usaron otras “sociedades pantalla” como Asasi Food FZE y Mulberry Proje Yatirim Anonim Sirketi (Mulberry).
“A fin de maximizar el lucro, Saab intentó usar una sociedad perteneciente al Estado venezolano ubicada en el estado Táchira, Venezuela, que estaba exenta de impuestos a las importaciones”. Así, para la importación de alimentos por Táchira pagaron sobornos a funcionarios como José Gregorio Vielma Mora, que era gobernador de esa entidad, y a Rodolfo Clemente Marco Torres, entonces ministro de Alimentación. Estos dos militares “ayudaron a Saab y a Pulido a ganar contratos de alimentos del programa CLAP”.
Una amplia red
Desde 2016, “cuando Saab se reunió con Los Chamos y Maduro para analizar la importación de alimentos en nombre del gobierno de Venezuela, Saab y Pulido han ganado cientos de millones de dólares del lucro generado por este ardid corrupto”.
Las sociedades pantalla de Saab y Pulido recibían aprobación de la Corporación Venezolana de Comercio Exterior (Corpovex) para importar alimentos a Venezuela. En muchos casos, recibían pagos anticipados del gobierno de Venezuela, tras lo cual distribuían los fondos como comisiones ilícitas a funcionarios gubernamentales que formaban parte del plan corrupto.
Alex Saab es la figura mejor conectada de la boliburguesía internacional
Para tratar de ocultar el origen del dinero, las sociedades pantalla “enviaban una parte del dinero robado a cuentas comerciales de sociedades vinculadas, cuya actividad financiera no estaba relacionada con el suministro o la logística de alimentos. Por último, mediante estas cuentas, estos cómplices en la conspiración enviaban una parte del dinero robado a altas figuras políticas corruptas venezolanas, sus familiares o socios”.
Luego, “emitían facturas fraudulentas que reflejaban la compra de bienes por un valor acorde con el del contrato original sobrevaluado”. En esta parte del proceso se subcontrataba a otras empresas para comprar alimentos o armar las cajas con los alimentos a repartir a la población, muchas veces con valor nutricional inferior al aceptable, y estas trabajaban a su vez con sociedades de transporte y de seguros controladas por funcionarios corruptos del gobierno.
En territorio estadounidense
Según la acusación presentada en la corte del Distrito Sur de la Florida, Saab y Pulido en su plan de sobornos violaban la Ley de Prácticas Corruptas en el Extranjero (FCPA, por sus siglas en inglés).
También se indica que las reuniones para adelantar los pagos de los sobornos ocurrieron en Miami y que Saab y Pulido transfirieron dinero relacionado con el esquema a cuentas bancarias en el Distrito Sur de Florida.
En 1999, cuando Hugo Chávez llegó al poder, su discurso se centraba en la lucha anticorrupción y en responsabilizar a los 40 años previos de democracia, que él llamaba “la Cuarta República”, de los problemas económicos y sociales que enfrentaba el país. “Y la crisis se hizo económica y comenzamos a oír en Venezuela hablar de devaluación, de inflación, términos que habían quedado durante muchos años en el recinto de los estudiosos de la economía. Pero tampoco se reguló esa crisis, ni la moral ni la económica y la acumulación de estas dos crisis originó una tercera espantosa, espantosa, porque es visible, porque las otras, la moral y la económica, son así como los volcanes que por debajo van madurando hasta que explotan y revientan y se hacen visibles y arrasan pueblos, vidas y ciudades”, dijo en su toma de posesión. Hoy, dos décadas más tarde, queda en evidencia que la llamada “Revolución Bolivariana” ha dado para todo y que sus “volcanes” de la crisis moral y la económica están arrasando a Venezuela.