Zenaida Amador (ALN).- La diplomacia petrolera de Hugo Chávez todavía rinde frutos. Si bien es cierto que la petrochequera venezolana ya no es lo que fue en los tiempos del líder de la llamada revolución bolivariana, todavía sirve para consolidar alianzas y alimentar planes de expansión para la izquierda regional. No en vano Nicolás Maduro acaba de anunciar este fin de semana que en el primer semestre de 2020 relanzará Petrocaribe “con mucha fuerza”.
El comentario lo hizo en La Habana durante el cierre de la XVII Cumbre de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de América (ALBA), otro andamiaje para la diplomacia revolucionaria que estaba de capa caída y que ahora, a la espera de nuevos aires de izquierda en la región, se recompone. Por eso Cuba, Antigua y Barbuda, Dominica, Nicaragua, Santa Lucía, San Vicente y las Granadinas, Granada, y San Cristóbal y Nieves, aplaudieron con ímpetu la iniciativa. Han sido los beneficiarios de las históricas asistencias petroleras venezolanas a las que pagan con actuaciones puntuales, pero valiosas, en instancias internacionales clave para el chavismo.
“Desde Venezuela nos comprometemos con todo nuestro amor, con toda la disposición, con todas las ganas de hacer, a relanzar con fuerza Petrocaribe”, aseguró Maduro al anunciar la medida, pues para él es clave volver a estrechar estas alianzas estratégicas.
Aunque los suministros atados a Petrocaribe vienen en picada debido al desplome en la producción petrolera venezolana, el beneficio obtenido por el mecanismo desde 2005 tiene un peso indiscutible. En buena medida los lazos que se tejieron, costosos para las arcas venezolanas, le han permitido a Maduro seguir adelante, a pesar de que más de 60 naciones consideran ilegítimo su segundo mandato presidencial. Y hay más en agenda.
La diplomacia petrolera
En marzo se espera la elección de un nuevo secretario general de la Organización de Estados Americanos, en la que Luis Almagro podría no sumar los votos necesarios para optar a una reelección en el cargo, algo que el régimen venezolano estimula.
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Sus aliados del Caribe también buscan un giro en esa instancia que daría al traste con todo lo que Almagro ha hecho en el impulso del cerco global a Maduro. No hay que olvidar que la OEA tuvo un peso determinante en la situación política de Bolivia, tras el fraude electoral de Evo Morales, razón por la cual el gobierno de Dominica no permitió la observación de esa instancia en el proceso donde resultó reelecto Roosevelt Skerrit como primer ministro.
“Petrocaribe expresó al pueblo y al gobierno de la Mancomunidad de Dominica sus felicitaciones por el proceso electoral del 6 de diciembre de 2019 que dio la victoria al Partido Laborista y permitió la reelección de su primer ministro, Roosevelt Skerrit”, reza el comunicado oficial de Petrocaribe.
Ralph Gonsalves, primer ministro de San Vicente y las Granadinas, saltó en días recientes como una de las voces en contra de Almagro. “Hay una elección para un nuevo secretario general en marzo y exhorto a todos los líderes caribeños a que no voten por Almagro”, señaló.
En este contexto la candidatura de la ecuatoriana María Fernanda Espinosa, exministra de Rafael Correa, gana la simpatía de las naciones caribeñas. Antigua y Barbuda, y San Vicente y las Granadinas, ya formalizaron que ella es su candidata. Falta ver lo que dirán los demás aliados de Petrocaribe.
En octubre pasado, al ser consultada sobre las sanciones de Estados Unidos contra el régimen de Maduro y Cuba, Espinosa señaló que “las sanciones unilaterales en general son contrarias al derecho internacional. La única instancia autorizada para sanciones es el Consejo de Seguridad (de la ONU). En términos generales, y la historia lo ha demostrado, las sanciones afectan el derecho al desarrollo de los pueblos, a la gente directamente”.
A su juicio, “la OEA no ha sido eficaz” a la hora de resolver los problemas de la región. “Un secretario general tiene que ser un puente de diálogo, un facilitador, una persona que procesa los disensos y aprovecha para construir una agenda positiva (…) No precisa tener una opinión sobre todos los temas” ni “hacer de auditor o juez supremo”, asegura Espinosa.
Costo-beneficio
En su primera década de operaciones Petrocaribe le costó a Venezuela unos 50.000 millones de dólares, según las estimaciones de varias firmas internacionales. Las deudas se acumulaban gracias a las laxas condiciones de pago establecidas para los beneficiarios, mientras florecían los negocios conexos al convenio, que implicaban la entrega de alimentos y otras mercancías a cambio de petróleo en detrimento de la producción venezolana.
Además, alrededor de Petrocaribe creció la corrupción regional. En Haití, por ejemplo, las autoridades dilapidaron cerca de 2.000 millones de dólares asociados al convenio, lo que mantiene al país en una constante convulsión política. En El Salvador, por su parte, Petrocaribe se convirtió en una fuente de oxígeno financiero para el Frente Farabundo Martí de Liberación Nacional (FMLN) y las raíces de estos manejos dolosos todavía no terminan de desenmascararse.
Ya no hay recursos como antes, pero el petróleo sigue siendo un buen aliciente. El anuncio de Maduro de este fin de semana responde a una dinámica que lleva meses con el foco en el rescate de Petrocaribe aun en medio de las sanciones internacionales, de la carencia de recursos y de las trabas que se imponen a la hora de hacer envíos de hidrocarburos a los aliados. El régimen venezolano ha estado trabajando en una ingeniería financiera, apuntalada en el petro, con la cual girar recursos a los beneficiarios del convenio bajo la premisa de desarrollar proyectos energéticos.
No hay que olvidar que el petro es un criptoactivo creado por Maduro desde hace dos años y que no ha logrado cristalizar. Sin embargo, el régimen asegura que el petro tiene como respaldo unos 5.000 millones de barriles en reservas petroleras. Es decir, que cualquier aliado al que Maduro decida girarle petros tendría barriles de petróleo equivalentes como respaldo que podría ejecutar en algún momento.