Zenaida Amador (ALN).- Extraño, como mínimo, es el calificativo que se ganó el acto de conmemoración del 198 aniversario de la Batalla de Carabobo y la celebración del Día del Ejército, primero por haber sucedido cuando se daba por descartado que ocurriera; segundo, por el horario elegido para ello y, tercero, por los mensajes compartidos.
Todo apuntaba a que este año no habría acto alguno debido al clima interno en la Fuerza Armada de Venezuela, donde se han producido varios brotes de protesta contra Nicolás Maduro e, incluso, alzamientos para impulsar su salida del poder, unos de mayor exposición pública que otros, pero que en conjunto son una señal de que no hay alineación dentro de las tropas con la gestión del régimen. Sin embargo, el acto ocurrió.
No fue el desfile militar habitual en el Campo de Carabobo, espacio aprovechado por el chavismo durante años para mostrar sus armas recién adquiridas, exaltar la relación cívico-militar, poner a la tropa a gritar consignas revolucionarias y exponer lo que considera sus logros, como las Misiones o la politización de Petróleos de Venezuela mediante carrozas alusivas. Este año la celebración se limitó a una parada militar y nada más.
Todo apuntaba a que este año no habría acto alguno debido al clima interno en la Fuerza Armada de Venezuela, donde se han producido varios brotes de protesta contra Nicolás Maduro e, incluso, alzamientos para impulsar su salida del poder, unos de mayor exposición pública que otros, pero que en conjunto son una señal de que no hay alineación dentro de las tropas con la gestión del régimen. Sin embargo, el acto ocurrió.
Las actividades comenzaron a las seis de la mañana, una hora inusual para estos actos militares de honor y completamente ajena a la programación de agenda habitual de Nicolás Maduro, que se activa al mediodía. Con el alba se anunció la izada de la bandera en el Panteón Nacional de Caracas y una hora más tarde se inició la transmisión desde el estado Carabobo con Maduro encabezando el evento.
Tratándose de una parada militar, Maduro no se codeó en un palco con el Alto Mando, como es la costumbre. Se colocó lejos, de frente a la tropa, desde un podio, el mismo que también usó para el discurso del día el general José Suárez Chourio, comandante general del Ejército. Todos de pie, inquietos, con el sol en la cara, transmitiendo con cada gesto que sería un acto rápido, como en efecto fue.
Churio, el nombre que siempre suena como eventual ministro de la Defensa, pero que siempre se queda frío ante la persistencia de Vladimir Padrino López en el cargo desde 2014, habló brevemente del significado histórico del 24 de junio para Venezuela, pero no perdió ocasión para llamar a la lealtad y ratificar que es revolucionario y chavista.
“Tenemos que demostrar de qué estamos hechos en estos tiempos coyunturales, difíciles, donde la patria está amenazada por el imperio yanqui más poderoso del mundo, nuestra dignidad y valentía, nuestra lealtad activa a la Revolución, a nuestro comandante en Jefe (Maduro) y a nuestro pueblo en general (…) Vinimos a gritar al mundo que somos una patria libre, independiente y soberana y por eso, siempre, siempre invocando a Dios aquí gritamos desde nuestros corazones para mantener viva esta patria: ¡Chávez vive!”.
Maduro, por su parte, también dio unos pincelazos históricos en su discurso a propósito de la efeméride, en particular porque se está a las puertas del Bicentenario de la Batalla de Carabobo, fecha que fijó para exhibir la recuperación del país, lo que será posible “si la Fuerza Armada Nacional Bolivariana sigue unida y cohesionada y leal como está, si nuestros oficiales siguen dando demostraciones de moral, de entereza, de coraje y si seguimos unidos pueblo y Fuerza Armada por el resto del siglo XXI”.
No cesan los rumores
Maduro salió al paso a las declaraciones del presidente de Colombia, Iván Duque, quien había señalado que “más que una solución militar de carácter extranjero, hoy lo que se necesita es afianzar la ruptura del interior de las Fuerzas Armadas en Venezuela, y que esa fuerza se ubique en el lado correcto de la historia al lado de la Asamblea, al lado de Guaidó”. Ante tales comentarios Maduro autorizó a la “Fuerza Armada a responder desde todos los espacios a la oligarquía bogotana, y a decirle en la práctica, en la acción y con la palabra: hoy la Fuerza Armada Nacional Bolivariana, está más unida que nunca, más cohesionada que nunca y más leal que nunca”.
El único anuncio concreto que hizo Maduro en su discurso atropellado fue que en 2021 el país debe contar con cuatro millones de milicianos “con sus armas, con su uniforme, con su organización, integrado totalmente a la estrategia y al concepto militar de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana”. Es decir, que debe duplicarse el número de efectivos de la Milicia, cuerpo que Hugo Chávez definió alguna vez como “el pueblo en armas presto a defender la Revolución socialista y Bolivariana”.
Se fue Bachelet y Maduro sigue con la represión en Venezuela
Así que, aun con todas sus manifestaciones de reconocimiento a la Fuerza Armada y con sus afirmaciones acerca de la lealtad de sus miembros, no pudo ocultar que necesita apuntalar la expansión de los cuerpos alternos a la institución castrense en los que realmente deposita su confianza.
“Yo digo hoy 24 de junio: Venezuela sí se puede. Sigamos avanzando con amor, con Bolívar, con Chávez, por nuestra patria. ¡Que viva el Día del Ejército Bolivariano!”, finalizó Maduro mientras en las redes sociales siguen corriendo las denuncias acerca de las desapariciones forzadas de varios militares retirados a manos de cuerpos de seguridad del Estado y no cesan los rumores de que crecen las tensiones dentro de los cuarteles.